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SEÑORES

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL
CIUDAD

REF: ASUNTO: ACCIÓN DE TUTELA


ACCIONANTE: HÉCTOR MARIO DÍAZ, JOSÉ ALFREDO NOCHE,
CARMEN CECILIA PARRA
ACCIONADO: SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DEL
DISTRITO JUDICIAL DE SANTA MARTA

JAIME ENRIQUE GRANADOS PEÑA, identificado como aparece al pie de mi


firma, actuando en calidad de DEFENSOR de los señores HÉCTOR MARIO
DÍAZ, JOSÉ ALFREDO NOCHE y CARMEN CECILIA PARRA, de acuerdo con el
poder especial conferido para tal efecto1, me permito interponer ACCIÓN
DE TUTELA en contra de la SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO
JUDICIAL DE SANTA MARTA. Lo anterior, por los hechos jurídicamente
relevantes que se precisarán en el segundo acápite de este documento.

I. TEORIA DEL CASO

A través de la presente acción constitucional de tutela demostraremos


como los derechos de debido proceso y defensa de los accionantes se
vieron vulnerados como producto de la decisión de la Sala Penal del
Tribunal Superior de Santa Marta al permitir que conductas que fueron

1
ANEXO 1: Poderes especiales otorgados por los accionantes.
cometidas bajo un estatuto procesal (Ley 600 de 2000) sean tramitadas por
un procedimiento cuya existencia es posterior a los hechos imputados.

En la decisión del Honorable Tribunal Superior de Santa Marta, de la cual


disentimos respetuosamente, consideramos que existen dos vías de hecho
que legitiman la protección constitucional a través de esta tutela; falta de
motivación y violación directa de la Constitución.

II. COMPETENCIA

El artículo 86 de la Constitución Política establece que la acción de tutela


puede presentarse ante cualquier Juez de la República. En desarrollo de
dicha disposición, el numeral 5° del artículo 2.2.3.1.2.1. del Decreto 1983 de
2017 dispone:

ARTÍCULO 2.2.3.1.2.1. Reparto de la acción de tutela. Para


los efectos previstos en el artículo 37 del Decreto 2591 de
1991, conocerán de la acción de tutela, a prevención, los
jueces con jurisdicción donde ocurriere la violación o la
amenaza que motivare la presentación de la solicitud o
donde se produjeren sus efectos, conforme a las
siguientes reglas:
(…)
5. Las acciones de tutela dirigidas contra los Jueces o
Tribunales serán repartidas, para su conocimiento en
primera instancia, al respectivo superior funcional de la
autoridad jurisdiccional accionada.
Siendo la Honorable Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia la superior funcional del Tribunal Superior de Bogotá, es este órgano
el competente para conocer de esta acción de tutela.

III. JURAMENTO ESPECIAL

Manifestamos bajo la gravedad de juramento que no hemos presentado


acciones constitucionales de tutela por los mismos hechos.

IV. HECHOS JURÍDICAMENTE RELEVANTES

1. Los accionantes son acusados dentro del proceso penal identificado


con el CUI 1100160001012008-00016. Este proceso es adelantado por el
Juzgado Cuarto de Conocimiento de Santa Marta.

2. El fundamento fáctico de la imputación y de la acusación se haya


en el escrito de acusación que se anexa como prueba en este proceso, 2
sin embargo en el acápite II. HECHOS Y ANTECEDENTES PROCESALES de la
decisión objeto de censura por este apoderado se puede encontrar la
síntesis de este elemento en los siguientes términos.

“2.1.Según consta en la Acusación, mediante Resolución


N° 218 del 8 de Septiembre de 2006, la Curaduría Urbana
N° 1 de Santa Marta otorgó a la sociedad HECOL,
licencia urbanística de construcción por estimar

2
ANEXO 2. Escrito de acusación.
cumplidos los requisitos de avisos de que trata el Artículo
24 del Decreto 564 de 2006. Los hechos jurídicamente
relevantes, se circunscriben a que, el 2 de Noviembre
siguiente, el Sr. HECTOR DÍAZ HERRERA a través de su
apoderado judicial, y la Sra. CARMEN PARRA MEZA, en
calidad de presidente y representante legal de IROTAMA
SA y del Conjunto Cerrado IROTAMA, respectivamente,
interpusieron recursos de reposición y, en subsidio, de
apelación contra la referida determinación
administrativa, alegando que la fijación de las vallas
correspondía a una “farsa” para obtener la licencia, y
que no permanecieron fijadas el tiempo reglamentado
por la ley, memorial en el que fueron aportadas las
declaraciones extraprocesales de los Sres. JOSÉ ALGREDO
NOCHE RAMÍREZ, RUBEN DARÍO OSSA ÁLVAREZ y CARMEN
PARRA MEZA, todas ellas rendidas el 26 de Octubre de
2006 ante la Notaría 2ª del Círculo de Santa Marta y las
que daban cuenta que las vallas habían sido instaladas a
finales de Octubre de 2006.

2.1.1. Una vez fueron estudiados tales argumentos y


fundamentos probatorios, la Curaduría Urbana N° 1 de
Santa Marta decidió negativamente el recurso de
reposición, y concedió la apelación ante la Alcaldía
Distrital de Santa Marta, quien revocó la decisión de la
Curaduría mediante Resolución N° 554 del 3 de Marzo de
2007. Contra dicha decisión, la sociedad HECOL interpuso
demanda de nulidad y restablecimiento del derecho,
que fue fallada favorablemente el 16 de Marzo de 2010, y
confirmada por al Tribunal Administrativo del Magdalena
mediante proveído del 29 de Septiembre de 2010,
decisiones contra las que fue interpuesta una acción de
tutela que fue declarada improcedente el 21 de Julio de
2011 por la Sección 4ª de la Sala de lo Contencioso
Administrativo del Consejo de Estado, decisión que fue
confirmada el 4 de Junio de 2012 por la Sección 5ª de la
misma Corporación.

2.1.3. Paralelamente, el Sr. DÍAZ HERRERA denunció a


Alberto Deluque Palencia y Jorge Díaz Jacded (Rep.
Legal de HECOL) por los hechos referidos en el
fundamento 2.1.1., el asunto correspondió a la Fiscalía 3ª
de la Unidad Nacional Anticorrupción, bajo el Rad. N°
1858, al interior del cual, IROTAMA SA presentó demanda
de parte civil y enlistó como pruebas las declaraciones
referidas ut supra. Al interior del proceso penal se
recibieron las declaraciones de éstas mismas personas, los
días 7 y 8 de noviembre de 2007, a través de las que se
pudo determinar que el Departamento Jurídico de
IROTAMA SA, en cabeza de la Dra. MARGARITA
PERDOMO, había fabricado las declaraciones.

