De John Galliano a Manolo Blahnik: 17 profesionales de la moda comparten sus recuerdos con Lady Di
“En una de sus últimas visitas me dijo que quería un vestido muy corto. Yo me opuse, pero ella replicó: 'Haga lo que haga me van a criticar, así que adelante'”, contó a Vogue el diseñador Roland Klein
La muerte de la princesa Diana de Gales, el 31 de agosto de 1997, provocó un estallido de luto público de una magnitud nunca vista, ni antes ni después. "El pueblo de Inglaterra se fue a la cama el sábado por la noche tras haber visto en televisión imágenes felices de una princesa ociosa abandonando Cerdeña con ese nuevo novio tan sexy", escribe Tina Brown en The Diana Chronicles. "Se levantaron con sombríos boletines sobre el regreso de su ataúd".
La conmoción conmovió a una nación conocida por su mentalidad imperturbable. Cuando a las 4 de la madrugada se supo que el accidente de Lady Di en el Pont de l’Alma había sido mortal, las compañías eléctricas registraron una subida de tensión sin precedentes, dado que cientos de miles de británicos se despertaron simultáneamente en mitad de la noche, pusieron a calentar sus teteras, encendieron sus televisores y se apresuraron a llamarse a sus teléfonos fijos para consolarse mutuamente. Antes del entierro de la princesa en su residencia familiar de Althorp, menos de una semana después, se habían depositado más de 60 millones de flores ante las puertas del palacio de Kensington.
Por supuesto, en la redacción de Vogue Reino Unido, el equipo editorial –parte del cual había estrechado lazos con Diana en sus frecuentes visitas a la casa– se puso inmediatamente a recopilar tributos a la difunta princesa. Publicada menos de un mes después, la portada del número de octubre de 1997 mostraba un retrato de la princesa con un vestido rojo de Ralph Lauren y tacones de Jimmy Choo, tomado por Patrick Demarchelier a mediados de los 90, mientras que en el interior, la revista no solo recogió un ensayo de la estilista de Diana, la subdirectora de la revista Anna Harvey, sino también abundantes dedicatorias de los importantes diseñadores de moda que habían vestido a la princesa para el mundo.
Con motivo del inminente estrenos de la Parte I de la última temporada de The Crown, recuperamos sus recuerdos de cuando trabajaron con Diana.
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.co.uk
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Carolina Charles
"Solíamos ensayar con los escotes, para asegurarnos de que no fueran demasiado bajos, pensábamos cómo podía salir del coche sin perder el decoro y enfrentarse a los fotógrafos que la esperaban. En los años 80, muchos periodistas y compradores internacionales vinieron a Londres por ella, igual que pasó en los años 60 con los Beatles. Aportó glamour internacional a la escena pública británica cuando antes nos resistíamos a mostrarlo".
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Bruce Oldfield
"Conocí a la princesa unas semanas después de su boda. Creo que para todos nosotros siempre hubo el problema de que no sabíamos muy bien cómo debíamos vestirla. Ella era consciente de que, incluso en lugar más lejano del mundo, representaba a Gran Bretaña, y no podía ir vestida con glamour. Recuerdo una ocasión en la que la animé a llevar la falda más corta. Pero ella se resistía a ir demasiado lejos. Le dije: 'Deberías mirar las minifaldas que llevaba la princesa Margarita en los años 60'. Al principio le daba igual la ropa, pero poco a poco empezó a disfrutar de la moda. Una cosa que me llamó la atención es que bloqueaba las rodillas hacia atrás. Llevaba las faldas por debajo de la rodilla en aquella época y yo miraba sus fotos y pensaba: '¿Qué coño hace?'. Luego me di cuenta de que bloqueaba las rodillas, le decía que no lo hiciera y me respondía: 'Deja de dar la lata'".
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Philip Somerville
"Nos conocimos en 1986. Me dijo: ‘Disculpa por no haber pedido cita, pero me encantan tus sombreros’. Tuve que hacerle un molde especial, porque su cabeza era un poco más grande que la media. Eso le hacía mucha gracia. Además, le gustaba que sobresaliera el flequillo. Lo que más recuerdo de las pruebas en el palacio de Kensington es la sala en la que trabajábamos: un pequeño salón con boles de flores maravillosas. Nada más entrar te llegaba un olor increíble. Después, siempre se tomaba la molestia de acompañarme hasta el coche".
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Ralph Lauren
"Tuve la suerte de contar con su apoyo para el Centro Nina Hyde de Investigación del Cáncer de Mama, una causa que significa mucho para mí. Ha habido muchas personas en mi vida que ha sido una suerte conocer. Me siento profundamente honrado de haber conocido a Diana".
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Roland Klein
"En una ocasión, tenía que venir al showroom a la 9 de la mañana y se presentó antes. La chica que atendía estaba en la cocina fregando los platos. La princesa asomó la cabeza por la puerta y preguntó: '¿Necesitas ayuda?'. Llegó al trabajo y la recibió nada menos que Diana con un paño de cocina en la mano. Esa informalidad era típica de ella. En una de sus últimas visitas me dijo que quería un vestido muy corto. Yo me opuse, pero ella replicó: 'Haga lo que haga me van a criticar, así que adelante'".
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Jasper Conran
"Cuando la Princesa de Gales vino a mi showroom, sabía que con darse una vuelta y saludar podía alegrar el día a alguien. Lo que hay que recordar es su enorme cortesía: siempre escribía notas de agradecimiento. Me solía enviar flores y yo pensaba: 'Se supone que debería enviártelas yo a ti'".
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Manolo Blahnik
"Llevaba su amabilidad más allá de todo límite. Hace tres años tuve un terrible accidente y al volver del hospital me encontré con un mensaje de la princesa. Esas eran las pequeñas cosas que más me conmovían de ella, como sus felicitaciones de Navidad, me encantaba recibirlas porque siempre ponía algo precioso y muy personal".
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Jacques Azagury
"Sabía muy bien cómo ganarse a la gente. Una vez que vino a la tienda, una dependienta muy joven, que llevaba un esmalte de uñas malva poco habitual, la conoció y se quedó embobada. Diana le dijo enseguida: "¡Dios, llevas un esmalte de uñas increíble!", y la chica se derritió entera. Luego siguió diciéndole que cuando llevaba esmaltes de colores raros, sus hijos le decían que no debería".
