Sin duda es temprano para sacar conclusiones sobre la Alta Consejería para Bogotá y su impacto real en la capital del país. Gina Parody lleva dos meses tratando de instalarse y su aterrizaje en el Gobierno Nacional no ha sido el más cómodo. No han faltado los críticos que hablan de “una alcaldesa en la sombra” o una candidata en potencia a la que, según la columnista Salud Hernández, “le estamos pagando desde ya su campaña a la Alcaldía”.
Bajo estas circunstancias, conviene preguntarse si la jugada de Santos tiene chances de salirle bien a él, a Gina y, sobre todo, a Bogotá o si, por el contrario, nos enfrentaremos a una frustración de marca mayor. Hay que esperar que pasen los meses para evaluarla. Cuando el momento llegué, lo que habrá que reconocer es que la Consejería no pretende suplantar la misión del Alcalde y que su existencia se soporta en la idea de empujar la ejecución de proyectos en la capital, en los cuales interviene la Nación.
Y es que las cuantiosas partidas presupuestales a futuro que gira el Gobierno Nacional al Distrito Capital, ameritan una coordinación de alto nivel distinta a la que puede hacerse frente al resto de ciudades y municipios en el país.
La Nación es socia estratégica de Bogotá en temas como la construcción y el desarrollo de la ‘Alo’, incide en la solución de movilidad y sostenibilidad medioambiental que se implemente en la Carrera Séptima, será clave en la construcción del metro –si llega–, interviene en temas de renovación urbana, es definitiva para conjurar la crisis de salud, construye casas en Bogotá dentro de su plan de 100 mil viviendas gratis, y, en algunos casos, trata temas puntuales en educación.
El Gobierno Central tiene una relación directa, que no pasa por el Alcalde Mayor, con los más pobres de la capital por la vía de la atención que les brinda el Sena, el ICBF,y la Red Unidos, e insisto, por ser la ciudad que más concentra población, invierte sumas de dinero que le corresponde controlar y que no puede dejar simplemente al arbitrio de un alcalde; de Petro o de cualquier otro.
Ahora bien, ¿es Gina Parody quien puede sacar adelante esta labor poco fácil de coordinación con un Alcalde, ciertamente, testarudo? Frente a las suspicacias de que usará el cargo como trampolín para una posterior campaña, habría que decir que se trata de un riesgo político cuyo resultado no está garantizado, y que en ese orden de ideas, Parody se está gastando su capital político en una apuesta que ni ella misma sabe cómo va a salir. Si su gestión resulta positiva, habremos ganado todos, y ya se verá si la ciudadanía le premia o no su labor eligiéndola alcaldesa un día.
Lo que resulta injustísimo es advertir que está labrando su candidatura desde el alto gobierno y que eso es lo único que le importa. Con ese argumento Juan Manuel Santos nunca hubiera podido ser ministro de Defensa, porque lo que en el fondo buscaba era ser presidente de Colombia. Como dicen por ahí, todos llevamos una candidatura en el corazón y eso no puede constituirse en óbice para impedir que una persona se luzca y haga bien su gestión.
¿Consejera o candidata?
Si la gestión de Gina Parody resulta po- sitiva, habremos ganado todos, y ya se verá si la ciuda- danía le premia o no su labor.
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