2.1.4. Mediante Resolución de Preclusión del 1° de julio de


2009, la Fiscalía 3ª de la Unidad Anticorrupción precluyó
la investigación adelantada contra Alberto Deluque
Palencia y Jorge Díaz Jacded (Rep. Legal de HECOL).
2.2. Por los anteriores hechos, la Fiscalía 23 Seccional,
adscrita a la Dirección Nacional Especializada contra la
Corrupción, presentó Escrito de Acusación contra los
coprocesados el 13 de febrero de 2019, por haber faltado
a la verdad en sus declaraciones del 26 de octubre de
2006, 7 y 8 de noviembre de 2007, así: I) a JOSÉ NOCHE
RAMÍREZ, RUBEN OSSA ÁLVAREZ y CARMEN PARRA MEZA,
como autores del delito de Falso Testimonio, en concurso
homogéneo y sucesivo; II) a MARGARITA PERDOMO
MARTÍNEZ y HÉCTOR DÍAZ HERRERA como determinadores
del delito de Falso Testimonio, en concurso homogéneo y
sucesivo, pero a éste último, además, como autor del
delito de FRAUDE PROCESAL.

3. Durante la audiencia de formulación de acusación del día 3 de


febrero de 2021, el suscrito abogado, quien también actúa como defensor
en el proceso penal referenciado, solicitó -entre otras- la declaratoria de
nulidad parcial por violación del debido proceso en atención a la
transgresión de los principios del Legalidad y de Juez natural.3

En consideración del suscrito, los accionantes están siendo juzgados bajo


un régimen procesal (Ley 906 de 2004) diferente al vigente a aquel vigente
(Ley 600 de 2000) para el momento de la comisión del delito del que se les
acusa a mis prohijados. Recordemos que por disposición del inciso tercero
del artículo 530 de la Ley 906 de 2004 este cuerpo normativo entró a regir
en el Distrito judicial de Santa Marta el 1° de enero de 2008.

3
ANEXO 3. Acta de audiencia de acusación del 3 de febrero de 2021.
4. Ante esta solicitud el Juzgado de conocimiento despachó
negativamente la misma. Los fundamentos jurídicos de la decisión se
transcribieron así:

Primero, la decisión de realizar la conexidad. Segundo, se


trata evidentemente de un concurso de conductas
punibles, en donde una de ellas, es de ejecución
permanente, la denuncia se presentó estando vigente la
ley 906 de 2004 y el primer acto de investigación surgió
con posterioridad a la presentación de la denuncia, en el
mes de abril del 2008, tanto en el distrito judicial de
Bogotá como el de esta ciudad. En ese sentido se
respeta de manera cabal el principio legalidad del
procedimiento, la sala penal de la Corte Suprema de
justicia como órgano autorizado para la interpretación de
este tipo de circunstancias tiene una doctrina probable,
que comparto ajustada pacifica sobre la razón objetiva,
cuando se trata de concurso de conductas punible y
además en ambos sistemas a juicio de este funcionario, si
se hubiese escogido el uno u el otro, siempre y cuando se
respeten las garantías fundamentales de las partes
intervinientes el debido proceso y el derecho defensa
podría adelantarse en cualquiera de los dos sistemas la
actuación. En ese sentido entonces, este funcionario
judicial niega la solicitud de nulidad presentada por la
defensa de los señores HECTOR MARIO DIAZ HERRERA,
JOSE ALFREDO NOCHE Y CARMEN PARRA
5. Frente a esta decisión se interpuso y sustentó oportunamente recurso
de apelación. Esto también fue transcrito por el a quo en el acta de la
diligencia en mención.

La precisión que usted ha tomado y notificado en el día


de hoy, es una decisión que sin duda se encuentra
suficientemente sustentada, nos ha citado usted, en un
balance de criterio las tensiones puesta frente al recurso
de apelación y tiene por supuesto el mayor respeto, de
parte mía, pero creo qué, y aquí me dirijo a su superior al
Tribunal, a la Sala Penal, que me parece que ha habido
una indebida generalización, de lo que significa el
alcance de la teoría de la razón objetiva, como si fuese
construido sobre una columna, donde no es posible
introducir ninguna modificación, ni pueda haber ninguna
evolución y olvidándonos de que el derecho, como
decía el gran maestro GIUSEPPE BETTIOL, está hecho para
el hombre y no el hombre para el derecho, y que hay
que tener en cuenta lo que ocurre en la dinámica de los
acontecimientos para ver de qué manera, se aplica las
normas y los principios previstos en la constitución y en la
ley. En el tema concreto, usted reconoció al comienzo,
que efectivamente, en la primera instancia reconoció,
que una cosa, es lo que ocurre con los delitos de
ejecución instantánea y otra cosa con los delitos de
ejecución permanente y que bajo esa perspectivas, es
claro, que los delitos de ejecución instantánea, que son
los falsos testimonios, ya aclarados que son solamente los
del 2007, son conductas que tuvieron lugar, se
cometieron bajo la vigencia de la ley 600, es un hecho
indiscutido, cerrado. Mientras que los hechos referidos a
la conducta de fraude procesal, si pudieron tener por su
naturaleza de permanencia, conforme a la dogmática
de estos delitos, un comienzo bajo la vigencia de la ley
600, pero una culminación o se mantuvieron en el tiempo
hasta la vigencia de ley 906 de 2004,porque estamos
hablando de por lo menos año 2008, algunos alegan
hasta el 2010, temas que aunque puedan ser objetos de
debate a efectos de lo que fue la postulación inicial
reconocí, que no estaba incluida en el tema de fraude
procesal. Ahora bien, en ese sentido, pues la aplicación
de la doctrina, de la razón objetiva por el principio de
eficacia de la investigación, hace que se deba decretar
una ruptura de la unidad procesal, porque la regla cuál
es? Cada conducta genera una investigación penal, es el
principio, el principio se llama unidad procesal, no
conexidad procesal, como principio , el principio es la
unidad procesal, en eso es común de los dos sistemas,
tanto ley 600 como ley 906, lo que ocurre es que se
permite que por factor de conexidad, se unan bajo la
base de criterio de eficacia, siempre y cuando no se
quebrante garantías fundamentales. Entonces veamos,
ya dijo, sostuve en mi postulación inicial, que no la voy a
repetir, que en el caso de fraude procesal, no estaba
incluida en este alegato, se reducía solamente a falso
testimonio. Aquí no hay un tema de concurso de delitos
de falsos testimonios en el tiempo que nos lleve a que
unos falso testimonios tuvieron lugar bajo la vigencia de
la ley 600 y otros falso testimonios concursados en
vigencia de la ley 906, porque en ese caso, que no es el
nuestro, en gracia de discusión podría tener sentido la
aplicación de la teoría jurisprudencial de la razón
objetiva, pero como no es el caso, porque los delitos de
falsos testimonios, todos se ejecutaron instantáneamente
bajo la ley 600, lo que correspondía por respeto al
principio de la unidad procesal era haberse investigado
bajo esa cuerda procesal, no importa cuando se
hubieran denunciado, entre otra razones, porque esos
delitos, no requiere denuncia para la activación del
aparato jurisdiccional del estado, esto no es como el
caso de una querella, que si el querellante no actúa no
pasa nada, aquí una vez que ocurre, es la administración
de justicia, la ofendida, es objetivo, es algo que
oficiosamente se puede investigar y no puede
pretenderse trasladarle a la defensa la carga de la tarea
investigativa del estado.

