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Ricardo Rojas Parra
Columnista

Israel

El importante rol de ese país como aliado estratégico en Medio Oriente volvió a figurar con fuerza en los medios nacionales.

Ricardo Rojas Parra
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Ricardo Rojas Parra

Con la visita del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu a Bogotá, el importante rol de ese país como aliado estratégico en Medio Oriente volvió a figurar con fuerza en los medios nacionales.

Sin embargo, un elemento importante que parece haber quedado de lado es lo mucho que podemos aprender de esa nación en términos de las dos problemáticas subyacentes al actual posconflicto: el balance fiscal y el mercado energético, fuertemente interrelacionadas en Colombia y de impacto reciente en la economía nacional.

En los últimos 5 años, el balance fiscal ha estado principalmente asociado al comportamiento de los precios del sector hidrocarburos, disminuyendo en promedio un 125% anual. Por otro lado, el balance fiscal de Israel depende más de la estabilidad de su gasto que de la naturaleza de sus ingresos, por lo que, en promedio, este periodo ha visto un incremento anual del balance en un 17%. Lo anterior es de especial importancia porque Colombia se puede beneficiar de la asesoría israelí en diversificación del riesgo para su balanza comercial. Aunque la crisis ha reducido la participación de los hidrocarburos en las exportaciones, pasando de un 53% de representación del rubro en el 2014 a un 33% en el 2016, los otros productos aún no alcanzan a compensar los choques de precios de dicho sector para nuestra economía.

En Israel, aunque el grueso de las exportaciones se concentra en productos industriales, esta canasta de productos está altamente diversificada, alcanzando en los últimos 5 años una participación casi equitativa (33%) entre las categorías de manufactura de diamantes, bienes industriales de baja complejidad tecnológica y bienes y servicios de alta complejidad.

Además, dado que Colombia ha venido trabajando estrategias efectivas para la transición de explotación petrolera a gasífera, con un éxito reciente del pozo exploratorio Gorgon-1 a principios de este año, la nación se puede beneficiar de la incursión exitosa de Israel en el sector, con casos como los campos Tamar y Leviathan.

Por otro lado, uno de los puntos claves para el próximo periodo electoral es el costo de la corrupción política sobre el gasto público, flagelo al que ningún Estado es ajeno. Una medida internacional que figura es el Índice de Percepción de la Corrupción, construido por Transparencia Internacional, el cual estima la presencia percibida del problema por empresarios y analistas del país y expresado entre 0 (muy corrupto) y 10 (nada corrupto).
En los últimos 10 años, mientras que Colombia no ha logrado avanzar notablemente (pasando de 3,9 en el 2006 a 3,7 en el 2016), Israel no solo inició este periodo con un índice mayor (5,9 en el 2006), sino que ha logrado una mejoría sustancial (6,4 en el 2016).
Además, en el Barómetro de Corrupción Global de la misma institución (tasas de sobornos a nivel mundial), Colombia figura con un 22% e Israel con 12% en la última versión del 2013. Aunque en muchas ocasiones el panorama nacional parece álgido, Colombia es una nación con mucho potencial económico y social, y son este tipo de alianzas estratégicas las que pueden llevar a mejores aprendizajes, en primera instancia no tan evidentes.

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