Desentrañar las inspiraciones que hay tras una colección de Rodarte no siempre es una tarea sencilla, por mucho que el Romanticismo y ciertos toques góticos puedan facilitar su ejecución. Entre flores, tules y cuellos XL, es posible encontrar mezclas más o menos inesperadas, y la que parece perfilar la colección de otoño-invierno 2021/2022 de las hermanas Mulleavy entra en esa categoría: podría entenderse como la suma de Clueless y pinturas de Sorolla. Al menos, esa es la impresión que se desprende de un lookbook ubicado en la playa, con sombrillas decimonónicas y Alicia Silverstone como una de las invitadas.
No es la primera vez que una colección otoñal se enmarca a la orilla del mar, pero la versión que ha planteado Rodarte para la próxima temporada tiene rastros de la pincelada del valenciano, especialmente de las obras estivales de vestidos blancos, sombreros de ala ancha, velos livianos y las mencionadas sombrillas. Todo son elementos que, en realidad, encajan a la perfección con el argot de las Mulleavy, y así queda patente en, por ejemplo, la segunda instantánea de la propuesta, en la que tras una modelo con un vestido de flores negro y rosa, aparece una mujer de blanco impoluto sentada de espaldas a la cámara. O en la cuarta, cuando camina, velada de negro y con un parasol, por delante de un vestido midi cortado al bies. Y sí, esas desconocidas níveas incluso se sientan a jugar al ajedrez, ajenas a otro vestido en blanco y negro con botones joya. En esas fotografías realizadas por Todd Cole, hay esencias hermanas que se intuyen en todos los estilismos, pero también es posible encontrar un contraste casi descarnado, una suerte de anacronismo que resulta magnético, como en la instantánea en la que las mujeres de Sorolla actúan como extras para dejar que dos monos de flores ajustados hagan su papel protagonista.
Esa es una de las primeras muestras de cómo hay algo, cuando no mucho, de la estética de los años 90 en esta colección. Eso sí, pasado por el filtro Rodarte, que elimina buena parte del minimalismo canónico para acercarse a los cantos más pop de la década. Justo como sucedía en Clueless, la cinta de 1995 que catapultó a Silverstone a la fama mundial. Es ella quien lleva un vestido rosa con vivos en color negro que recuerda inevitablemente al final del siglo XX, o (de nuevo) un mono elástico de flores con una chaqueta bomber a juego, una de las tendencias que promete volver a adquirir relevancia la próxima temporada. Una que también estará marcada por el brillo y las lentejuelas, que tienen igualmente cabida en esta propuesta, tanto en su formato más canónico (los vestidos) como en otros más disruptivos (una sudadera y un pantalón de chándal). En esa línea, los conjuntos en rosa fucsia y verde intenso son otros diseños que se salen de la paleta predominante, configurando la concesión al neón que puede asociarse también a parte de la estética de los 90.
Al margen de estos guiños, vuelve a haber una enorme cantidad de flores y vestidos, que simplifican sus líneas para recordar que el optimismo y la ensoñación no tienen por qué ser artificiosas.
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