En segundo lugar hay que tener en cuenta que, cuando


hablamos del principio que ya no es unidad procesal, sino
la conexidad, está condicionada al respeto a que no se
quebrante las garantías y para eso se hace el argumento
de que ambos sistemas son igualmente garantistas,
recurriendo a lo que ha dicho la corte suprema, pero eso
bajo el objeto o dentro del análisis, teniendo presente
criterios de favorabilidad, por la sucesión en el tiempo,
entonces cuando la corte se ha ocupado de hacer ese
análisis, como aquí hay un coexistencia de sistemas
alegar que uno es más favorable que el otro, no cabe,
porque como sistemas son igualmente los dos, dentro de
su lógica garantista , entonces aquí no se puede hacer
una predilección distinta a la que ya hizo el constituyente
cuando diseñó y no ejecuto, la transición, salvo que en
casos particulares se deba instituciones concretas donde
una puede ser más favorable que la otra, como el
ejemplo de la libertad, que ya es conocido y no lo voy a
reiterar, en consecuencia que ocurre que aquí nosotros
no estamos haciendo un planteamiento de favorabilidad
, luego en ese sentido la argumentación lo hablo de la
primera instancia , se equivoca porque no fue un apoyo
nuestro argumentativo, este no es el problema acá, aquí
el problema es otro, y ese problema otro. en primera
instancia y me dirijo a la segunda, lo esquivo y por qué lo
esquivo, porque no entro analizar si forma parte de las
garantías fundamentales de una persona que está siendo
investigada y acusada el respeto al principio de
legalidad conforme lo diseño el artículo 6 de la ley 906,
que es distinto de la ley 600, conforme a la constitución
política que diseño el sistema y conforme al bloque de
constitucionalidad como tal, incluido el art 228 y 229 de la
carta. Por qué?, porque la defensa tiene aunque yo no
era el defensor y eso quedo claro, actúe a partir de la
imputación antes no, sin embargo, entiendo que la
estructura de una defensa, se construye a partir de los
escenarios que encuentra y no es lo mismo los escenarios
defensivos, que podría utilizar un defensor, cuando está
convencido que los hechos ocurrieron bajo vigencia de
la ley 600, a la estructura de la defensa que desarrollaría,
si los hechos ocurrieron bajo la vigencia de la ley 906, yo
que he me he desempeñado durante 35 años en estos
escenarios antes e incluso vigencia pretéritas anteriores al
decreto 050 del 87, que he visto todo el tránsito de
legislaciones desde el año 71 para acá, pues entiendo
que cada uno tiene sus propias circunstancia pero muy
particularmente el cambio entre la ley 600 y la ley 906,
claro, no les es da dable a la defensa escoger el sistema,
no le es dable a la defensa decir por qué camino cojo,
no, eso lo decide el constituyente, lo decide la ley y en
función de eso, estructuro mi teoría del caso frente a eso,
entonces que ocurre cuando se habla de falso testimonio
y en esa estructura, hay que entender que el diseño legal
crea un marco de garantías que por respeto al principio
de legalidad el destinatario de la norma ya está avisado,
recordemos que cuál es la finalidad del principio de
legalidad, no es un tema simplemente de un formulismo
al cual recurrimos como si fuera una muletilla, principio de
legalidad y hasta luego, tiene un contenido sustancial, y
cuál es el contenido sustancial del principio de legalidad,
yo hice referencia a él , que me avisa que ley me es
aplicable con todas las características y contornos que
tiene y la primera instancia omitió en su razonamiento
contestar, porque ese aviso no es aplicable a este caso,
porque ese aviso de la ley no es aplicable a este caso,
esa falla en la argumentación, hace que en el fondo se
mantenga vigente ese interrogante, de que queda vacío
de contenido sustancial ese principio de legalidad, que
en su sabiduría, el constituyente y el legislador
establecieron en beneficio no solamente la eficacia de la
administración de justicia Art. 228 y 229, sino en beneficio
de los destinatarios de la ley penal, porque y eso hay que
decirlo, no podemos caer en el eficientísmo penal, no
podemos caer en un falso dilema entre eficiencia y
garantías, no, está claro que siempre que entra un
colisión que no debería entrar, pero cuando ocurra entre
eficiencia y garantía prevalece la garantía y tal la
prevalece que la propia ley 906 referente a este tema,
dice en su artículo 50 en su segundo párrafo, cuando
habla de la excepción al principio de unidad procesal,
que es la conexidad que se acepta la conexidad
procesal, que se puede dar , siempre y cuando no se
afecten las garantías fundamentales, entonces, claro que,
las garantías prevalecen y prevalecen en el orden de
bloque de constitucional, prevalece en los instrumentos
internacionales de los derechos humanos, no puede
haber ese falso dilema, es claro entonces, que siempre
prevalece la garantía. La eficacia no se antepone a las
garantías el ejercicio pleno de las garantías genera al
final un sistema más eficaz y no al revés.

