Javier Milei: así le ha ido a seis meses de gobernar Argentina con logros económicos, retos sociales y grandes enredos políticos

Al ritmo de las canciones de hard rock del grupo La Renga, el mandatario sacudía su melena y abría los brazos mientras más de 6.000 libertarios aplaudían con frenesí, antes de sentarse a escucharlo durante más de una hora hablar contra “la casta” -la clase política, la burocracia y el liderazgo sindical- y contra “ese maldito Estado, fuente de todos los problemas”.

Para ese día, el Presidente aún esperaba marcar el 25 de mayo, fiesta nacional, con un triunfo político: sacar adelante su controvertida Ley Bases, una ambiciosa legislación que busca desregular la economía, reducir el tamaño y los gastos sociales del Estado, privatizar entidades, bajar unos impuestos y eliminar otros, y otorgarle amplias facultades al presidente argentino para gestionar un giro ultraliberal en una de las economías más estatizadas e intervencionistas del tercer mundo.

Pero, Milei no logró tener lista la ley para el día 25. Si bien la Cámara Baja ya había dado su aprobación al proyecto, con importantes modificaciones, en el Senado le costaba avanzar, lo que obligó a Milei a introducir, este fin de semana, cambios en su gabinete y en su equipo de colaboradores en la Casa Rosada, con miras asegurarse una negociación exitosa ya que su partido, La Libertad Avanza, carece de mayorías en el Congreso.

Hasta ahora, y sin importar el desgaste por las peleas, los retrocesos y las correcciones que ha tenido que hacer, a seis meses de gobernar Argentina, Javier Milei conserva un margen razonable de respaldo popular.
​
Según una reciente encuesta de Opinion Lab, 49 por ciento de los encuestados tiene de él una imagen positiva, contra 45 por ciento que tiene una negativa, cifras que dividen al público, pero que son mucho mejores que las de sus opositores como la expresidente Cristina Kirchner que, en el mismo sondeo, apenas tiene 36 por ciento de imagen positiva, contra 61 por ciento de negativa.

El mandatario obtiene mejores registros en otros sondeos: 53 por ciento en Opina Argentina y 58,7 por ciento en Giacobbe Consultores. 

Sin embargo, Milei está por debajo de los niveles alcanzados por sus predecesores tras los primeros meses de mandato: según el Índice de Confianza en el Gobierno, encuesta mensual de la universidad Torcuato di Tella, alcanza una nota de 2,51 sobre 5, por debajo de Mauricio Macri y de Alejandro Fernández, que superaban la nota de 3 a estas alturas de sus mandatos.

Con más de 70 años, Norma Carmagnola, una jubilada que se sobrepuso a los ventarrones de frío del otoño bonaerense para asistir al acto en el Luna Park en apoyo del mandatario, le transmitió al periodista Fabien Palem del diario francés Le Figaro, su confianza: “Yo espero que tenga éxito tanto en el plano económico como en su lucha contra la corrupción -aseguró-. La situación es difícil, pero hay que aguantar, al menos hasta fin de año”.

Carmagnola ha sentido en carne propia el impacto del ajuste económico, que afecta numerosos programas sociales sostenidos con la chequera del Estado argentino, durante décadas de populismo peronista. Pero su situación, al igual que la de millones de argentinos empobrecidos por el colapso de la economía, ya era bastante mala antes del ascenso de Milei.

El 46 por ciento de la población vivía en situación de pobreza a mediados del año pasado, una cifra que no se veía desde la crisis de 2001 que llevó a la renuncia del presidente Fernando de la Rúa.

Algunos indicadores invitan a un moderado optimismo. La inflación, que batió récord en diciembre al cierre del mandato de Fernández, cuando llegó a 25,5 por ciento mensual, ha venido bajando desde la llegada de Milei: 20,6 por ciento en enero, 13,2 por ciento en febrero, 11 por ciento en marzo y 8,8 por ciento en abril.

Todo ello gracias al duro ajuste en el gasto del Gobierno, que le permitió al equipo económico de Milei, encabezado por su ministro del ramo, Luis Caputo, mostrar en abril un superávit fiscal equivalente al 0,2 por ciento del PIB. Por primera vez en años, quizás en décadas, el Gobierno está gastando menos de lo que recauda.

A eso se suma que, hace un par de semanas, el gobierno argentino recibió un inesperado espaldarazo del Fondo Monetario Internacional (FMI). 

Julie Kozack, vocera del FMI, reveló en el curso de una rueda de prensa que la entidad espera que “la economía (de Argentina) comience a crecer en el segundo semestre del año”, un primer giro positivo tras haber dicho el Fondo que el PIB gaucho caería este año 2,8 por ciento.

