Contrario a lo que nos han inculcado por generaciones, trabajar duro no conduce a la satisfacción personal ni al éxito. Si así fuera, los empleados que más trabajan serían siempre los que primero obtendrían los ascensos, los emprendedores que más largas jornadas laboran lograrían sacar adelante sus compañías y los empresarios que menos vacaciones toman tendrían las familias más felices y armoniosas. Las cifras y las investigaciones demuestran que no hay tal.
En el inconsciente colectivo está la idea de que entre más duro trabajemos mejor nos irá en la vida. Es un concepto que no conoce credos, clases sociales o razas. El problema es que no es cierto.Empresarios exitosos, que han profundizado en el tema como Robert Kiyosaki y Warren Buffet, desde ópticas diferentes, transmiten las ventajas de trabajar con estrategia en lugar de ‘trabajar como mulas’, expresión muy usada en nuestro país.
Laborar jornadas de 12 horas o más, ir a la oficina días de fiesta, no tomar vacaciones, no desconectarse del trabajo, llevarlo a casa son prácticas comunes que conducen a ‘fundir’ su mente y su cuerpo. Los estadounidenses llaman a este fenómeno burnout, y se han dedicado a estudiarlo. Los efectos de conducir una vida bajo este régimen son enfermedad, familias debilitadas, frustración, vacío existencial, incluso muerte.
Arianna Huffington, creadora del famoso Huffington Post, en su libro Thrive, describe cómo después de caer gravemente enferma por trabajar desmedidamente, tomó la decisión de cambiar su vida reconsiderando sus prioridades vitales. Con detalle y apoyada en nutridas investigaciones explica cómo estos hábitos de desenfreno laboral acaban con el ser humano y con sus relaciones personales, además de reducir notablemente la productividad. ¡Se cae de su peso! Una persona cansada, saturada, nunca será igual de veloz, productiva y certera a una lúcida y con energía.
Mi propuesta es trabajar con estrategia, enfocándose en lo que tiene verdadero valor y significado en la vida, evitando distraerse con nimiedades. Con esto claro, en el día a día es fácil aplicar el famoso principio de Pareto: dónde poner el 20 por ciento del esfuerzo que va a producir el 80 por ciento de los resultados buscados. En otras palabras, menos sudor, mayor productividad.
Ahora bien, encontrar aquello que tiene verdadero valor y significado requiere de un trabajo a conciencia. Es inversión en tiempo y dirección, pues una vez que ello se tiene las decisiones aparecen claras, el tiempo alcanza, es fácil delegar y la productividad se eleva. Por supuesto, hay que conectar esto con el día a día; esa es la forma de caminar de manera decidida y acertada en el sentido que marcan nuestros sueños y nuestras preferencias. La clave está en tener un espacio diario de planeación de actividades, en el cual se decide qué es lo verdaderamente importante y valioso hoy para poner allí la atención y el esfuerzo, y no perder tiempo en nimiedades o cosas que se deben atender después. En mi experiencia, la conexión entre lo apasionante, los sueños de largo plazo y la priorización coherente de los pendientes diarios es lo que permite trabajar horarios razonables, encontrar tiempo para uno, tomar largas vacaciones, sentir la emoción de estar haciendo lo que realmente inspira, acostarse con la satisfacción de haber hecho lo importante hoy, y dormir en paz.
Santiago Jiménez
Coach y consultor