Ahora bien se nos ha dicho que la comunidad de la


prueba justifica evitar el desgaste y que es por tanto es
mejor tener todo bajo una cuerda procesal, su señoría
primera instancia, lo utilizo como argumento, recogiendo
en parte lo que se había sostenido por la fiscalía y el
representante de las alegadas víctima y ampliándolo con
su ilustrado criterio, me dirijo a la segunda instancia en el
sentido de decir que en el tema de la comunidad de la
prueba, en algo donde todavía no hemos tenido una
audiencia preparatoria, en donde el juez de
conocimiento no está contaminado con las eventuales
pruebas, pues no puede hacer referencia de ellos a
fundamentar una decisión de esta naturaleza, porque
usted ignora las pruebas, que va a pedir la fiscalía, la
primera instancia ignora las pruebas que va a pedir la
defensa, la primera instancia , no está en condiciones de
tomar ese tipo de determinaciones, ni fueron alegadas
con suficiencia porque no podía serlo, aquí la fiscalía no
dijo que pruebas iba a traer y tampoco lo dijo el
represéntate de las víctima, esto fue un argumento
adicional en sus efectos, una cosa es el planteamiento
genérico y otro cosa es en sus efectos, dado con la
primera instancia, que no conoce cuál es la prueba y no
puede conocerla, por la sencilla razón de que bajo la
estructura de la ley 906 el juez es absolutamente es
imparcial y no tiene contacto con la prueba y ni siquiera
se ha dado en esta audiencia el descubrimiento
probatoria, el inicio, mucho menos se ha dado el debate
de la audiencia preparatoria y por tanto no sabemos qué
va a pasar en juicio, a diferencia de la ley 600, donde
como ya venía una resolución de acusación con un
expediente, con un principio de permanencia de la
prueba con todo lo debatible que sea pero ahí está,
podía darle al funcionario judicial el criterio de la
comunidad de la prueba, aquí no se puede decir lo
mismo y por tanto en ese sentido yerra la primera
instancia, al utilizar como argumento. Pero también yerra
la primera instancia al decir que la garantía del juez
natural tampoco se ve afectada, porque al final va a ser
un juez homólogo del distrito judicial de Santa Marta, no,
por supuesto que todos los jueces tienen el mayor
respeto, pero a lo que yo voy es que la garantía del juez
natural, no llega a la del juez de conocimiento
solamente, no está reducido al juez de conocimiento, su
señoría en segunda instancia, la garantía de juez natural,
entiende todo lo que sea el aparato judicial, según la
dimensión que tenga. En el sistema de la ley 600 la
fiscalía es juez, mientras que el sistema de la ley 906 no,
entra el juez de control de garantías, entran otras
personas, entonces que ocurre bajo la dinámica de la ley
600, donde la fiscalía es judicial , el juez natural, es la
fiscalía judicial, el juez natural no es la fiscalía acusadora,
pero por la propia dinámica de esa ley, por ejemplo los
términos prescriptivos son distintos y eso tiene efecto
sustancial, en el caso de la ley 600, lo que interrumpe la
prescripción, es la resolución judicial en firme de
acusación, en cambio cual es el término prescriptivo en
la ley 906 es la imputación, un acto de parte, ante juez
constitucional, de control de garantías, es un acto de
parte, como requisito únicamente de que se comuniquen
los hechos jurídicamente relevantes, entonces, pues claro
que la estructura del juez natural, tiene unas
implicaciones mayores, según el sistema que se trate, no
en el debate de la garantías frente al uno frente al otro,
sino en la dinámica de cada uno que consista, por
decisión del constituyente. Por tanto al usted escoger que
no hay afectación de juez natural, y en esto me dirijo al
juez de segunda instancia, el juez de primera instancia se
equivoca, al no vislumbrar todos los alcances, en su
momento se dijeron, al justificar el por qué no nos
quedamos con la garantía del principio de legalidad, sino
de también de juez natural.

Como aquí no hay un debate de favorabilidad, aquí si


hay un debate de estructuras y de estrategias de
defensa, que son los derechos que tiene los acusados
que se les ha notificado por la ley y la constitución de que
les es la aplicable pues esa notificación al momento en
que ocurre los hechos determina el resto y no podrá ser
cuando es así de claro porque no hay ningún fenómeno
que lo pueda confundir de cara a que procedimiento y
quien lo va a determinar.

Por tanto, con el mayor respeto, solicito al señor Juez de


segunda instancia, por los anteriores argumentos
expresados, que se revoque la decisión tomada por el
juez de primera instancia de conocimiento, al negar la
nulidad de los cargos acusados y previamente imputados
a frente a HECTOR MARIO DIAZ , CARMEN PARRA y JOSE
ALFREDO NOCHE, referido a los delitos de falso testimonio
en sus diferentes condiciones de autores y determinador,
caso de HECTOR MARIO DIAZ HERRERA, en la medida en
que los hechos, cuando tuvieron lugar y se agotaron,
como delitos instantáneos, donde hubo concurso entre
ellos, pero todos se agotaron, como delitos instantáneos,
todos tuvieron lugar en vigencia de la ley 600 del año
2000 y nunca, ninguno, ni un solo día, tuvo lugar en
vigencia de la ley 906 de 2004, para el distrito judicial de
Santa Marta que es la que nos ocupa en este caso y por
las misma al revocarse esa decisión tomada por el juez de
primera instancia razones le solicito al Tribunal de Santa
Marta como juez de segunda instancia que proceda
entonces a disponerse que continúe éste en juicio
solamente con el cargo que se mantendría bajo vigencia
de la ley 906 que sería el cargo de fraude procesal para
las personas que represento a efectos de lo que
finalmente se pueda establecer en sede de juicio oral.

6. El recurso de alzada fue conocido por la Honorable Sala Penal del


Tribunal Superior de Santa Marta, quien con ponencia del magistrado
CARLOS MILTON FONSECA LIDUEÑA, en decisión del 26 de julio de 2021
desestimó nuestra petición.4

En el sentir del Tribunal Superior no se cumplió con la demostración de los


principios que rigen la declaratoria de nulidad.

Además de lo anterior, se escudó en la tesis de la razón objetiva para


denegar la pretensión de la defensa. Esto dijo el Tribunal Superior al
respecto:

4
ANEXO 4: Decisión de Segunda Instancia proferida por el Honorable Tribunal Superior de Santa Marta.
6.3.6.1.2. Por tales motivos, a juicio de la Sala, el aparente
conflicto propuesto por la Defensa, derivado de la
indebida aplicación de la ley procesal en el tiempo,
resulta insuficiente para la estructuración de la causal, no
sólo por no haberse demostrado una trascendencia en
concreto, o por haberse convalidado la tramitación del
asunto bajo esta legislación al elevar solicitud de
preclusión por prescripción respecto a algunos de los
hechos que pretendían ser imputados fáctica y
jurídicamente en la acusación original; sino que adquiere
mayor relevancia la resolución negativa a los intereses del
recurrente si se analiza el asunto a partir de la tesis de la
razón objetiva, que viene a ser el segundo aspecto a
tener en cuenta para confirmar la decisión apelada:

6.3.6.2. La “tesis de la razón objetiva”, en los términos de


la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia en Auto AP3623-2019 (55289), fue desarrollada
“…como forma de solucionar el problema que implica la
escogencia del sistema de procesamiento que debe
gobernar la actuación, que consiste en determinar bajo
cuál régimen se iniciaron las actividades investigativas,
pues una vez establecido dicho aspecto, será ese el
procedimiento por el que deberá tramitarse in integrum la
actuación, sin que tengan cabida consideraciones sobre
la favorabilidad de uno u otro sistema.”, tesis que fue
inicialmente planteada en Auto del 9 de Junio de 2008
(29586), y a partir de la cual, conviene únicamente acudir
a ella en los eventos en que, tratándose de conductas de
ejecución permanente, ha habido tránsito legislativo, y
cuya solución consiste a la estricta aplicación del criterio
objetivo de precisar bajo qué legislación se tramitaron los
actos de investigación.

