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Así se llevan los colores pastel, por Mireia Oriol

La modelo y actriz Mireia Oriol interpreta para Vogue.es una de las tendencias más rotundas de la temporada y desvela, además, todos sus nuevos proyectos e inquietudes
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Andrea Savall

Si existe el destino, el de Mireia Oriol (Argentona, 1996) estaba, sin lugar a dudas, ligado a la interpretación. Porque tras iniciarse con solo 14 años en el mundo del modelaje y probar suerte como contadora de historias a través de la Comunicación Audiovisual, la catalana acabó exactamente donde debía, aunque por aquel entonces ni ella misma lo tuviese claro. A saber: al otro lado de la cámara haciendo lo que más disfruta hoy, actuar. 

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Cómo llevar colores pastel (por Mireia Oriol)
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Acabé dejando ambas carreras (la de comunicación y la de modelo) porque no acababa de sentirme feliz con nada y ya fue entonces cuando me fui a Londres a estudiar interpretación y cuando me faltaban dos meses para graduarme me salió El pacto, la peli de David Victori. ¡Soy la eterna no graduada! [Risas]. Supongo que al final todo me estaba conduciendo al mismo lugar. Creo que las oportunidades aparecen, pero siempre van conducidas por otras vivencias y otros caminos que hayas tomado”, reflexiona la actriz, que reconoce que, además, la actuación siempre le había atraído pero nunca se había lanzado. “Es algo que siempre me había gustado, pero no me valoraba suficiente ni creía que pudiera ser capaz de hacerlo. Había tomado clases en Barcelona, pero nunca dejaba que ocupara el sitio que inconscientemente deseaba. Al final, cuando te pones delante de una cámara como modelo, te escogen si encajas dentro de unos parámetros físicos (y cada vez más de personalidad). Pero con la interpretación vas aprendiendo que, aunque es una obviedad que el físico forma parte también del todo, no se trata de algo externo sino de algo profundo y vulnerable, y que hay que querer compartir eso y estar cómoda con ello para exponerlo”, defiende.

Andrea Savall

Hoy, sin embargo, Mireia no sólo ha conseguido encontrar esa comodidad frente a la cámara, sino que ha logrado captar la atención de directores como Santiago Lapeira o Pedro Collantes y en la actualidad se prepara para su gran salto a la fama de la mano de su nuevo proyecto Alma, una serie de corte sobrenatural que contará con Oriol como protagonista y que ya supone una de las grandes apuestas de Netflix para este año. “Rodar Alma ha sido un viaje transformador, mágico y muy duro. Todavía estoy volviendo a la realidad. Hemos estado rodando 6 meses, 4 en Asturias y 2 en Barcelona. Ha sido una aventura absorbente en la que he sentido que puse mi vida en pause y ahora que he vuelto a poner el play está todo del revés. Pero poco a poco las cosas van volviendo a su sitio. Creo que para todo el equipo ha sido un regalo y una locura en partes iguales” reconoce.

Andrea Savall

Aunque, en realidad, de experiencias intensas y estancias lejos de casa, Mireia sabe bastante. Además de Madrid, donde reside actualmente, la actriz ha vivido en Barcelona, París y Londres. Tres ciudades que no sólo han servido como telón de fondo durante su crecimiento como profesional sino que, reconoce, han tenido -cada una a su manera- un fuerte impacto en la persona que es hoy. “Para mí París es una ciudad para enamorarse, sensual, sofisticada y para perderse entre las calles horas y horas. Londres es la capital que me acogió durante dos años y, a pesar de ser una ciudad fría, fue abrumadora y catalizadora para mí en todos los niveles. Crecí y aprendí, viví una de las mejores épocas de mi vida sin duda. Y Barcelona… Barcelona es casa. Son mis amigas y amigos, mi familia, el mar, mi pueblo y, como decíamos con mi padre cuando me recogía siempre que llegaba de algún lado: ‘Te puedes ir muy lejos pero siempre acabas en el aeroport de El Prat’”, explica divertida.

Precisamente su nueva ciudad de adopción, Madrid, ha servido como escenario para el editorial que la actriz protagoniza para Vogue.es. Un paseo por el Madrid de los Austrias en el que Mireia interpreta una de las tendencias más rotundas de la temporada, la de los colores pastel. Una propuesta cromática que aboga tanto por el color block, como por la mezcla pero, eso sí, siempre en una paleta de tonos claros perfectos para iniciarse con ganas en el cambio de estación. “Creo muchísimo en el poder del color para influir en nuestro estado de ánimo”, reconoce. “De hecho, soy una persona bastante sensible a las energías y creo que el color de una habitación, por ejemplo, influye muchísimo en las sensaciones de las personas”.

Andrea Savall

De hecho, quizás por esa sensibilidad a las energías de la que ella misma habla, la artista admite que en su día a día se entrega a la comodidad de los básicos para vestirse, una fórmula que, según cuenta, resulta ideal para introducir los colores pastel en sus looks diarios. “Ahora que viene el buen tiempo son ideales. En mi caso es fácil combinarlos porque me visto bastante en tonos neutros y en los accesorios los colores pastel dan un toque de color muy sutil”, puntualiza. Aunque si tuviese que decantarse por un complemento indispensable, lo tiene claro: “No puedo vivir sin mis Converse. Y si pudiese me vestiría cada día de Chanel o Jacquemus”.

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No en vano, reconoce que su debilidad es la moda francesa, que junto a nombres tan variopintos como los de Kaia Gerber, Marie von Behrens, Joanna Halpin, o Mogli constituyen su principal fuente de inspiración estética. “En realidad, no tengo un estilo muy marcado, de hecho ha ido cambiando mucho dependiendo de lo que pasaba en mi vida personal, de dónde vivía, si trabajaba o no… voy por épocas”, dice. Y quizás así se entienda mejor que, cuando le pedimos que nos sugiera un estilismo que no falle se vaya a la fórmula infalible por antonomasia: “Unos tejanos, una camiseta blanca, unas Converse y un eyeliner”, sentencia. Esa receta mágica capaz de adaptarse a cualquier estilo con la misma facilidad que Mireia parece haber encajado su nueva vida como actriz y a la que la catalana le pide poco más, al menos, mientras dure este 2021. “De este año espero poder ir a festivales de música, volver a la completa normalidad, poder viajar y ver a tantas personas que hace tiempo que no veo. Aprender a gozar de los descansos y confiar más”. Pues eso.

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