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Jorge Coronel López

Salario mínimo 2023

La competitividad no se puede seguir conquistando con bajos salarios, luego aquí hay unas ideas por renovar y cambiar.

Jorge Coronel López
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Jorge Coronel López

La fijación del salario mínimo (SM) ha estado atrapada por dos variables y un paradigma. Las variables son la inflación y la productividad, que sirven como fórmula para establecer la base de la “negociación”. El paradigma, considera al SM como costo (laboral, productivo) y no, como componente de demanda, que representa consumo y ventas para las empresas.

Por esta razón, la mayoría de los análisis concluyen que aumentos del SM produce destrucción de empleo, reduce su creación, aumenta los despidos, reduce la contratación y agranda la desigualdad, como lo señaló un reciente estudio del Banco de la República. Esto es ver el vaso medio vacío, pues valdría la pena incluir estimaciones sobre la velocidad a la que se convierte el salario en consumo y los efectos sobre la demanda de bienes.

La Organización Internacional del Trabajo, ha insistido en tener cautela con los resultados sobre los efectos de aumentar el SM, ya que son contradictorios y muy dispares entre países, pues depende mucho de los datos tomados en cuenta y los métodos utilizados en los análisis. En cambio, ha pedido la OIT que se sigan los principios estipulados en el Convenio 131, donde señala que, por un lado, debe considerarse las necesidades de los trabajadores y sus familias y, por otro, los factores económicos.

¿Qué información existe en la negociación sobre las necesidades de los trabajadores? No podrá ser la inflación, puesto que refleja la variación de precios, pero no dice nada sobre el comportamiento del gasto de los hogares, ni su nivel de endeudamiento o expectativas de inversión. Sin estos datos la fijación del SM queda sesgada.

En Colombia cerca del 45% gana menos de un SM y sumando los trabajadores por plataformas, se evidencia que el SM es irrespetado, generando una ventaja de costos ilegítima. Dicha ventaja es más generadora de desigualdad y pobreza, que el aumento del SM como lo afirmó Banrep. Luego el problema no es el aumento del SM, son los mercados y sus estructuras, donde la concentración y el poder ejercido presiona los salarios a la baja. Este tipo de competencia ha generado rigidez salarial y se ha traducido en mayores tasas de ganancia, impactando positivamente la competitividad. Si es así, la competitividad no se puede seguir conquistando con bajos salarios, luego aquí hay unas ideas por renovar y cambiar.

La discusión del salario mínimo (SM) siempre será una oportunidad para renovar su discusión y este año tiene ingredientes que obligan a pensar diferente: inminente recesión global, inflación planetaria, guerra ruso-ucraniana, escasez de insumos y alimentos, aumento de precios de petróleo y carbón, entre otros. Por eso sería aconsejable ampliar el debate y crear una comisión de seguimiento con el fin de que el año entrante la negociación cuente con un informe técnico sobre los efectos de la decisión tomada. Sería un insumo calificado para la discusión.

Jorge Coronel López
Economista y profesor universitario
[email protected]

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