6.3.6.3. En el caso concreto, el reclamo específico en el


que insiste de la Defensa recurrente es el hecho de que
se haya dado el mismo trato procesal a los falsos
testimonios, delitos de ejecución instantánea
consumados en vigencia de la Ley 600 de 2000, que, al
fraude procesal, que es de ejecución permanente y su
consumación se mantuvo vigente hasta la entrada en
vigencia de la Ley 906 de 2004. Olvida el Defensor 2
aspectos relevantes, que quiebran su planteamiento:

I) No se trata de delitos aislados, cometidos en contextos


temporales, espaciales y carentes de relación en su
criminogénesis, sino que, contrario sensu, de acuerdo a la
imputación fáctica de la Fiscalía, existe una evidente
conexidad entre la consumación de uno de los delitos
como medio, y el otro como fin, por múltiples sujetos, que
llevan a la Colegiatura a concluir la existencia de una
homogeneidad en el actuar delicitivo que aconseja, bajo
los principios de conexidad y unidad procesal, adelantar
la actuación bajo una misma cuerda procesal.

II) Que el hecho de que uno de los delitos investigados en


el contexto de homogeneidad y unidad procesal
antedicho es de ejecución permanente, y tuvo vigencia
durante el trámite legislativo, aunado al hecho de que la
actuación procesal se haya surtido desde sus etapas
investigativas bajo las ritualidades de la Ley 906 de 2004,
impone como criterio de decisión, de acuerdo a la tesis
de la razón objetiva, que la actuación procesal debe
continuar bajo dichas ritualidades.

V. CONSIDERACIONES JURÍDICAS

Por los hechos acabados de narrar, podemos afirmar que la providencia


de segunda instancia proferido por el Tribunal de Santa Marta encarna
defectos o vías de hecho que vulneran de manera directa y grave el
debido proceso (Art. 29 C.N.).

La exposición de los fundamentos jurídicos en los que soportamos nuestra


acción constitucional la realizaremos atendiendo los requisitos de
procedibilidad que a decantado la jurisprudencia constitucional.

De manera específica atenderemos las consideraciones realizadas en la


sentencia de la Corte Constitucional C – 590 de 2005 con ponencia del Dr.
JAIME CÓRDOBA TRIVIÑO:

“los casos en que procede la acción de tutela contra


decisiones judiciales han sido desarrollados por la
doctrina de esta Corporación tanto en fallos de
constitucionalidad, como en fallos de tutela. Esta línea
jurisprudencial, que se reafirma por la Corte en esta
oportunidad, ha sido objeto de detenidos desarrollos.
En virtud de ellos, la Corporación ha entendido que la
tutela sólo puede proceder si se cumplen ciertos y
rigurosos requisitos de procedibilidad. Dentro de estos
pueden distinguirse unos de carácter general, que
habilitan la interposición de la tutela, y otros de
carácter específico, que tocan con la procedencia
misma del amparo, una vez interpuesto.”

1. REQUISITOS GENERALES DE PROCEDIBILIDAD

1.1. EVIDENTE RELEVANCIA CONSTITUCIONAL DE LA DISCUSIÓN

La determinación no sobre el sistema procesal aplicable (con sus


consecuencias e implicaciones sobre el principio de legalidad y juez
natural) a los accionantes, tiene una honda relevancia constitucional, ya
que esta decisión incide definitivamente en su derecho al debido proceso
y derecho de defensa.

ARTICULO 29. El debido proceso se aplicará a toda clase


de actuaciones judiciales y administrativas.

Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes


preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal
competente y con observancia de la plenitud de las
formas propias de cada juicio.
En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun
cuando sea posterior, se aplicará de preferencia a la
restrictiva o desfavorable.

(…)

Además, las reglas rectoras de las leyes 6000 de 2000 (artículo 6°) y 906 de
2004 (artículo 6°) recalcan la importancia de esta modalidad del debido
proceso, es decir el principio de legalidad del proceso penal y juez natural.

Es decir, la discusión que acá se plantea tiene un calado constitucional


innegable.

1.2. AGOTAMIENTO DE TODOS LOS MEDIOS DE DEFENSA JUDICIAL

La decisión contra la que se esgrime la presente acción constitucional no


admite recurso alguno y actualmente se encuentra ejecutoriada. Por lo
anterior no existe medio judicial efectivo que permita discutir su legalidad.

1.3. INMEDIATEZ O TERMINO RAZONABLE

La providencia accionada fue proferida el día 26 de julio de 2021, es decir


ha transcurrido poco más dos meses desde su notificación hasta el día de
la presentación de esta acción.

Este término resulta razonable habida cuenta del análisis desapasionado y


ponderado que debe hacerse para determinar objetivamente la
procedencia de este amparo constitucional y el tiempo de preparación
del presente escrito.

Sin embargo, también resulta razonable bajo la consideración de que el


Juzgado de conocimiento no ha programado audiencia de continuación
de formulación de acusación, motivo que revela la oportunidad y
pertinencia de esta acción constitucional.

1.4. LA DECISIÓN FRENTE A LA QUE SE DIRIGE LA ACCIÓN NO ES UNA


SENTENCIA DE TUTELA

El auto proferida por el Tribunal Superior de Santa Marta corresponde a la


decisión de un recurso de apelación interpuesto en contra de una
providencia adoptada dentro de una audiencia de formulación de
acusación ante la solicitud de nulidad parcial.

Adicional a los requisitos generales de procedibilidad anteriormente


expuestos, la jurisprudencia exige que se identifiquen de manera razonable
los hechos generadores de la vulneración y que cuando se trate de
irregularidades procesales las mismas sean determinantes en la
providencia que se ataca.

La identificación razonable de hechos vulneradores se satisfizo en el


acápite II HECHOS JURÍDICAMENTE RELEVANTES, mientras que el segundo
requisito se evidenciará en lo sucesivo.
2. REQUISITOS ESPECIFICOS O VIAS DE HECHO

Una vez superados los requisitos generales de procedibilidad de la acción


de tutela en contra de providencias judiciales, es necesario que se
acredite la configuración de un defecto o vía de hecho. Respecto del
particular, la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha reconocido que
existen 5 defectos por los cuales procede el amparo constitucional en
contra de una providencia judicial:

“todo pronunciamiento de fondo por parte del juez de


tutela respecto de la eventual afectación de los
derechos fundamentales con ocasión de la actividad
jurisdiccional (afectación de derechos fundamentales
por providencias judiciales) es constitucionalmente
admisible, solamente, cuando el juez haya
determinado de manera previa la configuración de
una de las causales de procedibilidad; es decir, una vez
haya constatado la existencia de alguno de los seis
eventos suficientemente reconocidos por la
jurisprudencia: (i) defecto sustantivo, orgánico o
procedimental; (ii) defecto fáctico; (iii) error inducido;
(iv) decisión sin motivación, (v) desconocimiento del
precedente y (vi) violación directa de la
Constitución.”5

Consideramos que respecto de la providencia proferida por el Tribunal


Superior de Santa Marta encarna dos defectos o vías de hecho, las cuales
son:

5
C 590 – 2005.
1) Decisión sin motivación.
2) Violación directa de la Constitución.

A continuación, expondremos por separado cada uno de los defectos


enunciados.