“El camino por recorrer sigue siendo difícil -agregó al referirse a los terrenos fiscal y monetario-. Mantener y aprovechar estos primeros avances significará que las políticas tendrán que evolucionar en varias dimensiones”. 

Kozack mencionó la necesidad de liberar el mercado cambiario, una vez la economía haya ganado estabilidad y el peso pueda competir adecuadamente con el dólar.

Además, en el frente fiscal, el FMI plantea como necesarias “la eficiencia y la progresividad del sistema tributario” al tiempo que pide que la programación de la asistencia social “sea suficiente y esté bien orientada para proteger a los más vulnerables”.

El Fondo anunció el desembolso de 800 millones de dólares, dentro de un plan de reprogramación de la deuda pactado con el gobierno anterior. Mantener esa reprogramación parece ahora menos complicado, pues el FMI considera, según su vocera, que “la implementación decisiva por parte de las autoridades de su plan de estabilización están dando resultados mejores de lo esperado”.

El gran desafío de Milei en este campo es que un desmonte tan ambicioso de los planes sociales, muchos de los cuales se habían convertido en canales de corrupción y de enriquecimiento de unos pocos pues buena parte de los recursos se quedaba por el camino, que no lleve a la miseria a más argentinos de los que ya hoy se muestran incapaces de satisfacer sus necesidades básicas, en especial en materia de alimentos.

Y en eso, el FMI ha querido lanzar una alerta y le ha dicho a Milei que debe hacer un esfuerzo para evitar que el peso del ajuste “recaiga desproporcionadamente sobre las familias trabajadoras”, según lo expresado por la vocera Kozack. 

Ya no se trata solo de evitar que los sindicatos argentinos, tan poderosos como cuestionados en términos de corrupción, paralicen el país con una sucesión de huelgas contra la política económica del dirigente libertario, sino de hacer lo posible por no golpear más a las clases populares que llevan años sufriendo lo peor de cada crisis.

Para poder seguir avanzando con su agenda en el Congreso y conseguir, entre otras, la aprobación de la Ley Bases, Milei ha tenido que hacer un acto de contrición y reconocer que parte de su equipo no estaba haciendo bien la tarea con el parlamento.

De ahí que este fin de semana haya descabezado a su jefe de gabinete, Nicolás Posse, y lo haya remplazado por el hasta ahora ministro de Interior, Guillermo Francos.

Posse había liderado, sin éxito, un equipo poco eficaz en la Casa Rosada, del que hace parte también la misteriosa hermana de Milei, Karina. Aparte de ser secretaria general de la Presidencia y cumplir funciones de primera dama, quienes conocen su estrecha relación con el presidente aseguran que es la encargada de asuntos tan esotéricos como la comunicación que Milei dice mantener con su perro muerto, y la lectura del tarot, tal y como lo relató este lunes en una crónica para el diario ABC de Madrid, su corresponsal en Buenos Aires, la experimentada periodista brasileña residente en Argentina, Sylvia Colombo.

Francos, el nuevo jefe de gabinete, tiene la responsabilidad de llevar a buen término la aprobación de la Ley Bases, primero en la plenaria del Senado, y luego, en su regreso a la Cámara Baja que ya votó una primera versión y debe ahora darles la bendición a los cambios introducidos por el Senado.

Como lo señalaba hace poco el analista Sergio Berenzstein, en una columna en el diario La Nación, ni el presidente, ni la vicepresidenta de Argentina, Victoria Villarruel, ni la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, ni el jefe de Gabinete Posse, “contaban con una experiencia de gestión relevante en el sector público”.

Ejemplo de inexperiencia es el escándalo que estalló este fin de semana, cuando un juez descubrió que toneladas de alimentos destinados a auxiliar a las familias más pobres, estaban a punto de vencer en una bodega de la secretaría de Capital Humano. La expresidente Kirchner aprovechó para apuntar contra el Gobierno “por poner a alguien sin experiencia” al frente del programa de alimentos.

Tras el sacrificio de Posse, ese vacío viene a llenarlo Francos, quien ha sido diputado, presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, representante del país en el BID y, en meses recientes, ministro de Interior. Francos salvó la Ley Bases del hundimiento en la comisión senatorial y deberá ahora completar la tarea para que, con ese poderoso instrumento legal, Milei pueda seguir adelante con su agenda.

Este martes era esperado otro nombramiento de un hombre experimentado, Federico Sturzenegger, en una cartera del gabinete aún sin definir. Expresidente del Banco Central de la República -el emisor-, es un economista de renombre con excelentes relaciones con el mundo político. 

Si se quiere, Francos y Sturzenegger son dos hombres de “la casta” que tanto ha combatido Milei en sus discursos, pero que ahora, en un ejercicio de realismo político, el mandatario necesita para que su ambiciosa revolución libertaria no se quede varada al inicio del camino.

mvargaslina@hotmail / Instagram @mvargaslinares