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Ana María Carrasquilla

Estabilidad y banco central

Ana María Carrasquilla
POR:
Ana María Carrasquilla

América Latina es hoy mucho más estable en términos macroeconómicos que en décadas pasadas. Atrás quedaron los tormentosos episodios de inflaciones superiores a 1.000 por ciento experimentados en varios países de la región.

Esta positiva situación está asociada a la mayor estabilidad monetaria y tiene como punto de partida la conciencia de los gobiernos y la sociedad en general, sobre los efectos desastrosos de una alta e inestable inflación, así como de la mayor institucionalidad entorno al logro de una meta de inflación por parte de los bancos centrales.

A raíz de la crisis financiera global se ha generado un interesante debate acerca del papel que deben cumplir los bancos centrales en la búsqueda de estabilidad financiera. El tema es de crucial atención para los banqueros centrales del mundo desarrollado y el emergente. Estos últimos han tenido que lidiar con el masivo ingreso de recursos externos, en un contexto de tasas de interés internacionales históricamente bajas. La contrapartida es un gran impulso a la demanda y crédito interno, pero, a su vez, puede incentivar la toma de riesgo excesivo en el sistema financiero.

Para tratar este tema, un destacado grupo de académicos, banqueros centrales regionales y autoridades económicas internacionales se reunieron en Cartagena en la IX Conferencia de Estudios Económicos ‘Estabilidad financiera y metas de inflación en América Latina’, organizada por el Flar y la Caf (Ver presentaciones: www.flar.net/contenido/contenido.aspx?catID=279&conID=5222).

Quiero destacar aquí las conclusiones más relevantes que, no por sencillas, dejan de ser reveladoras para los hacedores de política económica:

1. Un marco apropiado de política monetaria requiere, como condición previa y esencial, unas finanzas públicas sanas. Esta es la primera línea de defensa para la estabilidad macroeconómica. La efectividad de la política monetaria en búsqueda de su objetivo de precios es muy limitada si no se tiene la casa en orden.

2. Frente al objetivo de estabilidad financiera, las autoridades económicas requieren de nuevos instrumentos, como los llamados macroprudenciales. El objetivo general de la política macroprudencial es limitar el riesgo sistémico, es decir, el peligro de que las turbulencias en el sistema financiero puedan desestabilizar la macroeconomía. Esto último es clave para las economías latinoamericanas, pequeñas y con creciente apertura económica global. El objetivo más realista de las medidas macroprudenciales, es mejorar la capacidad de reacción del sistema financiero frente a eventuales tensiones financieras. Esta meta puede alcanzarse mediante la acumulación y liberación, de forma anticíclica y oportuna, de reservas de capital y de otro tipo en el sistema financiero. Dicho enfoque ayudaría a contener un auge excesivo del crédito y una evolución insostenible del precio de los activos.

3. Los bancos centrales deben hacer compatibles el objetivo de inflación con el de estabilidad financiera. En particular, deben oponerse, en mayor medida, a la acumulación de riesgos en el sistema financiero, algo que deben hacer sin perder de vista su propósito principal y prioritario, la estabilidad de precios.

En conclusión, la pericia con la que los banqueros centrales logren conciliar y coordinar los dos objetivos, tarea que no es nada fácil, será esencial para la estabilidad.

Ana María Carrasquilla
Presidenta ejecutiva del Flar
 

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