La gran historia a veces es aconsejable rescatarla de las pequeñas historias, las de aquellos personajes de segunda fila cuyos nombres aparecen en letLa gran historia a veces es aconsejable rescatarla de las pequeñas historias, las de aquellos personajes de segunda fila cuyos nombres aparecen en letra pequeña. Así sucede con este lastimoso conjunto de liberales coruñeses que sufrieron en sus carnes las vilezas de quienes mandaban en España. El liberalismo llegó a su máximo esplendor en el momento de nacer. Una breve vida. Nacer para morir; sin tiempo siquiera de dejar una segunda generación que recogiera la herencia. Mientras por el otro lado, el lado de los tiranos y de los seres viles, ahí no ha faltado ni un eslabón en la cadena de generaciones que se han sucedido en toda la historia de esta triste España, tanto en Cádiz como en Bilbao, Coruña o Barcelona. Siempre habrá tiranos que silencien la verdad a la gente; siempre se seguirá utilizando a los que tienen voz para adular los oídos de la plebe y azuzarlas a odiar a aquellos que no se someten a ellos. En España está prohibido ir por libre, ser independiente. Es la historia que se repite, nuestro sino.
La pequeña historia de un país, contada con la amenidad melancólica de una gran mujer....more
No es mucho lo que se sabe acerca de la vida de los judíos a lo largo de su larga estancia en Hispania/España. El autor inicia su repaso a la historiaNo es mucho lo que se sabe acerca de la vida de los judíos a lo largo de su larga estancia en Hispania/España. El autor inicia su repaso a la historia en tiempos de los fenicios, prácticamente desde que las primeras colonias se establecieron en la península. La estancia se prolongará hasta la expulsión ordenada por los Reyes Católicos en 1492. El repaso es ameno, como es habitual por parte de este autor, pero quedan muchas zonas sin explicar. Apenas hay esbozos sociales, retratos humanos, vivencias familiares que no sean generales. La visión de este pueblo es alejada, comunitaria, no llegamos a intimar con ellos. Sin duda es debido a la poca información que hay.
La vida del pueblo elegido de Dios en nuestra península ha estado llena de obstáculos, de opresión, de discriminaciones y persecuciones constantes. Lo maravilloso es que hayan permanecido contra viento y marea, unos convirtiéndose a la religión del Estado (el catolicismo), otros emigrando a zonas más tolerantes de la península, pero siempre perseguidos por musulmanes o católicos (mal llamados cristianos). El pueblo que más merecería su nacionalidad española y su derecho a vivir aquí es el que más hemos atacado hasta expulsarlos de entre nosotros.
He echado de menos un poco más de reflexión sobre estas ironías de la historia, igual que he echado de menos un aproximamiento más personal y humano a los protagonistas (sus voces, sus quehaceres y preocupaciones y anhelos diarios). Quizás en algún ensayo histórico en algún otro libro lo encontremos.
Un pensamiento final: la heterogeneidad de una sociedad y, por consiguiente, las libertades individuales, son inviables en una nación en la que impera el capricho de unos pocos o las pasiones de las masas. Unos y otros deben someterse al imperio de la ley, de una constitución imperecedera donde se guarden dichos derechos y libertades contra cualquier ataque presente y futuro. La Constitución de Estados Unidos lo ha logrado, a pesar de las interpretaciones politizadas de su Corte Suprema. En España han imperado e imperan las castas y las masas. Y lo que nos queda....more
Sencillo y muy abreviado resumen de un largo y denso periodo de la hª de España, desde la Restauración a la Guerra Civil, ambos incluidos. Está escritSencillo y muy abreviado resumen de un largo y denso periodo de la hª de España, desde la Restauración a la Guerra Civil, ambos incluidos. Está escrito en forma de sencillas preguntas y respuestas y en capítulos de no más de tres o cuatro páginas. El mérito del libro está en saber condensar periodo tan denso en acontecimientos en una narración que no pierde el hilo y por medio de un lenguaje sencillo y esclarecedor. Lo que echo de menos es una mejor proporción de análisis. La Guerra Civil Española, en mi opinión, merecía un libro por sí solo. Aquí ocupa casi la mitad de las páginas. Y un periodo mucho más largo, desde la Restauración a la citada guerra, pasa raudamente por las páginas, analizada poco más que con titulares.
