El premio Nobel de Economía de este año le fue otorgado a Ben Bernanke, ex presidente de la Reserva Federal, Douglas Diamond y Philip Dybvig, por sus aportes a la investigación sobre el papel de los bancos en la economía y el estudio de las crisis financieras. Ante un panorama económico que se avizora como retador, este premio Nobel sirve como un recordatorio de la importancia que tiene la regulación, la gestión del riesgo y la estabilidad financiera para una economía.
Repasando sus aportes al estudio de la economía, Bernanke fue reconocido por su investigación sobre el efecto que tuvo la declaración de bancarrota de parte de las entidades bancarias sobre la economía de Estados Unidos, que conllevó a la prolongación de la Gran Depresión en la década de los treinta.
Al respecto, mostró que, ante la disminución de la capacidad del sistema bancario para otorgar crédito y la ausencia de nuevos agentes, se encareció el financiamiento y se redujo su disponibilidad, hecho que se tradujo en una caída de la inversión y la profundización de la crisis alrededor del globo.
Por su parte, Diamond y Dybvig destacan el papel que desempeñan los bancos como intermediarios financieros entre los ahorradores y prestatarios al mencionar que las entidades bancarias cuentan con la capacidad para evaluar la solvencia de los prestatarios y asignar de manera eficiente recursos destinados a proyectos productivos viables y suplir las necesidades de liquidez de la sociedad.
Los autores también evalúan la debilidad del sistema bancario ante una reducción sorpresiva de liquidez, que, bajo ciertas condiciones de incertidumbre, puede llevar a que los ahorradores opten por retirar su dinero de los bancos de forma intempestiva, generando mayor inestabilidad, escasez de liquidez y el colapso del sistema. Al igual que Bernanke, Diamond y Dybving argumentan que las corridas bancarias tienen una incidencia negativa sobre la inversión y la economía real.
Los estudios de estos tres académicos han sido de gran importancia para consolidar el marco regulatorio y las políticas macroprudenciales a nivel global en las últimas décadas. Los autores nos recuerdan la importancia de tener una banca sólida y confiable y el papel fundamental que desarrollan los bancos en la economía para que, a partir del crédito, las familias y empresas puedan cumplir con sus sueños y proyectos y para apalancar el crecimiento económico y la generación de oportunidades.
Con un panorama como el que se avizora para el próximo año, es más valioso que nunca tener clara la importancia de la solidez del sistema bancario y que, como ocurrió en nuestro país durante la crisis de la covid-19, con el trabajo conjunto con las autoridades, pueden jugar un rol muy importante en el desarrollo sostenible de los países y en la mitigación de las crisis económicas.
Hernando José Gómez R.
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