La liberación de Luis Manuel Díaz, padre del futbolista Lucho Díaz, por parte del ELN produce reflexiones humanitarias y políticas. Ante todo hay que celebrar que esa guerrilla haya liberado a don Luis Manuel sano y salvo. Es una excelente noticia para todos los colombianos, pero sobre todo para una familia que lo único que ha hecho es dar alegría a nuestros corazones.
La reacción política es más compleja. El secuestro perpetrado por la guerrilla del ELN viola los términos del Cese al Fuego acordados por el gobierno y ese grupo, así como el Derecho Internacional Humanitario.
De hecho, lo acordado alrededor del cese al fuego plantea el compromiso de las partes de respetar el Protocolo II adicional a los Acuerdos de Ginebra, que proscribe la práctica del secuestro en medio del conflicto. Con este secuestro, el ELN cometió una doble transgresión: a lo pactado con el gobierno y al Derecho Humanitario.
Ante semejantes afrentas, todos los ojos se posaron sobre las reacciones del Presidente y el gobierno. El presidente Petro se manifestó en su cuenta de X con un mensaje tan escueto como desconcertante: “Viva la Libertad y la Paz” (SIC). ¿Eso es lo que tiene que decir el jefe de un Estado cuyas leyes y cuya buena fe han sido burladas con desprecio por el ELN?
Por su parte, la Delegación del Gobierno en la Mesa de Diálogo con el ELN publicó un comunicado más completo. Tras celebrar la liberación de don Luis Manuel, la Delegación recordó que el secuestro es una práctica execrable que atenta contra la paz, y afirmó que el proceso con el ELN ha entrado en una fase crítica y que ha llegado el momento de eliminar el secuestro como una práctica en el marco de ese proceso.
Agregó que exige en el presente, y exigirá en la próxima reunión con el ELN, la liberación de todos los secuestrados por parte de ese grupo. Finalizó advirtiendo que la discusión de la construcción de un mecanismo de financiación del ELN sólo se discutirá cuando se aclaren los términos de la desmovilización de ese grupo.
Sin duda es más sustancial la reacción de la Delegación que la del Presidente. Sin embargo, deja al menos dos inquietudes. Desde la perspectiva de la Delegación es tan crítica es la fase en la que ha entrado el proceso de diálogo, que sigue esperando con ilusión la posibilidad de acordar la desmovilización del grupo guerrillero. Como quien dice, esto es tremendamente grave pero acá seguimos.
Además, el que la Delegación exija ahora la libertad de todos los secuestrados por parte de ese grupo, pero advirtiendo desde ya que volverá a exigirlo cuando se reúnan de nuevo, pone de presente su confianza en la efectividad de esa exigencia. A veces dan ganas de quedarse con los vivas a la libertad y la paz.
MAURICIO REINA
Investigador asociado de Fedesarrollo.