Evidentemente el libro abre apetitos y se hace demasiado corto. De todas formas, su valor está en ofrecer una visión global de este periodo que corrija las distorsiones históricas popularizadas por la casta política, visiones totalmente interesadas....more
Con la amenidad que le caracteriza César vidal repasa le historia de España centrándose, como vehículo conductor, en la llegada, implantación, y posteCon la amenidad que le caracteriza César vidal repasa le historia de España centrándose, como vehículo conductor, en la llegada, implantación, y posterior secuestro del cristianismo por parte de la jerarquía católica y del Vaticano. Esta historia no es una historia paralela o una historia secundaria dentro de la general de España. Dado el papel trascendental que ha jugado, y sigue jugando, la jerarquía católica en nuestra historia nacional, el presente libro puede bien ser leído como la verdadera historia de este país, pues no ha habido aspecto en la vida de la nación que no hayan afectado, y para mal. La enfermedad que han causado en el cuerpo nacional español es de fácil diagóstico: Falta de libertad religiosa. El papel de la jerarquía católica en tierras hispanas se puede calificar de totalitario. Un régimen que ha ha infectado las mentes, sobra decir que también las almas, de los españoles desde tiempos de Prisciliano (el que realmente está enterrado en lugar del mítico Santiago) hasta hoy.
La oportunidad perdida fue la Reforma, que aquí no se quiso. El siglo XV fue el momento en que España se negó a incorporarse a la modernidad, a cerrarse al progreso y a la diversidad de ideas y confesiones. El interés de la iglesia católica fue lo que primó siempre por encima del de la nación. Las víctimas fueron los judíos, los conversos, los moriscos, los disidentes, los más preparados que huyeron para estudiar en ambientes de más tolerancia, los protestantes, y hasta la fecha de hoy los hispano-hablantes que se sientes españoles en tierras tan españolas como el País Vasco, Navarra y Cataluña. En todas estas expulsiones y hogeras humanas ha sido la jerarquía católica la máxima responsable. Pero no hay que olvidarse de que también los católicos han sido víctimas incautas porque creían apoyar la causa de su religión cuando obedecían los mandamientos de su jerarquía eclesiástica, cuando no era así, pues, boquiabiertos, han tenido que contemplar los vaivenes incompresnsibles para ellos de esta jerarquía que un día están cantando loores al dictador de turno y, al siguiente, lo hacen de su rival. El interés cambiante y crematístico de la jerarquía que la mayoría de los católicos han seguido a ojos cerrados condenándose a sí mismos a la más vil y abyecta ignorancia y miseria moral.
Si hay un libro que los españoles deben leer por su propio bien, para abrirles de verdad los ojos, es esta historia que sigue siendo secreta porque, si antes no se hubiera dejado publicar, ahora que sí se deja, ya no hay gente que sepa leer o que esté moralmente sana para ineresarse en hacerlo.