2.1. DECISIÓN SIN MOTIVACIÓN

La falta de motivación de una providencia se refiere a una falencia en el


sustento argumentativo que debe tener la decisión judicial. Según la Corte
Constitucional se materializa de la siguiente manera:

“La jurisprudencia constitucional, a partir de las


sentencias T-949 de 2003 y C-590 de 2005, estableció la
falta de motivación de las decisiones judiciales,
entendiendo aquella como la ausencia de sustento
argumentativo o la irrelevancia de las consideraciones
aplicadas para dirimir la controversia, como un criterio
específico autónomo de procedencia de la acción de
tutela contra providencias judiciales.

Desde muy temprano en la doctrina constitucional


sobre la materia, esta Corporación ha recalcado de
manera enfática la necesidad de sustentar los
argumentos que llevan al juez a adoptar una
decisión[15]. En efecto, en la sentencia C-037 de 1996,
analizando la constitucionalidad del artículo 55 de la
Ley Estatutaria de Administración de Justicia, la Corte
sostuvo:

“no cabe duda que la más trascendental de las


atribuciones asignadas al juez y la que constituye la
esencia misma del deber constitucional de administrar
justicia, es la de resolver, con imparcialidad, en forma
oportuna, efectiva y definitiva los asuntos que los sujetos
procesales someten a su consideración (Art. 228
C.P.). Para ello, es indispensable, como acertadamente
se dice al inicio de la disposición que se revisa, que
sean analizados todos los hechos y asuntos planteados
dentro del debate judicial e, inclusive, que se expliquen
en forma diáfana, juiciosa y debidamente sustentada,
las razones que llevaron al juez para desechar o para
aprobar los cargos que fundamenten el caso en
concreto”6

Consideramos que en el caso bajo estudio el Tribunal podría haber


abordado de una manera más profunda el serio problema jurídico
planteado a la judicatura.

No obstante la gravedad del problema jurídico, este se resolvió en tres


breves párrafos.

I) No se trata de delitos aislados, cometidos en contextos


temporales, espaciales y carentes de relación en su
criminogénesis, sino que, contrario sensu, de acuerdo a la

6
Corte Constitucional, Sentencia T – 709 DE 2010
imputación fáctica de la Fiscalía, existe una evidente
conexidad entre la consumación de uno de los delitos
como medio, y el otro como fin, por múltiples sujetos, que
llevan a la Colegiatura a concluir la existencia de una
homogeneidad en el actuar delictivo que aconseja, bajo
los principios de conexidad y unidad procesal, adelantar
la actuación bajo una misma cuerda procesal.

II) Que el hecho de que uno de los delitos investigados en


el contexto de homogeneidad y unidad procesal
antedicho es de ejecución permanente, y tuvo vigencia
durante el trámite legislativo, aunado al hecho de que la
actuación procesal se haya surtido desde sus etapas
investigativas bajo las ritualidades de la Ley 906 de 2004,
impone como criterio de decisión, de acuerdo a la tesis
de la razón objetiva, que la actuación procesal debe
continuar bajo dichas ritualidades.

(…)

7.1. Como viene de verse, la causal de nulidad alegada


no se estructura en razón a que, las “irregularidades”
denunciadas por la defensa relacionadas con una
indebida aplicación de la ley procesal en el tiempo,
encuentran respaldo legal y jurisprudencial en los
principios de unidad procesal, conexidad y en la tesis de
la razón objetiva, lo que permite a la Sala concluir que el
juzgamiento puede adelantarse bajo las ritualidades de
la Ley 906 de 2004 sin incurrir en violación del principio de
estricta legalidad.

Como puede apreciarse, los tres párrafos (que resumen la decisión)


enfatizan de diferentes maneras el criterio de conexidad como motivación
suficiente para despachar negativamente la solicitud de nulidad.

Sin embargo, el suscrito abogado durante la solicitud de declaratoria de


nulidad, inclusive en el traslado de recurso de alzada, reconoció la
existencia de la tesis de la razón objetiva, y expuso motivos jurídicos de
orden constitucional y principialísticos para no tenerlos en cuenta en el
asunto en particular.

Creemos que no se explicó de forma diáfana ni completa las razones que


llevaron al juez a confirmar la decisión apelada.

Precisamente la inquietud de este profesional del Derecho frente a la


decisión de primera instancia era sobre la inaplicación del principio de
unidad procesal -que dispone que por cada hecho se debe adelantar una
investigación penal- teniendo en consideración que varios de los hechos
imputados como delictivos ocurrieron antes de la entrada en vigencia de
la Ley 906 de 2004.

De la lectura de la providencia no es posible distinguir los motivos por los


cuales se prefirió mantener incólume la decisión de instancia a reivindicar
el principio según el cual cada conducta presuntamente delictiva genera
un proceso penal independiente.

Por ejemplo, esto se dijo en la sustentación del recurso:


Aquí no hay un tema de concurso de delitos de falsos
testimonios en el tiempo que nos lleve a que unos falso
testimonios tuvieron lugar bajo la vigencia de la ley 600 y
otros falso testimonios concursados en vigencia de la ley
906, porque en ese caso, que no es el nuestro, en gracia
de discusión podría tener sentido la aplicación de la
teoría jurisprudencial de la razón objetiva, pero como no
es el caso, porque los delitos de falsos testimonios, todos
se ejecutaron instantáneamente bajo la ley 600, lo que
correspondía por respeto al principio de la unidad
procesal era haberse investigado bajo esa cuerda
procesal, no importa cuando se hubieran denunciado,
entre otra razones, porque esos delitos, no requiere
denuncia para la activación del aparato jurisdiccional
del estado, esto no es como el caso de una querella, que
si el querellante no actúa no pasa nada, aquí una vez
que ocurre, es la administración de justicia, la ofendida,
es objetivo, es algo que oficiosamente se puede
investigar y no puede pretenderse trasladarle a la
defensa la carga de la tarea investigativa del estado.

Vemos pues que este reparo en particular de la defensa quedó huérfano


de respuesta por parte del ad quem, es decir que, como lo exige la
jurisprudencia de la Corte Constitucional no se analizaron todos los hechos
y asuntos planteados por el recurrente.
2.2. VIOLACIÓN DIRECTA DE LA CONSTITUCIÓN

El ad quem dejó de aplicar el artículo 29 de la Constitución Nacional pues


desbordo su contenido de este precepto constitucional. La Corte
Constitucional considera que esta vía de hecho tiene las siguientes
características:

“El desconocimiento de la Constitución puede


producirse por diferentes hipótesis. Así, se ha sostenido
que esta figura se estructura cuando el juez en la
decisión desconoce la Carta. Ello puede ocurrir,
primero, porque no se aplica una norma fundamental
al caso en estudio, lo cual se presenta porque: (a) en la
solución del caso se dejó de interpretar y aplicar una
disposición legal de conformidad con el precedente
constitucional; (b) se trata de un derecho fundamental
de aplicación inmediata; y (c) en las decisiones se
vulneraron derechos fundamentales y no se tuvo en
cuenta el principio de interpretación conforme con la
Constitución.

