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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

Sin precedentes

El pulso entre Kamala Harris y Donald Trump por la Casa Blanca se perfila de gran intensidad en torno a temas económicos como migración e inflación.

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

La ‘serie dramática’ en la que se ha convertido la campaña presidencial de este año en Estados Unidos emitió el pasado fin de semana uno de sus capítulos más intensos. En una histórica decisión, el presidente norteamericano Joe Biden anunció su retiro de la carrera por la Casa Blanca, a poco más de 100 días de las elecciones, agobiado por tres semanas de presiones de sus copartidarios demócratas tras su pobre desempeño en el debate contra Donald Trump.

Biden da un paso al costado, “en el mejor interés del país”, tras una semana de la convención de los republicanos en las que brilló el entusiasmo de los opositores y el respaldo unánime al ex presidente Donald Trump, a pesar de su estilo agresivo y de haber sido declarado culpable de varios delitos. Trump, por su parte, a pocos días de sobrevivir a un atentado contra su vida en Pennsylvania, consolidó su control sobre el partido Republicano, que se convirtió en una organización populista, nacionalista, proteccionista y aislacionista.

Biden respaldó a su vicepresidente, Kamala Harris, como su remplazo y, en cuestión de 24 horas, la nueva aspirante había amasado el respaldo de una buena parte de los delegados a la convención demócrata de agosto, así como US$81 millones, récord en recaudación electoral. Harris encarna la opción menos disruptiva- sería la quinta vicepresidente demócrata en ser nominada y les voltea a los republicanos la carta de la “avanzada edad” con la que Trump demolió a Biden- pero su capacidad de sostener por sí sola una campaña presidencial hasta noviembre está por verse.

El cada vez probable pulso entre Kamala Harris y Donald Trump por la Casa Blanca no tiene precedentes y se perfila de gran intensidad, ante los elevados niveles de polarización que hoy vive la sociedad estadounidense. Aún es pronto para establecer la magnitud del giro que la salida de Biden y la entrada de su vicepresidente -mujer, negra, californiana y de descendencia india- infligirá en la carrera presidencial.

En unos días se conocerán los resultados de las primeras encuestas Harris versus Trump que marcarán una nueva línea de partida a la campaña. De todas maneras, algunos aspectos sí se pueden afirmar así no estén listos las mediciones.

En primer lugar, Harris no es la ‘fórmula mágica’ que automáticamente volteará la suerte de los demócratas. La vicepresidente podrá energizar a votantes afroamericanos, de minorías étnicas y jóvenes, pero tampoco arrancará mucho más alto que el presidente Biden.

Segundo, Harris constituye, para todos los efectos, una candidata del ‘continuismo’ del legado de Biden, pero también con sus problemáticas. Por ejemplo, a pesar de haber aprobado varias leyes de alto impacto en la infraestructura, las energías renovables y la manufactura de chips, la actual administración no es bien percibida por los votantes en su agenda económica ni reconocida en sus avances contra la inflación.

Un tercer aspecto tiene que ver con los temas como migración, energía, inflación y política exterior que Trump usará para atacar a Harris. En el caso específico de la inmigración, Harris recibió de Biden el encargo de esa temática y el balance ha sido tan negativo que se convirtió en ‘caballo de batalla’ de la oposición republicana.

Cuarto, la salida de Biden le cambió a Trump el libreto y un cierto triunfalismo que se respiró en la convención tras el debate y el intento de asesinato. Habrá que analizar si la campaña trumpista es capaz de adaptarse a la nueva carrera con Harris como nueva carta demócrata. En conclusión, una carrera presidencial sin precedentes.

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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X: @áchomiranda

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