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Paul Weiss Salas

Tutear o no tutear, esa es la cuestión

No puedo aceptar que la falta de respeto a los desconocidos sea un avance ni de la cultura ni de la educación.

Paul Weiss Salas
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Paul Weiss Salas

De unos años para acá se ha estado imponiendo, particularmente entre los más jóvenes, la costumbre de tutear a personas desconocidas. Es así que entra uno a un almacén cualquiera y el dependiente le dice: “¿en qué te puedo ayudar?”.

Esto se ha popularizado como las demagógicas frases que incluyen los equivocados usos del español al decir “ciudadanos y ciudadanas”, “colombianos y colombianas”. Me parece que este tipo de expresiones surgen de la intención de incluir a las mujeres y de atraerlas a votar por los candidatos de las ideologías llamadas “de avanzada”.

Pero el tutear no tiene, en mi opinión, ninguna connotación social ni política, como algunos pensadores de avanzada quisieran inferir. Es una forma de tratar de parecer cercano a la otra persona y que termina siendo invasiva, pues no todos tenemos que aceptar la intimidad con cualquiera que nos dirija la palabra. Yo reservo el tuteo para dirigirme a mis familiares y a mis amigos.

Me ha sucedido con personas bastante menores que yo, que son ya casi todas, que me tutean, y como manera de establecer alguna distancia, les he contestado en la forma de usted. Pero algunos ni se dan por enterados de la diferencia, y continúan tuteándome. Esto resulta doblemente indebido, pues pienso que no han entendido que para mí no existe ni familiaridad ni amistad en mi relación con ellos. Algunos dirán que es un cambio cultural, pero no puedo aceptar que la falta de respeto a los desconocidos sea un avance ni de la cultura ni de la educación.

A nivel empresarial las personas tienen diferentes tipos de relación con los demás trabajadores y aun diferentes tipos de relación con sus clientes. Algunos serán amigos y se tutearán y otros no lo son todavía y, por lo tanto, se deberían tratar de usted. A medida que la relación va cambiando, también irá cambiando el tono de cercanía entre los interlocutores.

A manera de ejemplo, yo trabajé más de veinte años en una firma y al señor encargado de la cafetería lo llamaba por su nombre, Roberto, pero al recién ingresado profesional de la firma no lo tuteaba. Es así que, reitero que no veo que se haga una distinción de tipo social al usar una u otra forma, al menos yo no lo he hecho, pero admito que me resulta incómodo que me tuteen personas que acabo de conocer.

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