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Jorge Restrepo

Ópera en una sociedad abierta

Para alcanzar mayor escala en la cultura, tener más producciones, llevarlas a los públicos que no puedan pagar, crear buenos trabajos y masificar.

Jorge Restrepo
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Jorge Restrepo

El fin de semana hubo ópera en Bogotá, La Traviata, dirigida por Pedro Salazar y con la dirección musical de Andrés Orozco Estrada. El nivel fue extraordinario, con un desempeño magistral de la Orquesta Sinfónica y de todos los cantantes. La dirección escénica fue moderna, centrada en la problemática relación con el padre, lejos de los clichés moralistas con los que se presenta casi siempre esta obra. La puesta en escena llegaba fácil al público, adaptándose bien a la obra, con una escenografía y coreografía cercana a mayores y niños, sin la genuflexión a la política electoral de las identidades que vimos en un par de producciones de Salazar.

Tres aspectos hicieron el éxito de esta Traviata. En primer lugar, fue una producción abierta: las estrellas fueron la diva rusa, el tenor italiano y el extraordinario barítono argentino. Los cantantes colombianos emularon a sus pares de afuera, subiendo el nivel de toda la obra. La Sinfónica y los coros vivieron la conducción de Andrés Orozco, nuestro mejor director musical hoy día, un ejercicio formativo esencial para cualquier grupo, que les expuso a las mejores prácticas internacionales.

La concurrencia del sector privado, del público y el Estado fue decisiva para este logro, comenzando por la formación de músicos que hacen las universidades privadas: Orozco hizo subir del foso al escenario a los vientos para recibir un largo aplauso del público, algo inusual. Haber ampliado la formación de conservatorio a la profesionalización musical ha sido posible por la inversión de las universidades privadas, los estudiantes y sus familias.

Sin el teatro Julio Mario Santodomingo, producto de una gran donación privada, que ha mantenido la gerencia estable, el enfoque empresarial y competente de Ramiro Osorio, esta producción habría sido difícil de lograr. Sin el apoyo del gobierno de la ciudad y del Ministerio de Cultura hubiese sido imposible esta obra. Bien decía la alcaldesa Claudia López que los impuestos mejor gastados de la ciudad, iban a la Filarmónica de Bogotá, donde bajo la dirección estable de David García también se han alcanzado niveles excepcionales de desempeño artístico, una producción masiva dirigida a múltiples públicos y un programa de formación rico y bien articulado con el sistema educativo; la gerencia estable es esencial para consolidar procesos y alcanzar los puertos a los que han llegado estas empresas culturales.
La boletería se agotó: es mayor la demanda de las producciones como esta para el tamaño de nuestra población y los muchos públicos ávidos de arte.

Este modelo es replicable. Para alcanzar mayor escala en la cultura, tener más producciones, llevarlas a los públicos que no puedan pagar, crear buenos trabajos y masificar, se requiere profundizar la concurrencia del Estado con el sector privado.

Pero no es con subsidios de colores ni con la cultura de las identidades como tendremos más y mejor música, teatro y arte. Es con un esfuerzo gerencial sostenido y concurrente, en una sociedad abierta.

Jorge Restrepo
​Profesor de economía
Universidad Javeriana
X: @jorgearestrepo

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