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Opinión

Música y Libros

Jorge Yarce o vivir para ser filósofo y pensador antes que periodista y educador

Jorge Yarce

Jorge Yarce

Foto:Cortesía

El periodista falleció en Bogotá a sus 83 años de edad.

Alberto saldarriaga blanco 
Se ha escrito mucho de Jorge Yarce Maya, a quien hemos dicho: “hasta siempre..” Eminente periodista, destacado hombre de medios y TV creando programas que hicieron carrera en la pantalla chica como Revivamos Nuestra Historia y Dialogando; director de la revista cultural ARCO, fundador de la única agencia colombiana privada de noticias en Colombia, COLPRENSA, del noticiero Promec de TV; connotado catedrático, educador de educadores vinculado a la creación y desarrollo de la universidad de la Sabana, ASPAEN, el Instituto Latinoamericano de Liderazgo y el Observatorio de la Universidad, sin mencionar su fecunda carrera de escritor y autor de casi medio centenar de libros sobre humanismo y sociedad.

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Pero poco o nada se ha dicho del sustrato o los cimientos que hicieron posible que este antioqueño que acaba de fallecer de 83 incansables años construyera el rascacielo de una prolífica vida personal y profesional tan fecunda. Tal vez si a los 19 no hubiera, con mucho pesar de su padre, también abogado, cambiado la carrera de Derecho (UPB) por la más ‘eterea’ de Filosofía, jamás hubiéramos conocido a este gran colombiano, no sólo a través de su pensamiento (teoría) sino a través de sus números frutos, obras y realizaciones en diversos campos (praxis). 
Dejó las leyes y los códigos por el ‘amor a la sabiduría’, definición de filosofía y su consagración a su estudio a través de los 6 grandes (Platón, Aristóteles y Tomas de Aquino; Descartes, Kant y Hegel), a la construcción de un pensamiento sistémico propio y al conocimiento profundo del ser, su esencia y trascendencia, del mundo y los seres que lo rodean (sociedad). Capítulo aparte merece su inmersión dialéctica en la corriente filosófica de la primera mitad, y más allá, del siglo XX, y de la cual Yarce fue el gran exponente en Colombia, el Existencialismo (abierto al espíritu) en búsqueda para el hombre moderno del sentido profundo de la existencia para encontrar razones de fondo a la vida y a la muerte, a la lucha, al sacrificio, al trabajo y al esfuerzo, al dolor y la enfermedad, a la alegría y la tristeza, a las guerras y la elusiva paz, a las tensiones y el “estrés” del desarrollo, de la industrialización, de la tecnología y el internet en la era de la inteligencia artificial, y de todo lo que vendrá, porque como él escribió “lo único permanente es la inmanencia del ser (humano) ”. 
Esta senda del existencialismo metafísico la recorrió de la mano de su gran maestro, el pensador francés Gabriel Marcel, sobre quien y Jean Paul Sartre, hizo su tesis doctoral (summa cum laude) en Sevilla, España, con una profunda disertación sobre la “Comunicación Personal Intersubjetiva” en la que analizó las entrañas de la comunicación del ser humano como gran diferenciador de la persona. 
Pero…, y como conectó Yarce, la profundidad de su acervo filosófico con la Educación y la cátedra, el Periodismo y los Medios?. Cómo pasó del pensamiento a la acción y como transmitió (comunicAcción, decía) sus hallazgos y conclusiones existenciales al público a través de su pluma y sus libros?. La fórmula fue sencilla: simplificó toda su compleja construcción epistemológica en su compendio de filosofía axiológica, es decir, en términos periodísticos, lo redujo todo a la pedagogía y la comunicación de Valores, a contribuir en la sociedad colombiana a la creación de círculos virtuosos en un mundo y una sociedad signados por los antivalores. Antivalores? sí!. O que es la relativización del mal (pagar un millón de pesos para que los jóvenes no maten..), la normalización de lo anormal (el CVY y la cultura del todo vale…), la subjetividad desatada y acomodaticia ( Mancuso culpable de 6500 muertes libre tras pena que daría risa en Nuremberg..), la falta de normas y de límites (primeras líneas de destrucción, tortura y vandalismo), etc, etc. Estos valores negativos parecen primar sobre los principios, las buenas costumbres, las conductas constructivas, los hábitos positivos, en fin, sobre los valores fundamentales de la sociedad, y en muchos casos hasta sobre las mismas leyes.   
Yarce puso el dedo en la llaga y dio por activa y por pasiva, en los medios, en sus columnas, en las aulas, en sus ensayos y discursos, algo tan sencillo, gratuito, democrático y universal, como los Valores como su antídoto positivo y constructivo para recuperar una sociedad filosóficamente enferma, (parece que el sentido de la existencia social fuese la búsqueda de su autodestrucción, escribió) que existencialmente ha perdido el curso, el norte y el sentido de su existencia como comunidad y casi que como nación y país. Yarce, profundo creyente en Dios, pensaba que una concepción cristiana de la vida, la familia y la sociedad era una cierta garantía de bien para una persona, comunidad y un país. . 

