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Ana María Correa Díaz

Investigación y su aplicación económica

Ana María Correa Díaz
POR:
Ana María Correa Díaz

¿Qué tan buenos somos en generar conocimiento? Esta pregunta encuentra su justificación en el reciente interés en salir del rezago en ciencia y tecnología en que vivimos quienes estamos motivados por los temas científicos y por internacionalizarnos; más aún, entendiendo que la ciencia es una actividad que genera ingresos a un país, a la vez que es humanizante.

Ante las nuevas políticas de repatriación de científicos, movilidad de jóvenes investigadores al exterior, formación de redes y los estímulos al bilingüismo, surge la duda acerca de ¿cómo medir la calidad y cantidad de los conocimientos generados a nivel país?

Sobre todo porque no basta con comparar desempeños y aplicar bibliometrías, o enmarcarse en una carrera hacia el cumplimiento de criterios internacionales para ser parte de las bases de datos internacionales más reconocidas, según impacto científico generado. Es más bien la generación de cultura de transferencia de teorías, descubrimientos y prácticas a través del inglés, herramienta que se ha mostrado útil a la investigación. Lo anterior corresponde a que este idioma aún no se domina en la comunidad académica, por cuanto hay un marcado arraigo del castellano en el desempeño de las profesiones y porque la internacionalización no es per se la motivación de muchos.

Así pues, como precondiciones para propiciar cambios radicales en pos del mejoramiento de la calidad internacional de las publicaciones científicas, se ha comenzado a hablar un mismo lenguaje a nivel de investigación, el de la cooperación institucional y la responsabilidad social, porque los descubrimientos alcanzados a este nivel están llamados a responder a problemas de índole mundial y a aplicar conceptos en el área económica. Como ejemplo, cabe mencionar los proyectos de vivienda sostenibles con tejas prefabricadas y la conversión de desechos plásticos en mayor medida.

En otras palabras, de lo que se está hablando es de ser sostenibles, competitivos, madurar en investigación, armonizar modelos y estructuras sociales, generar desarrollo social, escribir en coautoría con investigadores de otras naciones, entre otros. Y de todo esto queda decir que una masa crítica no se forma sin disciplina, uso de otras lenguas, socialización y conocimiento del contexto.

Es por ello que propuestas y proyectos sustentables son financiados por empresas privadas e instituciones del sector público en diversas áreas, aunque en mayor medida en el campo de las ingenierías, el sector minero, la construcción, la arquitectura y la medicina. Ejemplos claros son Argos, Ecopetrol, Nutressa, Pfizer, entre otras, que trabajan en aras de hacer fluir la economía del conocimiento en beneficio de la sociedad y en busca de ingresos duraderos.

Con todo, la economía colombiana se empieza a mostrar preocupada por el alcance de un futuro común en aspectos ecológicos, económicos y sociales. No obstante, aún falta concretar las acciones de desarrollo investigativo con la acreditación de laboratorios, la contratación de docentes con capacidad de criterio y la inversión en nuevas tecnologías. De esta manera, la transformación del país mostrará resultados más simétricos a nivel de Latinoamérica en comparación con Brasil, Argentina y Perú.

Ana María Correa-Díaz
Profesora Asociada, Universidad USBMED
[email protected]
 

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