La vejez ha estado en el centro del debate en las últimas semanas, reflejo del sesgo de confirmación de la discusión de la reforma pensional. Ante esto, muchos estamos replanteando nuestro plan para la vejez. Y no es menor, estamos resolviendo un sistema insostenible, con otro sistema que sigue siendo insostenible, pero que también socava el régimen de ahorro individual, el único viable en el largo plazo
Ahora, la discusión sobre la vejez abarca mucho más espacio que las pensiones.
Es imposible negar las difíciles condiciones de la vejez vulnerable del país, que necesita cada vez más atención en la medida en que vivimos más, nos reproducimos menos y continuamos soportando el peso del empleo informal y precario. Claramente, atender a las personas mayores empobrecidas y sin oportunidades requerirá cada vez más atención y recursos del Estado en salud, transferencias o sostenimiento y entretenimiento, entre muchos otros frentes.
Sin embargo, no todas las soluciones y oportunidades para que tengamos una vejez digna están vinculadas a las acciones del Estado. En este frente, hay mucho espacio para soluciones de mercado. La primera tiene que ver con generar oportunidades para que las personas puedan ser productivas tanto tiempo como lo deseen, bien sea porque necesitan generar ingresos o porque quieren seguir trabajando. Pensar en esquemas flexibles en los que se aproveche la capacidad y la experiencia de las personas mayores y a su vez tengan espacios para aprender nuevas tecnologías que les permitan actualizar sus conocimientos para que su experiencia no se pierda en la traducción, puede ser una manera de lograrlo.
¿Qué tal si planteamos esquemas de juntas asesoras de expertos seniors para emprendimientos o para procesos de transformación en las empresas que apoyen temas puntuales? De la misma manera que startups como Compi emparejan jóvenes con personas mayores para prestarles servicios de acompañamiento, transporte y asesoría tecnológica, ¿qué pasa si también emparejamos personas mayores con jóvenes que necesiten consejos de vida, acompañamiento para planear su futuro o mentorías específicas? Las posibilidades son enormes.
Muchos bancos han aprovechado la estabilidad de los ingresos de las personas pensionadas para brindarles créditos y productos financieros, pero las oportunidades de negocios que involucren activamente a personas mayores, y que no solamente los perciban como pacientes o clientes pasivos sino como socios, son mucho más complejas y fascinantes.
En promedio, la expectativa de vida en Colombia es de 77 años, con una brecha de género que juega a favor de las mujeres: 80 para nosotras y 74 para los hombres. Sin embargo, la edad de pensión es 57 para las mujeres y 62 para los hombres. Estos años no solo están marcados por las canas, son plateados por las oportunidades económicas que conllevan y las posibilidades son enormes.
CRISTINA VÉLEZ VALENCIA
Decana Escuela de Administración, Universidad Eafit