La historia de España es, para nuestra desgracia, lo que ha dejado la iglesia católica que fuera....more
El libro acusa una sobrecarga de detalle y datos intrascendentes que lastra el valor en conjunto de la obra. El autor asume la labor de periodista, inEl libro acusa una sobrecarga de detalle y datos intrascendentes que lastra el valor en conjunto de la obra. El autor asume la labor de periodista, investigador, sabueso, propio de autor de una novela criminal, atento al detalle, al escenario, a los protagonistas de la acción, cuando todo eso es lo que menos me interesa acerca de estos canallas, lunáticos y paranoicos anarquistas, asesinos al por mayor. El análisis de las motivaciones, de las ideologías que como cánceres se extendían por Europa -infectando incluso una nación sana y joven como Estados Unidos, eso es lo que realmente interesa. También el estudio psicológico o psico-patológico, si se quiere, de estos asesinos malvados, hubiera sido relevante, pero de ello poco hallamos. Dos tercios del libro se pierden en lo mencionado antes, pesquisas policiales y juicios tediosos que pretenden denunciar la "injusta" manera con la que justamente se castigaba a estos criminales. El otro tercio se esparce por aquí y por allá, para, finalmente, dedicarle el epílogo donde sí se hace ya el autor las preguntas que yo mismo acabo de plantear más arriba.
Hacia la página 229 me encuentro con las primeras lineas que he subrayado por su interés. Tratan acerca de la interpretación milenarista del anarquismo. El autor cita a la estudiosa Catherine Wessinger, quien incluía dentro del concepto de milenarismo a variantes ateas como el Marxismo. El significado religioso de esta secta vendría dado por el esfuerzo por alcanzar un objetivo último, por encima de todas las otras preocupaciones individuales. El ingrediante milenarista de la “salvación” vendría caracterizado por cinco rasgos, según otro estudioso: la salvación es colectiva, terrestre, inminente, total y milagrosa. Y, cito, todos los revolucionarios propuganan una sociedad en la que el bienestar, versión laica de la salvación, será colectivo y terrestre. El aporte milagroso puede ser entendido como todo procedimiento que se aparta de los presupuestos habituales acerca de como funciona el mundo. El político frustrado o pseudo-historiador marxista Hobsbawn quiso negar la similitud entre ambos movimientos, milenarista y revolucionario, aduciendo que los seguidores del movimiento milenarista no saben hacer la revolución [carecen de un proyecto], y por tanto esperan que se haga sola. Diferencia totalmente falsa puesto que los revolucionarios han sustituido a un Mesías religioso, que sí conocía el modo y los tiempos, por un proletariado laico que les parece sin duda más dócil y maleable a sus dictados políticos. El Marxismo y sus variantes revolucionarias no son más que una religión, tanto en el fondo como en la forma, una forma de cristianismo pero al revés: odio en vez de amor; el creado contra el Creador; la vuelta al Paraíso del que “injustamente” el hombre y la mujer fueron echados por ese Padre burgués-capitalista; la desobediencia en respuesta a cualquier orden impuesta por ese Creador. La mentalidad corrupta del revolucionario hunde sus raíces en el rechazo a toda norma recogida en la Biblia cristiana (y ésta a su vez del judaísmo, de la Toráh hebraica). El Marxismo revolucionario es una pataleta de niños malcriados, psicópatas e hijos pródigos reincidentes. Merece la pena citar al filósofo Karl Löwith, y recogido por el autor del libro: El materialismo histórico es una historia de la salvación expresada en el lenguaje de la economía política. No es de extrañar que muchos autores de ese lenguaje hayan sido en su origen, precisamente, judíos apóstatas. Estos no han hecho nada distinto de lo que hicieron los judíos fariseos contemporáneos de Jesús de Nazaret: buscaban a un Mesías político que les liberara de Roma; y si el plan de ese Mesías no fuera el mismo que el de ellos, entonces negarían que fuera el verdadero Mesías, daba igual que lo fuese.
Paralelemante al asunto del milenarismo hay otro asunto que es también de índole religioso-cristiano y que comparten los revolucionarios marxistas, y este es el de la predicación por medio del hecho. La versión laica consistiendo en la búsqueda de mártires a través de lo que ellos llamaban la propaganda por el hecho, eufemismo de atentados terroristas. Cita el autor al escritor cristiano de la Antigüedad, Tertuliano, [quien] aludiendo al papel de lo mártires en la propagación del cristianismo, observara que los filósofos paganos que predicaban la resignación ante el dolor y la muerte no encontraban tantos discípulos con sus palabras como los cristianos predicando con los hechos. Apunta como diferencia el autor de este libro que, sin embargo, los cristianos nunca habían derramado sangre ajena.
