Espacio Open: la antigua fábrica de galletas que se ha convertido en uno de los lugares de moda en Bilbao

Un interesante proyecto cultural que mantiene vivo el espíritu de Zorrozaure. 
Cedido a Cond Nast.
Cedido a Condé Nast.

La fábrica Artiach es uno de los pocos edificios industriales que han sobrevivido a la transformación de Zorrozaure estos últimos años. Bloques de pisos iguales a los que se pueden ver en cualquier otro sitio se levantan en los terrenos ocupados hasta hace no mucho por talleres y fábricas. Y donde hasta 1983 olía a las galletas de esta conocida marca que elaboraba aquí, entre otras, las populares Chiquilín.

Las mujeres que trabajaban en Artiach protagonizaron huelgas y protestas en defensa de sus derechos y son un símbolo de la lucha obrera del barrio. En su honor una de las principales calles de esta nueva zona ha sido bautizada como Avenida Galleteras. Sería lo único que quedaría de aquella historia si no fuera porque en 2009, en esta fábrica abandonada durante más de 20 años, abrió Espacio Open, un espacio cultural que mantiene viva el alma de La Ribera.

“Desde que fueron cerrando las fábricas, el barrio cayó en una época de decadencia, olvidado por las administraciones. Espacio Open fue una de las primeras iniciativas creativas que vino aquí y junto con otros proyectos, hemos contribuido a dar vida al barrio, organizando actividades que acercan a la población de Bilbao hacia la isla, y evitando una degradación mayor del edificio de la galletera”, explican los responsables de este proyecto.

Fábrica Artiach, en Espacio Open.

Cedido a Condé Nast Traveler.

Patrimonio industrial

Lo cierto es que cada vez cuesta más encontrar referencias del pasado en esta isla de reciente creación y que hasta hace poco era una península con el Canal de Deusto a un lado y la ría de Bilbao al otro.

Aunque por ahora se han levantado sobre todo edificios residenciales, el proyecto habla de muchos puentes para unir todas estas orillas, zonas verdes e incluso playas urbanas que suelen despertar media sonrisa en los locales. No por la ría, cada vez más limpia, sino por el clima de la ciudad.

Jugar a que antes era mejor sería una de esas trampas de la nostalgia. En una pequeña e infame fundición digna de un cuento de Dickens trabajó mi padre media vida, así que el olor a metal caminando por aquí cuando la ría era de color marrón forma parte de la memoria. Por aquí pasaba hace poco la gabarra del Athletic, 40 años después de que la viéramos por última vez asomados a una de las casetas blancas donde se cogía el bote para cruzar la ría.

Pero más allá de los recuerdos, la conservación del patrimonio industrial es una evidente asignatura pendiente en Bilbao. ¿Una prueba? El edificio de las antiguas harineras de Bilbao que cualquier día se vendrá abajo. Se adivina a lo lejos, al final de una de las curvas de la ría si uno se asoma desde la terraza de la cafetería de Espacio Open.

Aunque el visitante pueda ver en este espacio cultural otro ejercicio de gentrificación de un antiguo barrio industrial, no parece el caso. Basta rascar un poco en su historia, su implantación en el barrio y en los cambios que les rodean. “Esperamos que el plan urbanístico que ahora está en marcha respete la historia del barrio y priorice las necesidades del vecindario y de los proyectos culturales que estamos aquí”, reivindican.

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En 2022 el Gobierno Vasco adquirió los edificios que conforman esta antigua fábrica y se proyectó como futura sede Centro de Innovación para el Aprendizaje. De momento, un cartel de la Escuela de Creación Cinematográfica de Bilbao ha tapado donde todavía podía leerse Artiach en la singular fachada de uno de los edificios. Con columnas clásicas, la verdad es que tiene cierto aire de templo masón, o al menos más que de fábrica de galletas. Cerca, en otro edificio en muy mal estado aguanta el rótulo de Duquesa María, una de las galletas más famosas de esta empresa.

‘Open your Ganbara’

Y en medio de este relato entre pasado y futuro, el presente de esta antigua fábrica es Espacio Open. Y aunque los cada vez más numerosos turistas que visitan la ciudad seguramente han oído hablar de la cafetería del lugar (Jardín Secreto Bilbao) o de su mercadillo de ropa vintage, en realidad Espacio Open va más allá y se define como un “lugar de intersección entre cultura contemporánea, tecnologías abiertas e innovación social”.

El proyecto nació en 2009 y su primera actividad abierta al público fue el mercado de segunda mano Open Your Ganbara (abre tu trastero), un rastro abierto a todos los públicos y una de las primeras iniciativas del Zorrozaure creativo.

Zorrozaurre, un nuevo espacio para que la creatividad y la tecnología fluyan.

Cedido a Condé Nast Traveler.

“Miles de bilbaínas y bilbaínos abrieron sus trasteros para dar una segunda vida a sus tesoros mejor guardados, siendo el mayor evento de economía circular organizado en Euskadi donde anualmente más de 200 toneladas eran reutilizadas”, recuerdan los organizadores.

Aquella idea se ha convertido en Vintage Bilbao, una marca de ropa de segunda mano que con el lema “old is cool” cuenta un espacio de 500 metros cuadrados que se abre cada fin de semana. Junto a la cafetería -con terraza exterior y zona de conciertos- son los dos grandes atractivos de este lugar que recibe cada año 100.000 visitantes.

Más allá de esta vertiente pública, el centro también funciona como un laboratorio de creación multidisciplinar. Y desde 2013 se celebra aquí el Festival Internacional de Tecnologías Creativas Bilbao Maker Faire.

Además, desde 2014 se realizan también residencias artísticas. “Abrimos el laboratorio de creación digital Fab Lab Bilbao y sus herramientas para que perfiles artísticos puedan desarrollar sus proyectos, y acceder también a financiación gracias al programa Fábricas de Creación de Gobierno Vasco”, explican desde Espacio Open.

Ver fotos: el atlas mundial de las fábricas resucitadas

Un lugar repleto de proyectos, cultura y vida que se ha convertido ya en parte importante del barrio y una pieza para conocer la historia de ese Bilbao que a veces parece quedar sepultado por el brillo del titanio del Guggenheim. Quienes quieran descubrir ese pasado y también un lado más auténtico de esta ciudad, deberían pasarse por aquí.

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