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Tomás Uribe

Pardo: de la derrota a la victoria

Tomás Uribe
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Tomás Uribe

 

Siempre fue presidenciable el político Rafael Pardo. Su seriedad, profesionalismo conocimiento íntimo de la realidad colombiana y, ante todo, serenidad y equilibrio en medio de tanta pasión lo convertían en candidato liberal desde hace década y media.

El que a alguien ‘todo el país le quepa en la cabeza’, sin embargo, no basta para llevarlo al sóleo de Bolívar. A ojos de sus críticos siempre le faltó lo que en Colombia llamamos ‘verraquera’ y, en otros lugares, ‘carisma’.

La crítica es injusta, desde luego, tratándose de alguien quien ayudó a desmovilizar a cinco guerrillas y 5.000 ex guerrilleros, coadyuvó la recomposición del Partido Liberal y del uribismo después de las elecciones del 2002, contribuyó a una Ley de Justicia y Paz digna y se alejó del proyecto cuando perdió su legitimidad ética, ha sido Alto Comisionado de Paz y tres veces, como ahora, Ministro de Estado.

Sin embargo, en nuestro país ‘las etiquetas pegan’ y, así como del presidente Santos mucho tiempo se dijo que “no arrastraba un voto” hasta cuando en dos ocasiones demostró fehacientemente lo contrario, así también se juzgaba al (pre) candidato Pardo.

Las últimas elecciones presidenciales de segunda vuelta, en donde terminó en sexto lugar y recibió 4,4 por ciento de los votos, o sea escasamente más del umbral de reposición de fondos (4 por ciento), poco hicieron para disipar esta impresión. Ese momento, en el cual los grandes barones del liberalismo se adhirieron masivamente a Santos, sirvió para medir el calibre del candidato. Antepuso los principios a los puestos. Dejó en claro que la participación del liberalismo en el Gobierno de Unidad Nacional estaba bien, pero su adhesión sólo se finiquitaría sobre bases programáticas y… así fue.

Para fortuna suya, el Partido Liberal no es cualquier partido. Cuenta con redes sociales políticas y, efectivamente, programáticas.

Fue la fuerza motriz detrás del CNCR. Además, el senador Juan Fernando Cristo y el representante Guilllermo Rivera han venido impulsando las antes denominadas Leyes de Víctimas y de Justicia y Paz desde sendas Comisiones Primeras (Senado y Cámara) a lo largo del último lustro y, con especial vigor, desde el 2007.

Con el fundamental apoyo de los entonces jefes únicos del Liberalismo Rafael Pardo y César Gaviria, y el respaldo de Cambio Radical, Mira, el Partido Verde y el Polo, Pardo y el liberalismo le ‘movieron las bases’ a la mayoría legislativa del Congreso hasta lograr imponer los principios de registro social, buena fe, equidad y dignidad de las víctimas, entre otros.

Pardo y el liberalismo están idealmente equipados para seguir adelante con esta prioridad, acaso la principal del Gobierno.

Más allá de las víctimas, Pardo puede contribuir a una política social plena, como lo ha procurado desde los inicios de la Unidad Nacional (Ley de Primer Empleo), conforme a los lineamientos liberales y al acervo de información y análisis que tantos años lleva acumulando.

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