48 horas en Menorca

Bienvenidos a una escapada de 48 horas en Menorca entre aguas transparentes, calas y pueblos con magia.
Macarella y Macarelleta
Alamy

Bienvenidos a una escapada de 48 horas en Menorca entre aguas transparentes, calas y pueblos. Se dice de ella que es la gema de Baleares. También que es una isla mágica, mística. Quien la conoce lo sabe.

Llena de rincones únicos donde la desconexión está asegurada, pueblos llenos de historia, casas blancas, y leyendas, muchas leyendas, hasta Barbarroja la marcó en su mapa.

Ver fotos: siempre nos quedarán los veranos en Menorca

Mucho antes de que el pirata asolase Ciudadela en el siglo XVI, Menorca tuvo un sinfín de habitantes, algo que se refleja en sus costumbres, arquitecturas e historia.

Concretamente la isla fue poblada a comienzos de la Edad de Bronce, de ahí los monumentos megalíticos que en Menorca se traducen en talayots, navetas y taulas. Después pasarían los fenicios, los griegos y los cartagineses. Fueron estos últimos, los que al frente del general Magón, dieron nombre a la ciudad que fundó, Mahón, hoy visita imprescindible.

Ruinas talayóticas en Menorca.Alamy

Romanos y musulmanes también dejarían su impronta en la isla, siendo estos últimos quienes ubicarían a Ciudadela, por ese entonces llamada Jamma, como su capital. El amor de los menorquines a los caballos, como queda patente en sus fiestas, también es herencia árabe.

Tras la conquista por el Reino de Aragón, la historia de Menorca transcurre de forma paralela a la de Mallorca. De hecho, desde 1298 hasta 1343 formó parte del Reino de Mallorca.

Pero si hubo otro momento fundamental en el desarrollo de la isla fue el siglo XVIII, cuando en 1708 fue conquistada por los ingleses. Más de medio siglo de influjo británico dio lugar a una época de expansión comercial de oro, especialmente en la que pasó a ser capital, Mahón, que aún hoy respira ese aire british.

Sin embargo, hoy por hoy no son los ingleses tan protagonistas, sino los franceses, turistas por antonomasia de esta Reserva de la Biosfera a la que, cada vez, más españoles eligen también como su destino vacacional.

Cantera de Santa Ponça.Visit Alaior

DÍA 1

09:00h. No hay Menorca posible sin coche, así que alquilarlo nada más aterrizar es un paso obligado. La máxima distancia que recorrerás, eso sí, son 45 minutos. Volante en mano, ahora lo que toca es organizarse en una isla para vivirla sin prisas, sin agobios, sin cobertura.

Porque el viaje podría limitarse, perfectamente, a descubrir las calas que se esconden por toda la isla. Accesibles, buena parte de ellas, pero casi siempre andando un tramo (más largo o más corto) a través del llamado camí de cavalls.

Cala Turqueta.Getty

Una buena opción para comenzar ruta son las llamadas calas del sur, playas de aguas cristalinas, barcos y arena mimetizada con la naturaleza. Una estampa mítica espera en Cala Turqueta. Cercana a Ciutadella, es una de las más visitadas en temporada alta pero con mayor probabilidad de acceso que las vecinas Macarella y Macarelleta.

Para llegar a Cala Turqueta hay que andar unos 15 minutos por un bosque de pinos. Merecerá la pena. El agua turquesa, las formaciones rocosas y los árboles rodean una playa que es puro Mediterráneo.

En opción del visitante queda caminar hasta la vecina Macarella (unos 25 minutos) o regresar a Ciudadela y coger el autobús público que en verano se habilita como única forma sobre ruedas de llegar a este paraíso sobre la tierra, un nombre siempre presente entre las mejores playas de España. 

Cala Macarella.Getty

14:00. Evita pensar que vas a comer por estos lares. Llévate un picnic o espera a volver a la civilización. De hecho, el olor a sobrasada, a carn i xulla (el salchichón de la isla) y a queso de Mahón en las inmediaciones del Mercado Municipal de Ciudadela serán el rastro que necesitabas.

Si prefieres una opción de mesa y mantel, en el puerto de la capital espera S’Amarador, un clásico entre los clásicos. Su langosta frita con huevo y patatas, un must obligado.

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16:00. La digestión puede hacerse perdiéndose por el centro de Ciudadela. Elegantes palacios, buena parte de ellos reconvertidos en hoteles, se mezclan con casas bajitas, calles adoquinadas, plazas llenas de terrazas y vida, mucha vida.

No hay mejor punto de arranque que su plaza principal, la Plaza del Born. El Ayuntamiento, el Palau Salort o el Palacio de Torre-Saura son algunos de los edificios que reflejan la historia y evolución de la ciudad. Espera aquí también Imperi, un clásico café donde el modernismo manda, perfecto para hacer una pausa.

El ayuntamiento de Ciutadella.Alamy

La continuación lleva el nombre de Catedral. Por la Calle Mayor se llega en pocos minutos al principal templo católico de Menorca. Santa María de Ciutadella, de estilo gótico, la mandó construir el rey Alfonso II tras la conquista de Menorca en el siglo XIV sobre una antigua mezquita. Sus imponentes dimensiones chocan con las estrechas calles que conducen hasta su puerta.

Contemplar el Patio del Bisbe, comprar en la porticada calle de Josep Maria Quadrado, más conocida como Ses Voltes, y disfrutar del puerto, datado de la Edad Media, antes de que se baje el sol completarán el día en Ciutadella.