En segundo lugar, porque se aplica la ley al margen de


los preceptos consagrados en la Constitución. En este
caso, se ha señalado que los jueces, en sus fallos,
deben tener en cuenta la excepción de
inconstitucionalidad contenida en el artículo 4º
Superior, en tanto la Carta es norma de normas y,
cuando existe incompatibilidad con las disposiciones
legales, debe aplicarse de preferencia las
constitucionales.

34. En suma, esta causal de procedencia específica de


la acción de tutela se genera a partir del
desconocimiento de los jueces de aplicar la
Constitución, conforme con el mandato consagrado en
el artículo 4º de la Carta que antepone de manera
preferente la aplicación de sus postulados.”7

El precepto constitucional que consideramos violentado tiene el siguiente


tenor literal:

“ARTICULO 29. El debido proceso se aplicará a toda clase


de actuaciones judiciales y administrativas.

Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes


preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal
competente y con observancia de la plenitud de las
formas propias de cada juicio.

En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun


cuando sea posterior, se aplicará de preferencia a la
restrictiva o desfavorable.”

Además de lo anterior, no podemos desconocer la voluntad del


constituyente derivado, quien mediante Acto legislativo 3 de 2002
determinó la vigencia del denominado Sistema Penal Oral Acusatorio.

7
Corte Constitucional, Sentencia SU – 068 de 2018. M.P.: JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS.
Recordemos lo establecido en su artículo 5°:

ARTÍCULO 5o. VIGENCIA. El presente Acto Legislativo rige


a partir de su aprobación, pero se aplicará de acuerdo
con la gradualidad que determine la ley y únicamente a
los delitos cometidos con posterioridad a la vigencia que
en ella se establezca. La aplicación del nuevo sistema se
iniciará en los distritos judiciales a partir del 1o. de enero
de 2005 de manera gradual y sucesiva. El nuevo sistema
deberá entrar en plena vigencia a más tardar el 31 de
diciembre del 2008.

De entrada vemos que la voluntad expresa del constituyente al estatuir


este sistema procesal penal fue que la aplicación sea única y
exclusivamente a conductas presuntamente delictivas cometidas con
posterioridad a la entrada en vigencia del mismo.

La Constitución plantea una solución definitiva no condicionada a razones


de eficientismo procesal ni mucho menos a criterios de conexidad
procesal.

Este principio además de ser replicado en las leyes 600 de 2000 y 906 de
2004 en sus normas rectoras (artículo 6°), asimismo lo hallamos en el bloque
de Constitucionalidad (Artículo 93 de la Constitución Política).

El artículo 8° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos


establece como garantías judiciales:
Artículo 8. Garantías Judiciales

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas


garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada
contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier
otro carácter.

Reglas similares encontramos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles


y Políticos de 1966:

“Art. 15. 1. Nadie será condenado por actos u omisiones


que en el momento de cometerse no fueran delictivos
según el derecho nacional o internacional.
Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable
en el momento de la comisión del delito. Si con
posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la
imposición de una pena más leve, el delincuente se
beneficiará de ello.
“2. Nada de lo dispuesto en este artículo se opondrá al
juicio ni a la condena de una persona por actos u
omisiones que, en el momento de cometerse, fueran
delictivos según los principios generales del derecho
reconocidos por la comunidad internacional”.

De igual modo la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948:


“Art. 11. 2. Nadie será condenado por actos u omisiones
que en el momento de cometerse no fueron delictivos
según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se
impondrá pena más grave que la aplicable en el
momento de la comisión del delito”.

Como se sabe, el principio de legalidad surgió como una reacción al


absolutismo, de ahí que sea una conquista y un estandarte de los Estados
modernos, pero sobre todo, un límite al poder de aquellos.

En sus distintas vertientes, la dimensión que hoy se reclama del principio de


legalidad es el respeto por las reglas sustantivas y procesales aplicables a
la conducta investigada.

Esta modalidad del principio de legalidad ha sido reconocida por la Corte


Constitucional:

“La Constitución colombiana, por su parte, en el artículo


29 establece que “Nadie podrá ser juzgado sino
conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa,
ante juez o tribunal competente y con observancia de la
plenitud de las formas propias de cada juicio”, exigiendo
al legislador (i) definir de manera clara, concreta e
inequívoca las conductas reprobadas, (ii) el señalar
anticipadamente las respectivas sanciones, así como (iii)
la definición de las autoridades competentes y (iv) el
establecimiento de las reglas sustantivas y procesales
aplicables, todo ello en aras de garantizar un debido
proceso.
“El principio de legalidad penal constituye una de las
principales conquistas del constitucionalismo pues
constituye una salvaguarda de la seguridad jurídica de
los ciudadanos ya que les permite conocer previamente
cuándo y por qué “motivos pueden ser objeto de penas
ya sea privativas de la libertad o de otra índole evitando
de esta forma toda clase de arbitrariedad o intervención
indebida por parte de las autoridades penales
respectivas”. De esa manera, ese principio protege la
libertad individual, controla la arbitrariedad judicial y
asegura la igualdad de todas las personas ante el poder
punitivo estatal.
Por eso es natural que los tratados de derechos humanos
y nuestra constitución lo incorporen expresamente
cuando establecen que nadie puede ser juzgado sino
conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa
(CP art. 29)”(Énfasis suplido)8

En el mismo sentido tiene dicho:

“La jurisprudencia ha señalado que para imponer


sanciones penales, “no basta que la ley describa el
comportamiento punible sino que además debe precisar
el procedimiento y el juez competente para investigar y
sancionar esas conductas (CP arts. 28 y 29)”

8
Corte Constitucional. C-592 de 2005. M.P. Álvaro Tafur Galvis
La Corte Interamericana de Derechos Humanos también ha reivindicado la
primacía de este Principio de legalidad:

En sentencia del 25 de noviembre de 2004, en el caso Lori Berenson Mejía


contra Perú:

“En un Estado de Derecho, los principios de legalidad e


irretroactividad presiden la actuación de todos los
órganos del Estado, en sus respectivas competencias,
particularmente cuando viene al caso el ejercicio de su
poder punitivo”

Como vemos la discusión que planteamos no es un asunto menor o que


podría resolverse de plano como lo despacho el Honorable Tribunal de
Santa Marta.

