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Daniel Gómez Gaviria

¿Desindustrialización?

Daniel Gómez Gaviria
POR:
Daniel Gómez Gaviria

Algunos comentaristas han declarado que hay un fenómeno de desindustrialización en Colombia. Argumentan que el fenómeno comenzó en 1990 como resultado de la apertura. Otros dicen que es más reciente, producto del auge de precios de bienes básicos y de enfermedad holandesa. Todos muestran la evolución de la participación del sector industrial en el PIB, que ha disminuido de niveles cercanos al 30% en 1990 a cerca del 11% actualmente, como ‘prueba reina’ de la desindustrialización.

Hay varias razones por las que la participación de la industria manufacturera en el PIB no es necesariamente un indicador de desindustrialización: 1) cambios estructurales normales en el proceso de desarrollo; 2) aumento de la participación de sectores minero-energéticos, producto del auge de precios; 3) tercerización de servicios empresariales; 4) cadenas globales de valor y desintegración vertical de procesos productivos.

En primer lugar, Colombia no es ajena al proceso normal de cambio estructural. En un estudio reciente, Francisco Buera, de Ucla, analiza el proceso de cambio estructural, entendido como el peso de los diferentes macrosectores (agro, manufacturas, servicios), para una muestra de 30 países en su periodo de desarrollo. Buera muestra el peso de cada ramo en el PIB para diferentes niveles de desarrollo, medido por el PIB/cápita. La experiencia colombiana no se desvía de manera importante del resto de países. A medida que nos hemos desarrollado, el agro y la manufactura pierden peso en el PIB y los servicios ganan participación.

El segundo factor que explica la caída de la participación industrial es el auge de precios de bienes básicos desde el 2007. Aun sin cambios en la estructura productiva, hubiéramos observado aumentos en el peso del sector minero-energético. Es más, en este periodo la industria creció a tasas positivas, aunque menores que los otros ramos. ¿Podemos definir crecimientos positivos, pero inferiores al promedio de la economía como desindustrialización?

El tercer factor que explica el cambio en la estructura de la economía colombiana, documentado por Juan Esteban Carranza y Stephany Moreno, del Banco de la República, es el proceso de tercerización de servicios empresariales. En la medida en la que costos de transacción y la competencia en eslabones de producción ha aumentado, las empresas han encontrado rentable contratar servicios como transporte, contaduría y mercadeo, con firmas especializadas, en vez de tener unidades encargadas de estos servicios internamente. El valor agregado de estas unidades de servicios, antes contabilizado en el PIB industrial, ha migrado hacia el sector servicios sin que la producción de las unidades manufactureras haya disminuido.

Finalmente, la reducción en costos de transacción ha permitido que empresas localicen diferentes procesos e insumos requeridos para producir bienes finales en distintos países: las famosas cadenas globales de valor. La atomización de la producción en muchas naciones ha generado una disminución del peso de la industria en economías en desarrollo y desarrolladas.

No debemos minimizar los retos del sector productivo y la necesidad de una continua revisión y consolidación de políticas de desarrollo productivo modernas, que promuevan el desarrollo empresarial en Colombia. Crecimientos negativos de la industria sí son indicadores preocupantes, contrario al de participación. Pero la correcta interpretación de los datos y su contextualización nos ayudarán a formular mejores políticas, público-privadas, que resuelvan los cuellos de botella que impiden aumentos de la productividad, producción, diversificación y sofisticación de nuestro aparato productivo y de la canasta de exportaciones.

Daniel Gómez G.
Asesor Ministra de Comercio
[email protected]
 

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