El 9 de diciembre de 1996, los diseñadores y sus musas se reunían en la Met Gala que celebraba la obra de Christian Dior, protagonista de la exposición de moda que el museo inauguraba por aquel entonces. Calvin Klein y Christy Turlington formaban un dúo especialmente fotogénico, mientras que Christian Lacroix e Iman atraían todas las miradas con su combinación de pana, cristales y corsetería. Linda Evangelista llegaba con un vestido de escote peligrosamente pronunciado acompañada de su entonces pareja, Kyle MacLachlan, y Amber Valletta no dejaba de sonreír al recorrer la famosa escalinata. Poco después, entre el bullicio y los codazos, aparecía Lady Di.
Procedemos a explicarlo (y avisamos: no va a ser breve)
Acompañada de su amiga Liz Tilberis, Diana se movía con discreción con su estilismo menos regio hasta la fecha. Su vestido de seda de John Galliano para Dior, con adornos de encaje y bata de vestir a juego, estaba muy lejos de la Lady Di que había encandilado al mundo entero con su jersey de ovejas. Era la señal de que la princesa, recién divorciada, estaba disfrutando de una nueva etapa alejada de las restricciones que marcaba el protocolo del Palacio de Kensington.
No fueron solo los detalles de lencería los que anunciaron su ‘liberación’ durante la gala, sino también el hecho de que Lady Di decidiera encargar a Galliano, el creativo más romántico y prolífico de la industria, que confeccionara para ella una versión especial de un vestido azul noche de su primera colección para la maison. Fue el último grito de la moda en una noche en la que todas las miradas estuvieron puestas en ella. Si eso no le valió el reconocimiento de la moda, sí lo hizo el bolso que colgaba de su muñeca junto con un montón de pulseras de diamantes: originalmente denominado Chouchou, fue rebautizado en su honor como bolso Lady Dior. Al parecer, Diana estaba preocupada por lo que su hijo de 14 años, el Príncipe Guillermo, pudiera pensar de la aparición de su madre sobre la alfombra roja, pero los titulares fueron tan sensacionalistas como los del llamado ‘vestido de la venganza’ diseñado por Christina Stambolian, que la princesa lució en la Fiesta de Verano de la Serpentine en 1994. A pesar de su retirada de los focos, todo el mundo quería su trocito de Diana.
Lejos de utilizar la gran noche de la moda para sus propios fines, Lady Di comprendió el potencial de su imagen personal para luchar por una buena causa. Al igual que había hecho con la Semana de la Moda de Londres y los Premios de la Moda Británica, dar visibilidad a la fundación del Costume Institute del Met era el mejor regalo que podía hacer con su espectacular vestido y su gargantilla de perlas de siete vueltas. ¿Seguirán su ejemplo la nueva Princesa de Gales y los demás miembros de la familia real británica? Resulta difícil imaginar a Kate Middleton, más madura y seria que antaño, desfilando por la alfombra roja junto a las Kardashian, pero cosas más raras se han visto en la moda (y en la aristocracia británica).
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.co.uk. Traducción y adaptación: Carmen Cocina.
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