20:00. No hay isla que no presuma de atardeceres. En Menorca, una opción mágica espera en Pont d’en Gil, un puente natural enclavado entre acantilados situado cerca de la urbanización de Cala en Blanes. Se necesitan unos 10 minutos en coche de Ciutadella para llegar y otro cuarto de hora por el Camí de Cavalls antes de sentarse a disfrutar de las vistas.

Atardecer en Pont d'en Gil.Alamy

22:00. La cena espera cerca de Son Bou, en el hotel Menorca Experimental. Chic y canalla al mismo tiempo, el restaurante de este agroturismo está abierto al público para sorprender con una cocina fusión que mira desde Menorca al resto del mundo.

Ubicado en una antigua finca del siglo XIX, decorado con excelso gusto cosmopolita y fresco, cuenta con un coqueto espacio al aire libre donde disfrutar de las noches de Menorca con base mediterránea, producto local, inspiración en la cocina tradicional vasca y guiños al origen francés del grupo.

Con el chef bilbaíno Alex Larrea en los fogones, disponen de menú de almuerzo y cena. ¿Recomendación? Su aguachile con langostinos, naranja y mango.

La cocina de Menorca Experimental.Karel Balas

DÍA 2

09:00. El panorama cambia por completo cuando uno sube al norte de la isla. Si hay tiempo y ganas, desde Ciudadela merece la pena una parada previa en Lithica, una cantera en desuso reconvertida en espacio artístico y jardín botánico.

Ya en la zona norte de Menorca, postales más salvajes componen paradas como el Faro de Cavalleria o la mágica Cala Pregonda. Te sentirás en Marte mientras caminas por la ruta de tierra roja que conduce hasta esta playa. Otras alternativas son sus vecinas Cala del Pilar o Cala Mica.

14:00. Es Molí de Foc espera en el pequeño pueblo de San Clemente, cerca del aeropuerto, en un antiguo molino que a finales de los noventa Vicente Vila, valenciano trashumante, decidió convertir en su nueva casa. Manteniendo la estética rural pero con decoración modernista y obras de arte en sus paredes, sus arroces son de otro mundo.

Cala Pregonda.Alamy

16:00. Con la barriga llena nos dirigimos a Binibeca Vell, el poblado más instagrameable de Menorca. Este enclave, que pasó de ser un pueblo de pescadores a un idílico plató viviente de casitas encaladas de sinuosas formas y estrechos callejones con vistas al mar, requiere de un paseo corto pero inolvidable.

18:00. Entonces, solo entonces, el broche lo pone la capital: Mahón. Es inexcusable dar un paseo por el centro y su puerto, el segundo natural más grande de Europa.

Si eres amante del arte, entre sus últimas novedades está la galería Hauser & Wirth Menorca, arte contemporáneo en un islote de 40.000 metros cuadrados y un hospital naval del siglo XVIII restaurado.

Hauser & Wirth-Menorca.Hauser & Wirth/Daniel Schäfer

Un ferry conduce a la cercana isla del Rey y a esta galería de entrada gratuita donde las exposiciones conviven con un jardín diseñado por Piet Oudolf –paisajista del Highline de Nueva York– y esculturas de artistas como Chillida o Franz West.

También los barcos te llevarán hasta la misteriosa isla de Lazareto, donde este año se celebraba por vez primera un festival que repetirá, con seguridad, el año que viene.

Fue con motivo de la llegada de la peste bubónica que el Conde de Floridablanca, ministro de Carlos III, mandó la construcción de este fuerte donde pasarían cuarentenas los visitantes de Menorca durante un siglo.

Una entrada a Lazareto.Alamy

Su peculiar arquitectura, Bien de Interés Cultural, puede ser descubierta a través de visitas guiadas. Además, con el lanzamiento del Lazareto Festival este 2022, la isla ha pasado a ser un nuevo escenario al que mirar las noches veraniegas. En su estreno, Ara Malikian, Antonio Carmona y Makandé, Ana Torroja, Kool & the Gang, Nacha Pop o Taburete fueron algunos de los nombres que se subieron a un escenario tan único como especial.

22:00. Cerramos este 48 horas en Menorca con, como no, un plato sobre la mesa. Escogemos para ello una de las últimas aperturas de la isla: Burdell de Foc.

Ubicado en una antigua masía menorquina, a cinco minutos de Mahón, los chefs Javier Goya (grupo TriCiclo), José Fuentes (KultO) y el maître Fran Ramírez unen fuerzas en una propuesta gastronómica donde las brasas mandan. Con reminiscencias a recetas triunfadoras de sus locales en Madrid, los chefs juegan con una carta donde el producto local y las recetas menorquinas se cuelan con fuerza.

La masía que ocupa Burdell de Foc.@maria_missaglia

¿El resultado? Sabores inolvidables como su Tarantelo con cogollos a la brasa y romesco. Palabras mayores probar la sobrasada o la txuleta de vaca.

Las brasas, las verduras, los aliños frescos, los escabeches, las carnes maduradas y el atún rojo, conforman una carta en evolución que merece ser acompañada de un buen vino. Local, mejor. Con suerte, la velada vendrá acompañada de música en directo. Más mediterráneamente, imposible.

EXTRA, EXTRA

Ciutadella o Mahón son los dos lugares estratégicos para hospedarse si se buscan tardes bulliciosas y cenas veraniegas. Por la contra, la calma triunfa en los agroturismos que colman el interior de la isla.

Reservar unas horas para escaparse en barco en Menorca no es obligado, pero sí es algo recomendado al 99,9%. Son numerosas las empresas que gestionan excursiones donde no falta un chapuzón en la misma Macarella, un atardecer idílico a bordo o paseos entre cuevas y calas desconocidas.