Bakunin, el profeta del anarquismo, admitía el origen religioso de su locura en estos términos: Somos los hijos de la Revolución y de ella hemos heredado la religión de la humanidad, que debemos construir sobre las ruinas de la religión de la divinidad. No puede ser más claro.
Que la locura o imbecilidad de estos anarquistas era tan evidente lo declara el argumento que daba un tal Ravachol, que en el infierno arda para siempre, para explicar su asesinato de un pobre mendigo: De todo ello era culpable la organización de la sociedad, que había que cambiar para eliminar las causas que engendraban los crímenes. Si la propiedad era común y cada uno produjera según su capacidad y consumiera según sus necesidades, no habría crímenes ni gente como aquel ermitaño, que mendigaban el vil metal del que se convertirían en esclavos y víctimas.
Otro testimonio anarquista que vale la pena y el tiempo reproducir, éste de orientación nihilista, es el siguiente: El bien es lo que nos es bueno, lo que nos proporciona sensaciones placenteras (...)Haz lo que quieras, tal es la única ley que nuestra justicia reconoce, porque proclama la libertad de cada uno en la igualdad de todos. Este testimonio daría la razón a los miembros del jurado que le sentenciaron a la pena capital, puesto que por la misma regla a ellos les vino en gana el condenarlo a muerte. Sentencia de la que, por cierto, como en muchos otros casos que pululan por este libro, el condenado se libró, siendo conmutada por trabajos forzados; pena de la que, a su vez, escaparía -como muchos otros, huyendo a lejanas tierras, normalmente a los “odiados” Estados Unidos de América.
De todos los atentados criminales perpetrados por estos imbéciles sin remedio, hay uno que me atrae particularmente, por el retrato que se deduce de su autor. Se trata de Santiago Salvador, autor del atentado del Liceo de Barcelona el 7 de noviembre de 1893. El hombre, de 28 años había trabajado de camarero, que después de casarse había establecido una taberna que luego cerró, y que había obtenido algunos ingresos con el contrabando de alcohol (…) explicó que su atentado respondía al deseo de luchar contra la burguesía y contra los males que afligían a los obreros (…) [tras su juicio] se anunció la conversión del reo, con la consiguiente satisfacción de sectores católicos que mostraron un gran interés por su alma, lo que incidentalmente también le proporcionó ciertas comodidades materiales en la cárcel. Pero su arrepentimiento se vino abajo cuando se le anunció la ejecución de la sentencia, momento en el que prorrumpió en vivas a la anarquía y la revolución social y declaró que todo había sido una farsa para procurarse comodidades y que quería morir como anarquista. Queda a la interpretación de cada uno si con “farsa” se refería esta mala bestia a su falsa conversión o a toda su trayectoria como anarquista.
En fin, hay mucha paja pero también bastante de interés en esta obra. El autor solo se plantea las preguntas que yo me planteo en su epílogo, en lugar de ir repartiéndolos según los casos que va analizando. Esto hace al libro más pesado y menos interesante, dada la repetición atentados similares y a la acumulación de datos que no contribuyen a ver el cuadro en su totalidad....more
Aceites, latifundios, anforas, minas, sarcofagos, plata, y la madre que pario al gato... Pero historia, lo que se dice historia, algo como juntar datoAceites, latifundios, anforas, minas, sarcofagos, plata, y la madre que pario al gato... Pero historia, lo que se dice historia, algo como juntar datos y elaborar una historia con ellos... eso, nada de nada....more
Dios mío, qué habría sido de los que nos jugamos la vida durante los años de plomo del PP con este hombre al frente del partido. Porque si hoy llovía Dios mío, qué habría sido de los que nos jugamos la vida durante los años de plomo del PP con este hombre al frente del partido. Porque si hoy llovía mucho, ayer llovía más.
