Nueva Orleans lejos del folleto turístico

El escritor Antonio Jiménez Morato publica NOLA, un retrato de Nueva Orleans que huye de los tópicos turísticos en pos de la esencia de la ciudad
'Tiana y el sapo' Nueva Orleans
Walt Disney

Pensar en Nueva Orleans es caer en una ristra de clichés. Conciertos de jazz, el carnaval de Mardi Gras, el Mississippi o el vodoo son algunos de ellos. Una fotografía simple que se agota rápido. Sin embargo, conocerla a fondo lleva tiempo. Hay que vivirla y patearla más allá de lo que proponen las guías turísticas. Un ejercicio que llevó a cabo el escritor Antonio Jiménez Morato, quien ha trasladado sus años viviendo allí al libro NOLA (Jekyll&Jilll), acrónimo con el que se conoce la urbe.

Ver fotos: 12 destinos para 12 meses, los viajes que no te puedes perder este año

Como comenta el autor a Condé Nast Traveler, su deseo cuando llegó a la ciudad era alejarse del turismo y acercarse al viaje. “Ir hasta Nueva Orleans para encontrar lo que uno sospecha o espera lo veo infructuoso. Por eso el Nueva Orleans de NOLA huye del tópico turístico, cosa lógica porque uno vivió allí. No se trata de repasar las visitas esenciales de un viaje de fin de semana, sino de la esencia de la ciudad", explica.

El escritor Antonio Jiménez Morato.Daniel Mordzinski

Para ello, se alejó del folleto turístico, de lo que no se puede perder de la ciudad. Unas referencias que “se terminan en unas horas, ya estés en Nueva Orleans o en cualquier otro lugar, ya que extraen unos hitos y los aíslan de lo que los carga de significado. Cualquier resumen se agota rápidamente, y de lo que se trata es de intensificar la experiencia vital mediante las posibilidades que ofrece la escritura y la lectura".

VIVIR APARTADO DEL TURISMO

Consciente de que es una parte sustancial de la identidad de la ciudad, Jiménez Morato no trata de obviar la existencia del turismo en Nueva Orleans, sino de entender cuál es su alcance y significado. "Si uno va a vivir en una ciudad que se detiene durante una semana y que vende, en el sentido más literal del término, siete días de festejos como símbolo de todas sus realidades, es complicado escapar de él. Y, sin embargo, puede hacerse. Hay mucha más ciudad en Nueva Orleans apartada del carnaval. Prefiero pensar que mi libro subraya algo tan aparentemente evidente y tan ignorado".

Nueva Orleans.Alamy

Una urbe que define como marginal, pueblerina y orgullosa. Que ha pasado de ser la tercera ciudad del país por número de habitantes a estar ya por debajo de la quincuagésima. "Y lo ha hecho sin perder su capacidad de fascinar. Nueva Orleans es una de las primeras metrópolis de América, crisol de culturas, cruce de caminos, y eso sigue latiendo en sus calles. Cuando la gente va a la ciudad espera solo el parque temático de la época colonial, el carnaval y el lugar de desenfreno, pero allí vive gente, en pleno siglo XXI, y llevan una vida rutinaria. La ciudad que a mí me gusta es la que se te mete dentro y no sale nunca de ti, y tiene que ver con la música, con sus gentes y con su modo de asumir la existencia con calma".

Y añade: "Esa es la ciudad que a mí me interesa, y veo que la gente que ha leído el libro lo ha entendido así, les seduce y quieren conocerla. Muchos me han dicho que es el tipo de libro que las autoridades locales deberían traducir, porque da ganas no de visitar la ciudad, sino de vivir en ella. Es una de las paradojas del libro: logra plasmar el sentimiento de un lugareño de odiar y al mismo tiempo amar el lugar donde vive".

Nueva Orleans, una epifanía musical y gastronómica.Alamy

Un Nueva Orleans que, como apunta el autor, está en cualquier bar situado en la esquina de los barrios que no frecuentan los turistas, una ciudad que no está cargada de lugares de visita obligada, sino que permite al visitante ese ejercicio tan libre y satisfactorio de mezclarse en las rutinas de sus habitantes. "Lo mejor de Nueva Orleans es un domingo de Second Line, donde uno baila y anda durante cuatro horas y luego se sienta en una terraza o una barra a comer pollo frito y tomar unas cervezas con los mismos amigos con los que acudió al desfile".

UN VIAJE A TRAVÉS DE LA LITERATURA DE LA CIUDAD

Nola es también una de las ciudades más literarias del país. Una característica que Jiménez Morato explota para mostrar otro perfil del lugar. Un hecho que se debe a que, según el autor, durante dos siglos fue la desembocadura de la cuenca fluvial más grande del país y la última ciudad antes de viajar hacia al oeste. Lo que la transformaba en un destino para muchos escritores.

"Pero sobre todo me interesa el hecho de que la literatura, la de Lafcadio Hearn, la de Faulkner y Sherwood Anderson, la de Kennedy Toole, configuraron una ciudad hecha de palabras sólida y atrayente, que puede encontrarse, todavía hoy, en las calles de la ciudad. Nueva Orleans es la gran ciudad del sur del país y la literatura del sur sigue siendo una de las más reconocibles como rasgos de identidad de Estados Unidos. Faulkner, acaso el mayor escritor del país del siglo XX, se forjó allí. Ya solo por eso valió la pena fundar esa ciudad", explica.

Nola, de Antonio Jiménez Morato.Jekyll & Jill

Un libro que es también una serie de propuestas para relacionarnos con Nueva Orleans, y con el resto de ciudades, de manera diferente. Un planteamiento que ya aparece reflejado en la primera línea de la obra, con una cita de Lévi-Strauss que sostiene que los viajes y los exploradores son odiosos. "Creo que el mensaje claro del antropólogo francés, que yo cito y recojo, es el de que no vale para nada viajar a un sitio para verlo como quien mira un escaparate. Hay que meterse en él, sentirlo como propio, entenderlo, convertir un viaje en una experiencia transformadora, en una vivencia, convertirse en un lugareño. Creo que con eso ya tenemos medio camino hecho".

Una actitud que lleva también enla  ciudad en la que vive, donde acostumbra a darse paseos, ya que, como apunta, alguien no explora su ciudad, sino que se mueve en ella por necesidad, por obligaciones, por barrios alejados del mío y de todo circuito turístico o vacacional. “Me siento en una plaza donde solo hay ancianos y niños, me tomo un café, leo un poco, y luego regreso con la sensación de haber dado la vuelta al mundo, de haber visitado a nuestros antípodas. Y en realidad es el otro extremo de la línea de metro de al lado de casa. Esa tarea de ablandar el ladrillo, como decía Cortázar, de convertir cada día en una aventura y vivir en una ciudad como visitante, sentir el lenguaje propio como algo ajeno que debe ser conquistado y dejarse seducir por él como espoleta del deseo es lo que aplico a cada viaje, sobre todo cuando el viaje es a la esquina de casa. Da muy buenos resultados", finaliza.

Ver más artículos:

SUSCRÍBETE AQUÍ a nuestra newsletter y recibe todas las novedades de Condé Nast Traveler #YoSoyTraveler