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Salud

Los 40 de menos de 40: ‘Una paciente es la mamá o la esposa de alguien’

La oncóloga María Alejandra Bravo dice que en 20 años espera seguir en el CTIC, produciendo más datos para el país.

La oncóloga María Alejandra Bravo dice que en 20 años espera seguir en el CTIC, produciendo más datos para el país.

Foto:Serio Acero. EL TIEMPO

Tiene 35 años y es una reconocida oncóloga, especializada en cáncer de mama, del CTIC.

Nació en Cali y no duda en decir que las mujeres berracas que la rodean han sido realmente su inspiración. Su tía, jefe de medicina interna del Hospital Militar, fue el modelo a seguir cuando quiso enrolarse en esta profesión. Más tarde, una “autoridad mundial” en cáncer de mama –como María Alejandra la llama– la tomó de su mano y le enseñó todo lo que debía saber, en la práctica, sobre oncología.

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Con 35 años, la doctora Bravo es una de las ‘duras’ en cáncer de mama del Centro de Tratamiento e Investigación sobre Cáncer (CTIC). 
Pacientes y colegas coinciden en una cosa: su aproximación humana frente a quienes intenta curar todos los días y su pilera a la hora de entender –desde la base y el origen de las enfermedades– los males del mundo moderno la han llevado a consolidarse como una profesional con ideas y conceptos claros al servicio de quienes lo necesitan. Y ojo: como profesional de la salud tiene su propia opinión sobre la reforma que por estos días se discute en el Senado. A los jóvenes que ejercen esta disciplina también hay que oírlos y tenerlos en cuenta frente a estos temas.

¿Cómo arranca tu carrera en la medicina?

Desde cuando jugaba con mis primos. Mientras ellos se pedían ser bomberos y policías, yo era la gastroenteróloga. Ja, ja. Estudié en la Universidad de los Andes. Me acuerdo que me empeñé en sacar adelante unos exámenes, los USMLE, que uno tiene que hacer para homologar sus títulos en Estados Unidos, que son difíciles porque duran 8 o 9 horas y te preguntan por conocimiento clínico y ciencias básicas y luego en el último miden habilidades clínicas. Me puse en eso y lo logré sacar adelante.
Durante el internado hice una rotación en la clínica Mayo en Rochester. La experiencia fue increíble, pero soy lo más colombiana del mundo y me vine a aplicar todo lo que aprendí a mi país.

¿Y por qué elegiste ser oncóloga?

Siempre me gustó lo molecular; entender por qué pasan las cosas. La oncología es uno de los temas más complejos pero más apasionantes en la ciencia médica. Ir a hacer estudios afuera te hace reconocer lo buena que es la medicina en Colombia.

No me equivoco si digo que eras la nerd de la clase…

Siempre fui de las nerdas del salón, ¡para qué! Je, je. Fui muy buena estudiante y obtuve muy buenas notas. En 2018, junto con varios oncólogos, me gané un premio del mejor caso clínico y en general tuve siempre buenos promedios.

Después de todo tu proceso de formación, llegas a uno de los centros de investigación y tratamiento de cáncer más importantes: el CTIC. ¿Cómo fue eso?

Yo le pedí a Sandra Franco, una de las referentes de cáncer de mama que estaba en la Clínica del Country, que si podía hacer una rotación con ella y desde ahí se convierte en mi mentora y me vinculo con ella en esa labor. Las mentorías no son usuales en este país y son extraordinarias porque alguien te coge de su mano y te entrena y te enseña lo que tienes que saber en esta profesión. Eso hizo Sandra, a quien luego nombran como directora médica del CTIC y me lleva allí como parte de su equipo y ese es un honor inmenso.

“Creo que un buen sistema
es en el que podamos atender a los pacientes en un mismo sitio sin que tengan que coger tres buses y un taxi
para cumplir con todo
lo que necesitan”

¿Y qué haces allá?

Tengo varias responsabilidades. Estamos en crecimiento. Estoy en la unidad de mama, en la de gineco-oncología y voy poco a poco liderando la unidad de melanoma. Todos los oncólogos que estamos allí tenemos dos roles grandes: el asistencial y el de investigación y educación, que es muy bonito porque lo que se busca es que generemos conocimiento. No nos podemos quedar en el día a día y la rutina, sino que hay que trascender.

¿Qué tanta incidencia está teniendo el cáncer en Colombia? ¿Qué tanto nos está pegando?

El cáncer va para arriba en todo el mundo incluyendo a Colombia. Una de cada tres personas va a tener cáncer en algún momento de su vida. Cuando uno oye este número tan alarmante entiende que no se puede quedar quieto como sociedad. La detección temprana del cáncer es cercana a la cura. Tenemos que meterle la ficha a eso; que encontremos tumores en estadios muy tempranos, que podamos aplicar tratamientos menos invasivos, sin tanto gasto. Un paciente metastásico es un costo tenaz para el país. Por todo eso, pero, sobre todo, por salvar más vidas, necesitamos meterle la ficha a la prevención.

¿Y cómo es tener 35 años de vida y convivir con otros médicos que tienen 35 años pero de experiencia y que son unas eminencias?

El diálogo es lo principal. Es muy gratificante aprender de ellos, que son personas que están en la cúspide de su carrera, pero se sientan a oír también la voz de uno en las juntas. Uno está en otro momento de la vida, quiere generar más cosas, moverse más rápido, lee cosas que están pasando hace cinco minutos y las aporta en las discusiones. Estás obligado a estar muy actualizado todo el tiempo y eso es lo chévere.
Y mira esto: la oncología se está renovando constantemente, pero a veces no está tan bien estar a la última moda; a veces toca revisar con cautela y con calma todo lo nuevo que surge y sobre todo hay que aterrizarlo a nuestro contexto colombiano.