Me encantaron estas primeras páginas. De forma breve Santiago nos presenta su trayectoria política hasta el momento de abandonar el Partido Popular el año pasado. La exclamación de arriba (en referencia a Mariano Rajoy) cierra este capítulo y no hace falta saber mucho sobre la historia reciente de España para entender esas lineas. Concisión, desenvoltura y amenidad. Esto promete. Me identifico con la frase, dicha como sin querer la cosa, de que viendo a la gente que se le oponía en su pueblo con tanta virulencia y odio, él se convencía más de que lo estaba haciendo bien. Ese es también mi modo de ver la vida. Creo que hay en la Biblia una expresión que viene a decir lo mismo, pero ahora no me acuerdo cual es.
Se adentra el autor de lleno en su niñez y juventud, la constante vida baja la amenaza de ETA, las muertes de conocidos, de vecinos, eran los años de plomo. ETA es sin duda una mafia que ha aterrorizado a todo un pueblo, sometiéndolos a su poder, social y políticamente.
Un dato muy interesante que apunta Santiago Abascal es lo que los sicólogos definen como síndrome de sobre-adaptación. Son jóvenes que al verse rodeados de un ambiente tan políticamente infiltrado por la ideología de estos mafiosos y psicópatas, no encuentran otro recurso de supervivencia que ser más radical que los mismos radicales: sobre-adaptarse, hacerse perdonar su origen foráneo, quizás un familiar miembro de algún partido político indebido, es decir, no nazionlista. Es un tema para debate psicológico y hasta espiritual. Exactamente lo mismo es lo que hacen con los pobres chicos negros en Estados Unidos, hijos del welfare State norteamericano, que residen en los barrios peligrosos de tantas ciudades de allá. Los miembros de su propia raza les empujan a ello, a cada nueva generación de chiquillos: adaptarse o morir. Estos malnacidos vascos hacen lo mismo con sus conciudadanos, les empujan hacia la barbarie, el odio, el fanatismo, el asesinato puro y duro, para así pertenecer al clan, el peer pressure llevado al extremo de elegir vida o muerte. Solo que en el caso vasco, la excusa que arguyen para ello es política, es meditada, premeditada, razonada... una aberración. ¡Qué horrible es el nazionalismo! Uno hubiera pensado que las experiencias nazis y fascistas del siglo XX serían suficiente para abrirnos los ojos, pero no.
Este es el capítulo (2) para entrar en materia. No es esta una disertación sobre filosofías políticas, con ideas abstractas y ambiciones políticas. No. Esto es la vida en la calle, crecer estudiando Supervivencia 101 en Vasconia.
Capítulo 3. En la línea del capítulo anterior recuenta la juventud del autor en Amurrio, su vida familiar, la de sus padres y abuelos, el día a día bajo la constante ameneza de muerte... y sin embargo esta familia no tiene miedo, y si lo tiene lo oculta magníficamente. Ni se fueron los mayores del País Vasco, ni se fueron los hijos. Una familia valiente, que hereda generación tras generación el valor necesario para no rendirse ante la violencia y la amenaza de la jauría, de la secta nazionalista. ¿Qué hay en medio, entre víctimas y opresores? Una mayoría inmensa de gente cagada de miedo. El País Vasco es un pueblo, en general, muy cobarde, lleno de gente muy servil y miedosa, que tiene miedo hasta de mostrar miedo, que mira para el otro lado mientras matan, literalmente, a su vecino, mientras le queman el negocio, etc, etc. Y como si nada pasara. Ande yo caliente... La imagen del vasco fuerte y echao p'alante necesita ser revisada con urgencia. El solo hecho de que 300 mil vascos se habían marchado hacia otras partes de España hacia mitad de la década de los 90 es muy significativo, y solo a contar desde que comenzó la democracia.