La legalidad del proceso (irretroactividad de la ley procesal) es un principio


que sólo concibe una excepción válida constitucionalmente; el principio
de favorabilidad, que valga decir, no tiene aplicabilidad en nuestro
asunto.

Debemos reiterar que, a parte del artículo 93 de la Constitución Política, la


Corte Constitucional tiene sentada una línea jurisprudencial sobre la
vinculatoriedad de los tratados internacionales, en particular la
Convención Americana de los Derechos Humanos. Entre otras las
sentencias C-028 de 2006, C- 774 de 2001, C- 802 de 2002 y T- 786 de 2003.

De lo dicho hasta acá surge la necesidad de hablar de las nociones de


control de constitucionalidad y control de convencionalidad.
Estas se refieren a los deberes de los funcionarios judiciales de velar porque
las normas del orden interno y de menor jerarquía se acompasen con los
mandatos constitucionales y convencionales.

Precisamente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el órgano


autorizado para la interpretación de la Convención Americana de
Derechos Humanos dijo:

124. La Corte es consciente que los jueces y tribunales


internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están
obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el
ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha
ratificado un tratado internacional como la Convención
Americana, sus jueces, como parte del aparato del
Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga
a velar porque los efectos de las disposiciones de la
Convención no se vean mermadas por la aplicación de
leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio
carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder
Judicial debe ejercer una especie de “control de
convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que
aplican en los casos concretos y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el
Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el
tratado, sino también la interpretación que del mismo ha
hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la
Convención Americana. 9

De esto se desprende que todos los jueces, sin importar su rango o


jerarquía están vinculados a las disposiciones constitucionales y
convencionales y que deben inaplicar normas del orden interno que no se
acompasen o sean contrarias a aquellas que irradian todo el sistema
jurídico.

En ese orden de ideas, es que sostenemos que en el presente caso se violó


la Constitución pues se contravino las normas denunciadas; esto es artículo
29 de la Constitución Política, artículo 8 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.

Valga reiterar que estas disposiciones superiores rescatan esa conquista de


los Estados de Derecho que las personas no pueden ser juzgados por
delitos o tribunales conformados con posterioridad a la comisión de la
conducta que se les enrostra.

No se trata de hacer juicios de preferencias o bondades de la Ley 600 de


2000 frente a la Ley 906 de 2004, pues como todos sabemos, ambos
sistemas procesales son debidos procesos.

El quid del asunto es el respeto por las garantías de juzgamiento conforme


al procedimiento legal para el momento en que se cometió la conducta.

Se aclara también, nuevamente, que las conductas de falsedad


documental, que son aquellas cuyo juzgamiento se cometió

9
Corte Interameriana de Derechos Humanos. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, Sentencia del 26 de
septiembre de 2006
presuntamente por mis prohijados durante la égida de la Ley 600 de 2000,
son de las denominadas como de ejecución instantánea, como muy bien
lo apuntó el Honorable Tribunal en la decisión.

Esta clase de delitos no presentan las dificultades propias de los delitos de


ejecución permanente para resolver el problema de tránsito de leyes
durante su comisión.

Las conductas de ejecución permanente se realizan en un momento


temporal determinado, en este caso, aquellas ocurrieron antes del 1° de
enero de 2008, momento en que entró a regir la Ley 906 de 2004 en el
distrito de Santa Marta.

Desde luego, en consideración del suscrito, criterios legales (de jerarquía


inferior a la Constitución) como la conexidad no pueden contravenir las
disposiciones Constitucionales bajo argumentaciones de supuesta
eficiencia judicial. La dignidad de las personas no puede estar supeditada
a consideraciones de economía de la Administración de Justicia.

La dignidad humana, que es principio y garantía significa que el ser


humano es un fin en sí mismo y no medio para nadie, mucho menos para
evitar que la administración de justicia se sature de procesos penales.

A la misma conclusión se puede llegar a partir de un juicio de


proporcionalidad sobre los principios en disputa; la garantía de legalidad
del procedimiento y la administración de justicia.

En primer término vemos que ni siquiera los sujetos de protección de estas


garantías son los mismos. La garantía de legalidad del procedimiento está
dirigido a proteger al individuo perseguido por el Estado, mientras que la
administración de justicia es más una institución que un derecho, está
destinada a servir a la comunidad para la persecución de los fines del
Estado.

Así, tiene mayor peso específico en esta ponderación esa garantía


concreta que vigila y procura el bienestar de la persona que es perseguida
por todo el aparato estatal, incluyendo, por supuesto, a la administración
de justicia que la aparente duplicidad de procesos.

Y decimos aparente porque como se trata de un concurso de delitos,


precisamente de lo que se trata es del juzgamiento de conductas
diferenciables material y jurídicamente.

Por más que la supuesta conducta constitutiva de falsedad en documento


haya sido medio para la comisión del fraude procesal, se trata de
acciones diferenciables, reiteramos, desde lo jurídico, pero también desde
lo material.

Así pues, no existiría duplicidad de procesos, sino que, por el contrario, se


cumpliría la regla legal de unidad procesal.

Lo anterior sumado a que el concurso homogéneo de presuntas


falsedades habrían tenido ocurrencia en vigencia de la Ley 600 de 2000
obligan a concluir que es esta y no otra la Ley bajo el cual deben ser
tramitadas, si no se pretende desconocer el principio de legalidad ya
estudiado.
Por todo lo anterior, solicitamos que se ampare los derechos
fundamentales de los accionados, y que se reconozca la vigencia e
importancia de los principios vulnerados con la decisión del Honorable
Tribunal Superior.

VI. NOTIFICACIONES

Recibiré notificaciones en la Carrera 19 A No. 82 – 40 / Piso 5 en la ciudad


de Bogotá, así como al correo electrónico
[email protected] y en los teléfonos +57 (1) 5300638,
5300640 y abonado celular 3003053031.

La entidad accionada, esto es la Sala Penal del Tribunal Superior de Santa


Marta puede ser notificada al correo
[email protected]

VII. ANEXOS

Como anexos de la presente acción de tutela presentamos los siguientes


documentos (que fueron anunciados a lo largo del documento):

1. Poderes debidamente otorgados por los accionantes.


2. Escrito de formulación de acusación.
3. Acta de audiencia de formulación de acusación.
4. Decisión proferida por el Honorable Tribunal Superior de Santa Marta.
VIII. PETICIÓN

Por todo lo anterior, solicito de la manera más respetuosa al Honorable


Magistrado que declare la violación de los derechos fundamentales de los
accionantes y ordene al Honorable Tribunal de Santa Marta aplicar los
mandatos constitucionales.

Atentamente,

JAIME ENRIQUE GRANADOS PEÑA


C.C. N° 19.439.307 DE BOGOTÁ
T.P. N° 39.927 DEL C. S. DE LA J.

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