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De golpe, Presidente

Como se habla de una nueva constituyente, ya he escuchado decir por ahí “así empezaron en Venezuela”

Luis Noé OchoaSubeditor
No se puede negar que el país, donde la polarización y el odio se dan silvestres, anda en un ataque de nervios y de incertidumbre, que ya es una pandemia.

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Vade retro, pesimismo, pero es que nada sale. Estos días hubo chubascos en Bogotá, los de san Pedro y los de don Petro. Además, como los embalses, hijos de la Chingaza, como diría un mexicano, están en el 16,9 por ciento, apenas para 54 días de abastecimiento, el Distrito programa racionamientos por zonas en la capital.
Hay que ahorrar. Este sí debe ser un pacto histórico. Bañarse con agua fría, uj, uj, uj, aligera el baño. No dejar la llave abierta mientras se cepilla los dientes, que además ahora son cepilladas largas, pues mientras tanto muchos miran el celular y chatean... Si ya cae de lo alto, no rociar jardines ni lavar el carro frente a la casa. Hay que recoger aguas lluvias y la de la ducha para las cisternas. Y si se hace trabajo en casa, bañarse día de por medio. Y el baño puede ser compartido.
Pero cuidado. Sé de un amigo que hace años tuvo problemas cuando su esposa lo pilló en la ducha jabonando a una vecina con quien compartían el chorro y hacían pompas. Debemos pensar, en todo caso, que ahorrar es un placer genial, sensual, pues, así como vamos, de pronto, o “de golpe”, nos toque llamar a la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres para que compren unos 500 carrotanques.

Mucha plata se puede embolatar. “De golpe”, digo. Yo no creo que intereses políticos lo lleven a esta tragedia.

Sí, hay que ser comprensivos, aceptar el racionamiento y tomar medidas. Aunque aquí se necesita también razonamiento. Porque en política llueven rayos y centellas y, a pesar de la escasez, se echan agua 24 × 7, como dicen los ejecutivos. Como aquí todo es paradoja, no hay agua pero se ahogó la reforma de la salud del Gobierno, después de 14 meses de desgaste, de peleas, costos políticos, seguramente mermelada en abundancia; meses, que le costaron varios de sus ministros con experiencia que eran polo a tierra del Gobierno.
En el Senado, serios y valerosos senadores dijeron que la reforma no solucionaba los problemas del sistema y no se conocía su costo real. Además, hubo errores de concertación, no les importaron los aportes ni los valiosos conceptos técnicos, como los de exministros de Salud. En un momento de cordura pidieron aportes a la oposición, pero fue burla burlando, pues los dejaron en sala de espera... Así, solo con los amigos y activistas al lado, la reforma era Corcho en remolino, hasta que pasó lo que tenía que pasar.
Como si hubiera un plan B, de inmediato, antes de un sencillo requiescat in pace, la Superitendencia de Salud anunció la intervención de las EPS Sanitas y Nueva EPS. “Ahora nos toca resolverlo, y lo que podría ser una concertación ahora es de golpe”, dijo el Presidente. ¿De golpe? Y como se habla de una nueva constituyente y decretos de emergencia, ya he escuchado decir por ahí que “así empezaron en Venezuela”. “De golpe lo están madurando”, dice otro en broma.
Presidente Petro, nunca es tarde. No olvide que está de por medio la gente, la salud de más de 50 millones de colombianos, que en su mayoría quieren su sistema de salud, pues hay atención universal. Todos dicen que el Estado no está preparado, que vamos para el viejo Seguro Social; para esas largas filas, carraqueando de frío, en las madrugadas para tomar ficha; para salas de urgencia llenas de gente en el piso. ¿Y usted sabe lo que son más de $ 90 billones sueltos por ahí en el sector público? Mucha plata se puede embolatar. “De golpe”, digo. Yo no creo que intereses políticos lo lleven a esta tragedia. Usted, Presidente, es más grande que eso. Usted no querrá que cada muerto desatendido lleve la cruz del Pacto Histórico.
Por ello, por los pacientes, le vuelvo a pedir que escuche a la otra orilla. Es hora de los consensos, de que usted convoque, que tenga más grandeza que odios. De grandes es rectificar. A lo mejor, “de golpe” logra un buen mandato.
Luis Noé OchoaSubeditor
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