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Ricardo Villaveces P.

¿En qué estamos?

Colombia, de otro lado, en este mundo turbulento y cambiante, debería seguir fortaleciendo la llamada “relación especial” con los Estados Unidos.

Ricardo Villaveces P.
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Ricardo Villaveces P.

The Economist del pasado 4 de julio tiene un interesante artículo sobre el importante crecimiento de la presencia de China en Latinoamérica. Solo pensar en el proyecto del nuevo puerto de Chancay a 70 kilómetros de Lima, próximo a inaugurarse, con una inversión de 1,3 billones de dólares, da una idea de lo que viene ocurriendo.

Como lo describe el artículo, la presencia no es solo económica sino cultural, con la llegada de muchos embajadores, diplomáticos y técnicos que hablan de manera fluida el español y el portugués. Hay que recordar que desde 2013 el gigante asiático lanzó su muy ambicioso proyecto conocido popularmente como ‘La Nueva Ruta de la Seda’, que no es otra cosa que su intención de comunicar a una buena parte del mundo por vía terrestre y marítima con ese milenario país.

¿Qué ha hecho Colombia para posicionarse y beneficiarse de esta presencia creciente de la China en la región? Lamentablemente muy poco. Es cierto que el metro de Bogotá, quizás el único gran proyecto de infraestructura que hoy se desarrolla en el país, lo construye una empresa China. El gobierno lo que ha hecho es tratar de entorpecerlo con los caprichos de Petro. En lugar de promover la enseñanza del mandarín, por ejemplo, que permitiría que muchos se acercaran más a esa cultura, el gran anuncio ha sido el de la celebración de un convenio para estudiar Zwahili (?).

Colombia, de otro lado, en este mundo turbulento y cambiante, debería seguir fortaleciendo la llamada “relación especial” con los Estados Unidos. Tampoco avanzamos en eso. Es insólito, por ejemplo, que estemos desperdiciando las oportunidades que puede ofrecer el nearshoring. Ese movimiento que surgió ante la vulnerabilidad de las cadenas de suministro por tener localizados a sus proveedores en lugares muy lejanos y que viene generando demandas e inversiones en países cercanos, como está ocurriendo en México. Tenemos la localización, tenemos las relaciones, conocemos a los norteamericanos y ellos nos conocen a nosotros, se viene avanzando en el aprendizaje del inglés, etc. Y no se hace nada por impulsar, estimular y motivar a las empresas americanas para que se ubiquen en Colombia.

En lugar de eso, Petro asume posiciones equívocas o francamente contrarias a las de Estados Unidos, como ocurre con Ucrania, con Israel, con Rusia o con Venezuela. Con Biden las cosas han sido manejables, pues ese gobierno ha sido tolerante con muchas posiciones de nuestro gobierno.

¿Será que Trump, si es elegido y hay muchas posibilidades de que sea así, va a aceptar la línea de acción que viene asumiendo Colombia en muchos frentes? ¿Será que ante el deterioro dramático de la seguridad y de la pérdida de gobernabilidad en muchas regiones estarán motivados a seguir destinando recursos a Colombia después de lo que ya han hecho durante muchos años? Amanecerá y veremos.

RICARDO VILLAVECES P.
​Consultor privado.

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