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El nuevo Registrador

Hernán Penagos debe seguir con la modernización y cuidar la credibilidad que da sentido a la entidad

Editorial
Confirmando los pronósticos de las últimas semanas que lo señalaban como el más opcionado para el cargo, el abogado Hernán Penagos fue elegido por los presidentes de las altas cortes como nuevo Registrador Nacional del Estado Civil. Su nombre hizo parte de un listado final de diez preseleccionados que superaron con éxito las instancias establecidas por la ley, incluida una prueba de conocimientos.

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La hoja de vida de Penagos muestra una trayectoria en lo público acorde con lo que se espera para quien ocupe un cargo de tal importancia. Ha sido, entre otros, presidente de la Cámara de Representantes, donde tuvo una destacada labor impulsando los proyectos que aterrizaron los acuerdos de paz con las Farc; magistrado y presidente del Consejo Nacional Electoral y profesor de derecho administrativo y electoral. No hay duda de que se trata de una persona que conoce a fondo el sistema electoral, tanto como el tejemaneje legislativo. También, que diferentes sectores políticos valoran su experiencia, razón que en parte explica por qué desde el primer momento sobresalió su nombre entre los opcionados.
Tiene retos y responsabilidades claves. Su periodo comienza en medio de un ambiente de expectativa en relación con lo que la Corte Constitucional decida respecto al nuevo Código Electoral, cuya ley está en este momento bajo estudio del alto tribunal. Hay que recordar que este código, que reemplaza al actual, fue objeto de críticas por la nueva burocracia que crea y por las facultades que le da al registrador en materia de contratación. De aprobarse, le corresponderá a Penagos disipar temores apelando, como corresponde, a la meritocracia y a la transparencia. De no superar el tamiz de la Corte, sin duda la principal tarea de Penagos será la de impulsar un nuevo intento por reformar el Código vigente, que data de 1986. En este caso, las citadas críticas deberán tenerse en cuenta, así como los interrogantes que hoy se formulan en tantas latitudes sobre el paso a un sistema de votación electrónico. Aquí es necesario un debate riguroso e informado antes de proceder.

En un contexto de polarización, es vital que todas las fuerzas políticas tengan un canal abierto con la Registraduría.

La nueva cabeza de la Registraduría deberá también seguir por la senda de la actualización tecnológica del registro de los ciudadanos que comenzó su antecesor, Alexánder Vega. Aquí el proyecto bandera, que cada vez se consolida más, es el de la cédula digital. No sobra recordar que cuanto más avanza esta iniciativa, mayor es la responsabilidad de la Registraduría de salvaguardar, según lo que dicta la ley, la información personal de los colombianos.
Puede, por último, equipararse la figura del registrador a la del árbitro de un partido de fútbol y en esta medida, como ocurre con el balompié, mientras más discreta logre que sea su labor, mientras menos reflectores concite, mejor. Con un ambiente polarizado y enrarecido como el que hoy se constata en la política colombiana, su principal labor debe ser la de mantener al tiempo la imparcialidad y la cordialidad con todos los sectores. Es vital que todas las fuerzas políticas tengan un canal de comunicación abierto con la Registraduría y que su desempeño, en las primeras de cambio, no permita ninguna duda sobre su idoneidad como llamado a garantizar un proceso electoral óptimo y libre de cualquier controversia en 2026.
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