La clave de Jorge Yarce para trascender más allá del mundo de los medios, la comunicación, la universidad y la cátedra fueron sus sólidos cimientos intelectuales como pensador y filósofo

Pero como de por medio está la libertad individual y el libre albedrío, decía que, como mínimo, había que volver a unos cuantos valores fundamentales como cimiento básico del ser, la existencia humana y de la interacción social. Por eso habló y escribió y difundió sin reato el mensaje de recuperar en Colombia virtudes y hábitos personales y sociales de: generosidad, dar y compartir, amor y amistad, sinceridad y asertividad, palabra y coherencia, verdad e integridad, constancia y laboriosidad, alegría y optimismo, orden y pulcritud, trabajo en equipo y espíritu de servicio, ética intachable por sobre lo mero legal, honradez y rectitud, respeto y solidaridad, equidad y justicia, libertad con responsabilidad… ( ver más en sus numerosos libros sobre Valores)
Todo esto sonaría hoy a “zanahorio”, vetusto y acartonado, pero es justamente “lo inmanente y permanente del ser humano”..., lo que ha sido actual y real desde Platón y Aristóteles y que Yarce rescata escatológicamente antes de que Colombia caiga definitivamente al abismo . Y suena pasado de moda porque nos acostumbramos, decía, con “piel de elefante” a una sociedad ( Sí,,!!, la colombiana, ) en la que los antivalores parecieran ser el orden del día, lo común que como decía y escribía “NO es lo normal”: desde diarios y sonoros escándalos de corrupción, desfalcos, robos continuados, contratos amañados pasando por la “normalización” de la ya proverbial impuntualidad (hasta internacional) presidencial hasta los desmanes de los “vivos y avivatos” en la final de la Copa América con los que se sigue pervirtiendo el retrato y desprestigio de “el colombiano”, hasta el carcelazo de Jesurún, infausto adalid del futbol colombiano. 

Yarce puso el dedo en la llaga y dio por activa y por pasiva, en los medios, en sus columnas, en las aulas, en sus ensayos y discursos, algo tan sencillo, gratuito, democrático y universal

Asombra, contrasta y sorprende, pensaría Yarce, ese vandálico comportamiento social y el mal ejemplo del dirigente en un país extranjero con la mundialmente ejemplar y virtuosísisma muestra de valores hechos vida y comportamientos positivos de los jugadores de la selección colombiana a nivel personal y como grupo social confirmando la vigencia y actualidad de su filosofía axiológica y la validez de su fórmula de Valores en Acción como dinámica social para contribuir y obtener el bien común en Colombia. En este sentido, escribió , “la familia, célula de la sociedad, debe ser la primera gran escuela de Valores”. 
Todo esto demuestra que la filosofía axiológica de Yarce tiene y toma una actualidad inusitada para contribuir ojalá, a romper nuestros consabidos círculos viciosos sociales y convertirlos algún día, en virtuosos. Todo este contraste de lo positivo, grande y bueno de Colombia y el colombiano que cuando se junta parece caer fácilmente en “colombianadas” (comportamientos asociales) y surge entonces lo negativo y lo “tenaz”, es objeto de su libro “ La Crisis del Hombre Actual” .
La clave de Jorge Yarce para trascender más allá del mundo de los medios, la comunicación, la universidad y la cátedra fueron sus sólidos cimientos intelectuales como pensador y filósofo “con los pies en la tierra” y su pensamiento sistémico alrededor de la construcción de valores del ser y la persona humana, recogido en casi medio centenar de libros que son su legado para la posteridad.
Por ser y haber vivido como el filósofo moderno del ser y el hacer, y por encima incluso de su brillante trayectoria de empresario y promotor de medios, de iniciativas educativas, Yarce debe ser reconocido y recordado como el más grande filósofo colombiano y pensador sobre la sociedad y realidad colombiana de la segunda parte del siglo pasado y de este cuarto del siglo XXI. 
*Exdirector de Colprensa, [email protected] , X @alsalda
Alberto saldarriaga blanco 
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