En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Opinión

Columnistas

Docencia para la resistencia

Los nuevos profesores que ahora están trabajando en los colegios deben reconocerse con el poder de generar un verdadero cambio en nuestra sociedad.

Alejandro Higuera Sotomayor
Mientras escribía la columna pasada pensé también en que algunos jóvenes salen de las universidades y se encaminan en la labor docente, intentando replicar lo que han vivido en las diferentes instituciones educativas. Muchos de nosotros padecimos en el paso por la universidad de doctores y maestros que nunca quisieron ser docentes, pero que encontraron en esta labor el refugio para poder investigar. Por lo cual resulta importante reflexionar sobre el objetivo de cambio que tiene este trabajo y su importancia para el futuro de la sociedad, pues considero que es importante que las nuevas generaciones cultiven más profesores con vocación.

Conforme a los criterios de

La enseñanza debería ser entendida como un acompañamiento a otro ser humano. No importa si lo que se dictan son ciencias exactas, humanas o un área artística, cuando hemos decidido ser profesores asumimos la tarea de introducir y fascinar a alguien con los temas que nos apasionan. Muchos consideran que basta con que los estudiantes conozcan el contenido del curso, pero esto es un nivel básico y fácilmente olvidable. Los estudiantes aprobarán el examen y al siguiente semestre habrán dejado atrás lo duro o fácil que fue y dejarán parcialmente los conocimientos adquiridos.
Por eso es necesario un segundo nivel en el que los profesores afianzan un método, un procedimiento o una competencia. Los estudiantes trascienden de un conocimiento específico porque ahora saben qué autores consultar o aprenden a analizar una situación con una mirada particular. Algunos profesores se frustran en este nivel, pues les cuesta entender que no todos nacimos aprendidos, con las mismas situaciones socioeconómicas o con las mismas capacidades cognitivas. Este nivel exige que los docentes sepan acoger y acompañar la diferencia que se puede presentar en el aula.

Resulta importante reflexionar sobre el objetivo de cambio que tiene este trabajo y su importancia para el futuro de la sociedad

El siguiente paso buscará despertar la curiosidad para que sean los estudiantes los que busquen e investiguen sin necesidad de una tarea. En nuestra época generar esa curiosidad es un reto mayor, pues a nuestra generación casi no la fascina nada. De lograr este nivel, el docente habrá dejado una marca en sus estudiantes, unas nuevas gafas con las que verán la realidad, y que les ayudará a definir su carrera y su propósito de vida en consonancia.
Sin embargo, los tres niveles anteriores son simples y obviables para una generación que tiene tanta información a la mano y una IA nueva cada semana. Si volvemos a la idea de que un profesor acompaña, reta y potencia a sus estudiantes, tendríamos que preguntarnos qué es lo más retador para nuestra generación en la actualidad, qué es eso que deben enseñar los docentes. Por eso el cuarto nivel de un docente no es que sus estudiantes sean los más duros en pruebas para pasar a una prestigiosa universidad o un empleo. El objetivo docente debe ser siempre el de construir y generar comunidad. Hacer que sus estudiantes se conozcan, salgan de la individualidad a la que nos obligan las redes y conecten en el mundo real con personas con las que comparten (o no) una historia y una pasión.
Muchos han olvidado aquella máxima de Aristóteles en la que nos define como un animal social, un animal necesitado de la retroalimentación y el fortalecimiento que nos brindan los otros.
Los nuevos profesores que ahora están trabajando en los colegios deben reconocerse con el poder de generar un verdadero cambio en nuestra sociedad. El cambio no vendrá con un político, no aparecerá del todo con la tecnología. El cambio será en realidad la generación de comunidad en las aulas, la resistencia a la individualidad y al desconocimiento del otro. Es en comunidad cuando más se genera aprehensión de competencias, valores, pasiones, solución de condiciones mentales y emocionales y el sentido de pertenencia, todos aspectos que hoy vemos tan perdidos en nosotros los jóvenes.
ALEJANDRO HIGUERA SOTOMAYOR
Alejandro Higuera Sotomayor
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción