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Noticia

Música y Libros

Manuel Palomino: el protagonista pusilánime de la nueva novela del escritor Andrés Mauricio Muñoz

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Andrés Mauricio Muñoz ganó en 2018 el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez.

Foto:Fabian Matiz .Instagram: @Matiz_diseno

El autor payanés lanzó en  2023 su tercera novela “Los desagradables” publicada bajo el sello, Seix Barrial, de Planeta editorial.

Elena Chafyrtth Periodista cultural

Cuando se le pregunta al escritor Andrés Mauricio Muñoz cómo encuentra tiempo para la escritura, armoniosamente responde con una sonrisa. “A mis personajes y a mis historias los pienso todo el tiempo, nunca los abandono. Es en horas de la madrugada cuando me siento a escribirlos. La literatura reposa en ese espacio del día, el cual defiendo como si fuera un santuario”.

​(Además: José Clopatofsky, director de la revista Motor, recibe el reconocimiento Vida y obra durante la ceremonia de Premios Fipa).

Muñoz ha confesado en varias ocasiones que los personajes llegan en cualquier momento. Instantáneamente cuando estos se asoman a su mente, comienza a dibujar sus gestos, y entonces es ahí cuando va creando su carácter, sus expresiones, miedos y disputas. Así fue como ocurrió con esta novela.

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Eso es la literatura, ese es el oficio. En esa definición de apariencia banal puede residir la belleza que uno como lector agradece

Ya había retratado en su mente la imagen y algunas características de Manuel Palomino, el protagonista de "Los desagradables", pero fue durante una conversación— que escuchó un día en una cafetería—, la que le dio vida definitiva al personaje. De pronto, escuchó a una mujer preguntarle a su amigo por qué se negaba a reunirse con sus compañeros de la universidad. 
"¿Y a qué voy a ir, si es que yo no he hecho nada en la vida?", respondió compungido el hombre.
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Foto:Portada Los desagradables.

Así nació esta historia de un hombre que se cree a sí mismo frágil, minúsculo, pusilánime, que le avergüenza mirarse al espejo porque se detiene y al mismo tiempo se concentra en contemplar una y otra vez sus imperfecciones. Se enfoca en la simetría de sus cachetes, en sus ojos, en su sonrisa y nada de lo que ve le gusta, lo hace sentir a gusto, pero sobre todo seguro consigo mismo.

​(También: Joropo al Parque: el fascinante plan para este fin de semana en Bogotá).
Palomino desde pequeño sintió el rechazo de las mujeres que lo rodeaban. Sintió la negación de su hermana y su mamá, empezó a sentir odio por ellas cuando las veía agredirse entre ellas. Luego más tarde en la universidad nació un resentimiento por Paola Amézquita, quien cursaba tercer semestre de Biología, justo esa noche, a mitad de la fiesta, lo saludó con un abrazo que se le volvió eterno y le avivó la ilusión de poder enamorar aquella mujer, que le sonrió por unas cuantas horas hasta que su novio llegó a recogerla.
Después llegó Patricia Fierro a su vida, una compañera de la universidad y quien fue la creadora de atribuirle a sus amigos el nombre de “Los Desagradables”. Precisamente fue ella quien una noche, al finalizar una fiesta, cuando a alguien se le ocurrió la fabulosa idea de ponerle penitencias a todos, a Patricia le tocó besar a tres tipos esa noche, pero fue en la última ronda cuando por petición del público le tocó besar a Palomino, hasta que ella no se aguantó e interrumpió ese beso después de unos contados segundos, gritando “¡marica, qué asco!”.

​Ese ruido incomodo, esas palabras que esa misma noche fueron una puñalada tras puñalada se convirtió, con el tiempo, en una frase que él nunca quiso, o mejor aún, nunca pudo olvidar. Entonces durante largas noches se cuestionaba lo fácil que resultaba para las mujeres provocar hondas heridas con tan solo el crujir de unas cuantas palabras. En la universidad que, seguramente, “fue la mejor etapa de su vida sobrevivió y soportó muchas cosas en casa por el grupo al que pertenecía.
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Autor de "Desasosiegos menores" el primer libro que publicó. 

Foto:Mariana Muñoz Gutiérrez.

“En ese grupo que se formó de manera oficial a raíz de un comentario, se habían juntado los tímidos, los temerosos, los que no sabían bailar, a quienes le sudaban las manos cuando se encontraban con la chica que les gustaba, como los que no se sentían con las agallas o la gallardía para hacerle frente al amor cuando este les plantaba cara. Palomino no recordaba con precisión qué suceso los había acercado, o si acaso se trataba de la naturaleza misma, como si fuera cuestión de un olor o una fragancia que emanaba de ellos (…) El hecho es que a mediados de primer semestre ya eran inseparables”.

(De su interés: Paul McCartney anuncia shows en cuatro países suramericanos: vea las fechas y los lugares).