Contemplo el ejemplo de humanidad y valentía de esta familia, y las demás familias que -en minoría- se niegan a acatar la dictadura nazionalista, y luego miro a los miembros de la secta, de la jauría de canallas malnacidos nazionalistas y a sus cómplices en el silencio, y me pregunto cómo es posible tal diferencia en términos de calidad humana entre unos y otros. ¿Qué hace a unos de una manera y a otros de otra? Y, sobre todo, ¿por qué no hay más gente en el País Vasco, pero por extensión en el resto de España, como la familia de Abascal? ¿Por qué abunda la vileza más que la integridad o el valor?
Último pensamiento. De pasada comenta Santiago Abascal que muchos de los que más gritaban a la puerta de su casa para que se fueran de su tierra eran ellos mismos foráneos hasta hace dos días. Los que acababan de llegar querían echar a los que llevaban en su tierra durante generaciones. De nuevo este contraste ilógico. Es como el mundo al revés. Uno ya duda de que el ser humano sea realmente un ser racional.
Capítulo 4. Capítulo que aglutina los años terribles de atentados que vivieron los ciudadanos no nacionalistas durante estos años 80 y 90. Atentados en los que morían en sucesión, como gorriones con carabina, unos en pueblos del País Vasco y otros repartidos por toda la geografía española: parece una secuencia sangrienta de El Padrino, solo que en El Padrino quienes mataban lo hacían por dinero y lealtad. Estos malnacidos lo hacen porque están llenos de odio, simplemente, son unas malas bestias, indignas de llamarse humanas, son mercenarios de Satanás.
Increíble la resistencia numantina de las familias cuyos nombres estaban, día tras día, en la diana de los asesinos.
Capítulo 5. Me atrae la atención la espectacular fuga de cerebros del País Vasco hacia el resto de España. El autor narra su etapa universitaria y juvenil. Da testimonio de cómo, uno tras otro, los profesores que no se congraciaban con la ideología totalitaria nazionalista se iban marchando de la región vasca. Da cuenta de los alborotos, amenazas, destrozos, etc, que creaban los malnacidos nazionalistas en la universidad para atemorizar y tener controlado a todo el mundo, la cuadrilla de la porra, desde la administración a los estudiantes.
Y dos citas que me hacen hervir la sangre: (1) profesores como Santiago Cornago, quien ante sus alumnos de Estadística reconocía que el día más feliz de su vida fue el del asesinato de Gregorio Ordóñez. Y (2) un consejero portavoz del gobierno nazionalista que aconsejaba a un amenazado por ETA que la mejor protección es mantener el pico cerrado. Linda recomendación de alguien titulado portavoz.
Capítulo 6. Me viene cada vez más clara a la cabeza la certeza de que ETA funcionaba, y funciona, como una verdadera secta. Tiene una religión de odio, unos dogmas fanáticos, y sobre todo un gran empeño proselitista. Sus adeptos los captan de las capas más vulnerables de la sociedad. Fáciles de indoctrinar, ansiosos de pertenecer a algo, de ser útiles y queridos, en edades moldeables y carentes de valores morales. A este tipo de miembro de la secta etarra lo denomina el autor pusilánime cargado de complejos, y pone un ejemplo: el joven aquel que dijo que solo visitaría el pueblo de sus padres en Extremadura cuando entrara en vigor el pasaporte vasco (...) suspiraban con libertar a su pueblo y no eran capaces ni de hacerse su propia cama (...) nosotros, al contrario que ellos, la auto-determinación en la que creíamos no era la de la fantasmagórica Euskal Herría, sino la del individuo.
El mal se alimenta de gente que, fundamentalmente, piensa que el mundo le debe, que ellos no son responsables de su mala suerte, de sus vidas. Es necesario decirles a todos ellos fuerte y claro: Búscate la vida; nadie te debe nada. Definitivamente es gente pusilánime.