Cuando surgió tu nombre para hacer esta entrevista, hablé con médicos y con pacientes, por igual. Todos coincidieron en lo pila que eras, pero, sobre todo, estuvieron de acuerdo en la aproximación que tienes frente al trato que hay que darle a la gente que atiendes…

No quiero cambiar nunca esta forma de ser: me uno mucho a los pacientes y creo que es lo que corresponde. Cuando alguien llega a consulta intento tener muy claro que no es solamente mi paciente; es la mamá de alguien, es la esposa de alguien; es el compañero de trabajo de alguien. Tratando de ser lo más objetivo posible, uno tiene que tener una cercanía con la realidad que vive esa persona.

¿Qué caso te ha impactado en estos años de vida profesional?

Tratando cáncer de mamá me ha tocado ver muchas mujeres jóvenes, trabajadoras, que tienen que ponerle un alto en el camino a su vida para encargarse de este problema y son unas duras. Hubo una que me tocó el corazón especialmente. Tenía 42 años. Su cáncer de seno era muy agresivo. Le dimos con todo lo que teníamos: quimioterapia, inmunoterapia, le dimos una estabilidad de seis meses, cuatro líneas diferentes de tratamiento. Una de nuestras metas grandes es que ella pudiera viajar a Europa a los 15 de su hija y esa se convirtió en mi meta.

¿Y lo logró?

Sí, me obsesioné con que pudiera gozarse ese viaje, caminarse ese viaje, estar con su hija sabiendo que cuando ella regresara, después de varias semanas, la cosa iba a estar muy difícil. La pasó buenísimo. Su esposo y su hija me compartían las fotos. Yo soñaba con este caso todas las noches; pensaba qué le voy a dar después y si me aparece lo otro, qué hago. Lamentablemente falleció, aunque lo hizo tranquila, estoy segura. Esta paciente se volvió muy cercana a mi corazón y, de verdad, yo espero nunca cambiar, tenemos que ser sensibles siempre con quienes atendemos.

Me parece clave esto. Ahora, ¿crees que eres la excepción o entre los médicos de tu generación hay un compromiso igual con esa sensibilidad frente a los pacientes?

Yo creo que esto sí está ocurriendo. Nosotros vivimos un cambio de pensamiento de la medicina tradicional desde muchas perspectivas. Hay clases ya de cómo abordar a los pacientes y cómo dar malas noticias, y mis profesores y generaciones anteriores nunca lograron tener eso, pero esto es vital. Es muy valioso que esto se esté introduciendo en el pénsum de medicina. Esto nos vuelve mejores equipos de trabajo y mejores para tratar a los pacientes.

Siendo realistas, ¿qué tan fácil es para un joven en Colombia hoy llegar a ser médico como tú?

Yo creo que todavía existen muchas barreras. Medicina sigue siendo una carrera muy costosa, incluso en las universidades públicas y, en cuanto a especialidades, somos muchos los médicos generales y, cuando uno quiere especializarse, las plazas y oportunidades son pocas. Ahora, lo que me preocupa más es que en este país no les estamos garantizando espacios seguros a muchos médicos. Hace poquito uno de los médicos rurales fue asesinado. Hay muchas zonas sin médicos, y esta gente que se va lejos de las comodidades de su casa no tiene las garantías necesarias. Eso es grave.

¿Dirías que en Colombia tenemos un buen sistema de salud?

Sí. Te lo digo como oncóloga: tenemos todos los días pacientes del régimen subsidiado que pueden acceder a los servicios más especializados y las mejores tecnologías sin que eso signifique que dejen de comer por ir al médico. Para no ir más lejos, en Estados Unidos, la gente se quiebra literalmente por un tratamiento médico. Aquí eso no pasa y tenemos que ser conscientes de eso.

Por estos días se vuelve a discutir la polémica reforma de la salud. ¿Qué le dirías a un congresista que esté leyendo esta entrevista?

Que tenga presente cómo es el panorama de los sistemas de salud de la región. Cuando hablamos con colegas de Perú, de Brasil, de Centroamérica, nuestra cobertura es realmente importante en cuanto a tecnologías y posibilidad de tratamientos de última generación, cosa que no pasa en la región. Obvio que hay que cambiar cosas que estén mal, pero no se puede derrumbar lo que existe.

¿Qué le cambiarías al sistema actual si tuvieras la oportunidad de hacerlo?

Es muy difícil que estemos tan poco centralizados. Al paciente le autorizan la imagen en una parte, el tratamiento en otra, la cita del control en otra. Creo que un buen sistema es en el que podamos atender a los pacientes en un mismo sitio sin que tenga que coger tres buses y un taxi para cumplir con todo lo que necesita. En eso hay que trabajar, pero se puede hacer sin que se desbarate todo lo que está funcionando.

¿En dónde te ves cuando tengas 55, es decir, en 20 años?

Yo quisiera estar aquí en el CTIC, Je, Je. De verdad. Quisiera estar haciendo más producción propia, nuestra, local, de cosas que creemos nosotros; de datos que generemos como país. Tenemos la posibilidad de hacer grandes cosas y tener más y más pacientes de todos los regímenes y todas las partes del país, y sobre todo desde la investigación. Ahí, aquí, mejor dicho, me sueño estar.
De la serie 'Los 40 de menos de 40':
JOSÉ MANUEL ACEVEDO
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
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