​Palomino tiene treinta y cinco años y trabaja en una bodega desde hace diez. Renunció a sus estudios, no se aguantaba más a su mamá y a su hermana. Esto lo llevó a trabajar en una bodega, en una empresa abarrotes. Fue precisamente allí en donde conoció a Sofia, una practicante a la que empezó a perseguir en las horas del almuerzo o a la salida. Corría entre los callejones y estaba atento ante cualquier movimiento para que por la noche, mientras preparaba el almuerzo del siguiente día, los estudiara cuidadosamente, pendiente de no dar ningún paso en falso.
A veces, esperaba que todos sus compañeros salieran de la oficina para caminar por cada rincón de los pasillos de la empresa, se detenía en cada cubículo husmeando la vida de los otros. Se fijaba en las fotos que colgaban de sus parejas, de sus hijos, de sus mascotas y eso lo frustraba, porque ellos tenían una vida, sueños, proyectos. Él, en cambio, construyó una vida en función de esas paredes, de esa oficina, de esos documentos que firmaba una y otra vez.

Esta es la historia de un hombre desagradable que se quedó viviendo en ese pasado oscuro y no pudo salir de allí, no construyó sus propias palabras, ideas y sueños porque creyó que le serían negados si algún día lo intentaba. Esta es la historia de un hombre minúsculo que se obsesionaba con la vida de los otros porque nunca se atrevió a construir una propia.​
Qué lo motiva a explorar personajes como Palomino' y 'Rosero’, quienes son retratados como hombres minúsculos y pusilánimes en sus novelas?

En términos generales desde hace varios años decidí poner mi mirada en esos personajes desde una perspectiva literaria. Mucho se habla del hombre seductor, del estereotipo del hombre que conquista, que consigue, que provee, pero poco de aquel que trastabilla en el amor, al que lo desconcierta la posibilidad de fracasar con una mujer, el que se amedrenta de manera paralizante ante el otro género.

 Me gusta que menciones a Rosero, protagonista de mi novela Las Margaritas, historia de un hombre minúsculo. Así como a Palomino, de Los Desagradables, porque de alguna manera se parecen mucho si hablamos de ese rasgo de pusilanimidad. Palomino se juzga a sí mismo como un varón de poca monta, y eso resume el tipo de hombre que he querido representar. 

(Además: ‘Alpe d’Huez’: el triunfo de Lucho Herrera en la pluma de Ricardo Silva).

La literatura reposa en ese espacio del día, el cual defiendo como si fuera un santuario

En entrevistas previas, mencionó que, en una cafetería, escuchó a un hombre decir 'Para qué voy a ir, si es que yo no he hecho nada en la vida', negándose a reencontrarse con sus excompañeros de la universidad. ¿Por qué esta frase fue determinante para el proceso de creación de la novela?

Fue determinante porque calzó con la historia que estaba buscando, algo que se articulara con ese agobio contemporáneo que siempre me ha preocupado, en el sentido de la noción de éxito o fracaso que construimos a partir de lo que nos arrojan a la cara las redes sociales. Parece que tiene éxito quien tiene dinero, o un cargo directivo o recorre el mundo, pero no se dice mucho de quien tiene la genialidad de encontrarlo en la llaneza de la vida, en la cotidianidad que a veces nos puede parecer exasperante.

 En ese momento sentí que quien hablaba en la mesa contigua era mi personaje. Esa es la genealogía de Palomino. Palomino por momentos parece adoptar esa sabiduría con su estilo de vida, pero lo acobarda cuando se deja llevar por lo que intuye del mundo más allá de su cubículo en la oficina, por fuera de esa soledad inapelable que lleva en el apartamento en el que vive.
Se habla mucho de las frustraciones y las inseguridades femeninas, pero leyendo la vida de Palomino es cuando se recuerda que también los hombres se sienten de esta manera ¿por qué cree que en la literatura contemporánea se habla poco sobre la fragilidad masculina?
No sabría decirte la razón por la cual se habla poco, porque me parecería una intromisión indebida hurgar en las razones de los otros escritores para descartar ciertos temas. Pero lo que sí puedo decirte es que el hecho de mirar esa otra parte de la historia podría contribuir mucho al encuentro necesario que nos debemos entre hombres y mujeres. Siempre hemos convivido, pero hay zonas de esa comunión poco transitadas. La deconstrucción que tanto se anhela hoy en día pasa también por entender nuestros miedos.
¿Cuál fue el último libro que leyó y hay alguna frase en particular que recuerde o que haya dejado una impresión duradera en usted?

Fue la novela Fortuna, del escritor argentino Hernán Diaz, novela galardonada con el premio Pulitzer de 2023. Recuerdo mucho la definición de insomnio que hace uno de los personajes: Siempre capaz de encontrar el ruido exasperante, algún recuerdo incómodo, algún foco de dolor, algún agravio. Eso es la literatura, ese es el oficio. En esa definición de apariencia banal puede residir la belleza que uno como lector agradece.
Elena Chafyrtth Periodista cultural
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