Por cierto, muy curiosa la cita en la que alguien le hace una entrevista al obispo Setién -el cura satánico filo-etarra que no dejaba poner la bandera española sobre los féretros de los guardia civiles muertos- y en la cual el entrevistador no puede pasar de la primera pregunta, la cual es: ¿cree usted en Dios? Parece que no obtuvo respuesta ni a esa pregunta, lo cual no es de extrañar dada la catadura del personaje.
Capítulo 7. Los nazionalistas vascos se inventaron una bandera para identificar a la supuesta nación vasca; ni la nación ni la bandera habían existido nunca antes salvo en la podrida imaginación de esas bestias totalitarias. Como bien dice Abascal, es el primer lugar del mundo cuya bandera e himno son los mismos que el de un partido político que le preexistía. La ikurriña no es, por tanto, la bandera de ningún pueblo y menos nación: es la bandera de una secta de iluminados intolerantes. Y la gente que la agita, además de cobardes, son ignorantes. Pero compruébenlo, vean la foto de la toma de posesión como concejal en el Ayuntamiento de Llodio (2003). Vale más una imagen que mil palabras.
Capítulo 8. Se refiere el autor a María San Gil, de la consideración con la que era tenida por la dirección nacional del PP al principio y al final, en la época de diálogo con los nacionalismos tan del gusto de Rajoy. De este capítulo extraigo dos frases. Una, Es lo que piensa la gente, sí; pero no el partido. Esta era la justificación que le daban a Abascal para no publicar una encuesta que habían hecho y que apoyaba sus argumentos. Abascal le había dicho como argumento a favor de publicarla que aquello era lo que pensaba la gente. Pero, como bien dice, el único interés que primaba en este Estado de las Autonomías que nos dieron es el del Estado de Bienestar de una casta, la política, no la del Pueblo.
La otra frase es una descripción del Estado de las Autonomías español, la macrofiesta autonómica de los políticos. La precisión y el talento del autor para describir conceptos y eventos me asombra cada vez más gratamente.
Capítulo 9. Capítulo dedicado a la figura de Mayor Oreja, el que fuera líder del PP vasco y ministro de Exteriores con Aznar, luego relegado al ostracismo con la nueva política de rendición ante ETA de Rajoy.
Capítulo 10. La vida interna del Partído Popular en el País Vasco; su viraje hacia la izquierda; el dar la espalda a la justicia y a las víctimas del terrorismo mientras se mejoran las relaciones con los partidos nazionalistas y ETA. Es la marca Rajoy que en los últimos años ha provocado la ruptura dentro de su partido y la marcha de las pocas personas de integridad que tenía. Estandarte de todas ellas, María San Gil.
Todo esto lleva a meditar sobre el caudillismo que impera en la política española, la falta de democracia interna de los partidos y la consolidación de los tres poderes en uno solo, el ejecutivo. Sistema que se mantiene dada la alternancia y reparto de componendas y privilegios entre los dos mayores partidos, con la necesaria aquiescencia, eso sí, de los grandes medios de comunicación nacionales. Ellos juntos tienen montado el chiringuito nacional: Un oligopolio de los medios y de la política que tiene sumido al pueblo en la ignorancia, cual antaño lo hacía la iglesia católica. Lo malo es que quedan fuera de este “menage” los pequeños partidos, los radicales (por ahora de izquierda) que no tienen nada que perder y que, como se ha demostrado en las recientes elecciones europeas no pueden sino ganar votos a costa del votante cabreado, cabreado y acostumbrado al paro, a pedir sin trabajar, a reclamar y a apuntar el dedo envidioso a quien tiene más que él, independientemente de si lo ha logrado por su propio esfuerzo y mérito personal. El pueblo español lleva indoctrinado demasiado tiempo con el “quiero” y “dame” y “tengo derecho”, que, dejado de la mano de Papá Estado no sabría ni encontrar el camino de los Pirineos para salir de casa (los que sí saben ya lo han hecho).
Capítulo 11. Me encanta la definición que hace de la extrema izquierda: la izquierda divina, cuya patria es la humanidad y cuyo reino no es de este mundo, que ve en España un error de la Historia. Es afortunada la definición, si uno lo piensa: divina, porque la izquierda es en gran parte una teología sin dios, donde el papel de dios lo ejerce siempre algún líder de carne y hueso, el que sabe mejor que nadie qué es lo mejor para cada uno de los demás mortales. Claro que este diosecillo de la izquierda, lleno de buenas intenciones sociales, que nos quiere dar de comer y vestir y dirigir nuestras vidas de la cuna a la tumba, a cambio, nos quita la libertad. El dios/líder de la izquierda quiere devolvernos al Paraíso y poner el candado para que nadie pueda salir ni portarse mal. La humanidad como patria, obviamente, porque la humanidad no es nadie en concreto y, por tanto, no le debe responsabilidades a nadie: el dinero público no es de nadie, como dijo una ministra socialista. Lo de ver errores en la Historia es tan típico, e irracional, en la izquierda. ¡Qué aberración intelectual, síntoma claro de que la izquierda está apoyada en un enfermedad mental! ¿qué sentido tiene querer cambiar el pasado? Ya sé que la respuesta está en dominar las voluntades de la gente y que esto ya lo trató Orwell en su 1984, pero en términos profanos, al ciudadano medio que tiende a creer la teología izquierdista y a votarla debería hacerle, al menos, pensar. ¿A qué viene ahora desenterrar cadáveres de la guerra civil, supuestamente todos de un bando -que resultan que estaban mezclados luego? ¿Y pedir el certificado de defunción de Franco, a ver si está muerto o huído de la justicia garzonil? ¿Y volver a los ciudadanos de hoy día -que no nacieron siquiera en tiempos de Franco- unos contra otros, como si hubieran estado en frentes opuestos durante la Guerra Civil? Todo esto es sintomático de una enfermedad mental de la izquierda. Sin borrar la historia de España -y sin reescribirla- la izquierda se queda sin argumentos para convencer al ciudadano de que le ayude a escribir su futuro. Por tanto la izquierda demuestra que engaña, a sabiendas, a su electorado.
La definición de la derecha ultra tampoco está desacertada: donde uno es un partido, dos una escisión, y tres una internacional (…) que expide y retira certificados de españolidad. Cierto, pero para que haya una masa tan enorme de susceptibles borregos votantes de la izquierda tiene que haber, necesariamente, un porcentaje similar de “hermanos” del otro bando: la misma enfermedad, solo que con distintos síntomas.
Cierra Abascal su libro describiendo su marcha del PP vasco y su entrada en la nueva formación VOX. Es el cierre de un gran libro que muestra la integridad de un hombre, fiel a su familia y a dos ideales que les han servido de guía durante toda su vida: la libertad y España, tanto monta, monta tanto. Una última reflexión: quizá el lector se encuentre preguntando al final del libro si la terca resistencia a todo el peligro sufrido, todo el acoso, todas las amenazas, han valido la pena; pero en la pregunta está la trampa. Uno ya no debería de tener que ponerse en ese dilema. Tal pregunta cede ventaja al enemigo, al que nos cohorta las libertades, al que debemos pleitesía con tal que nos deje vivir. Santiago Abascal mantuvo la actitud heredada de sus padres, estos a su vez heredada de los suyos; una vez tomada la misma postura, nada más natural, y de hombre de bien, que resistir. Y estoy convencido de que no ha sido en balde. Su ejemplo -porque este sí es un ejemplo- cunde y ha cundido entre sus vecinos más próximos y entre los lectores más lejanos geográficamente. Uno, al final de sus días, deberá rendir cuentas, no ante la direción de un partido ni ante una nación, sino ante Dios o ante el diablo, pero que la integridad no tiene término medio, eso es eguro. ...more