Petrer: Moros y Cristianos y casas cueva

Porque los pueblos del interior de Alicante no dejan de sacarse ases de la manga. Petrer es fiesta, historia y arroz, en el orden que uno quiera.
Vistas de Petrer y su castillo
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Una de las ciudades alicantinas que probablemente más puedan pasar desapercibidas para el gran turismo es Petrer. Alicante, como ya os hemos contado en infinidad de ocasiones, esconde una infinidad de tesoros en sus territorios de interior, muchos de ellos parapetados entre horribles polígonos industriales, ese chapapote arquitectónico que afea el posado y espanta la curiosidad de todo viajero que haya decidido improvisar en carretera.

Pero, dejando ‘poligoneríos’ aparte, a veces hay que dejarse llevar por el instinto si queremos conocer ciudades de las que no se habla en las guías y que bien merecen una escapada. Petrer es una ciudad con una historia fascinante que se remonta a tiempos prehistóricos y con un bagaje histórico importante. En su territorio se han descubierto restos arqueológicos de la Edad del Bronce y de la época romana, por lo que tened bien en cuenta que os disponéis a descubrir una ciudad de origen milenario.

Un fin de semana en la Costa Blanca puede convertirse en algo más si decidís desviaros un poco de la autovía para descubrir esta bonita ciudad del interior alicantino. Un día es más que suficiente para empaparse bien de todas las cosas que ofrece esta milenaria localidad, aunque para no perder detalle, siempre es mejor partir de la Oficina de Turismo con toda la información posible para sacar jugo a esta escapada.

Petrer es un tesoro por descubrir, como su iglesia de San Bartolomé.

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Restos romanos por todas partes

La oficina de turismo de Petrer se encuentra ubicada en la plaça de Baix, justo al lado del ayuntamiento y de la Iglesia de San Bartolomé. La Iglesia de San Bartolomé en Petrer es una joya arquitectónica del neoclásico que fue terminada en 1863 por el arquitecto Francisco Morell Gómez y que sorprende por su gran tamaño y su cúpula en el crucero. En su interior, soportado con pilastras corintias, el templo guarda varios tesoros históricos y religiosos. En su presbiterio hay frescos y pinturas añadidos tras un incendio que se declaró en el año 1936. Durante la Segunda República, hubo dos intentos de incendiar la iglesia: el primero, el 21 de junio de 1936, fue sofocado por los fieles formando una cadena humana, pero el segundo, el 22 de julio de 1936, causó graves daños.

Al otro lado de la iglesia, en la calle de la Fuente, se encuentra el Museo Dámaso Navarro, la segunda parada en esta ruta. Es museo arqueológico y etnológico, y lleva 25 años investigando y tratando de conservar y difundir la historia local. Lleva el nombre de Dámaso Navarro Guillén, fundador del Grupo Arqueológico de Petrer en los años 60. El museo alberga más de 12.000 piezas arqueológicas donadas por vecinos y recuperadas por el Grupo Arqueológico Local, abarcando desde la prehistoria hasta la industrialización. Está organizado en dos secciones: una arqueológica, con piezas islámicas y romanas, y otra etnológica, con utensilios domésticos y herramientas de labranza de antaño. Hasta finales de agosto se puede disfrutar de una exposición de los tesoros arqueológicos de la época romana que se encontraron hace tres años en la plaça de Baix. La visita es gratuita, puede ser guiada pero sólo abre en horario de mañana.

La calle de la Fuente fue el lugar donde se encontraron los restos de Villa Petraria, una villa romana del siglo III que tenía hasta tres hornos de cerámica para hacer tejas y ladrillos. Hemos de bordear la plaza y llegar a la calle de San Rafel para encontrarnos con el Arc del Castell, uno de los lugares emblemáticos de Petrer. En pie desde hace seis siglos, este arco hacía de puerta de entrada a la ciudad y conexión entre el castillo y los barrios.

Hay que perderse por las calles de Petrer.

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Un castillo que esconde casas excavadas en la roca

El Castillo de Petrer fue construido por los musulmanes a finales del siglo XII, tiene una forma poligonal que se adapta al terreno del cerro sobre el que se asienta y está rodeado por una robusta muralla de origen musulmán. Pasada la explanada de la entrada, se puede llegar a la torre cuadrada que hacía de centinela y que siempre tenía el ojo echado sobre los castillos de Novelda y Sax.

Fue hogar de estirpes musulmanas pero también de varios señores feudales cristianos, como la familia Loaysa o los condes de Elda. El castillo quedó abandonado en el siglo XVII y cayó un poco en el olvido. Sin embargo, en 1974 se inició una restauración, que duró casi diez años, y hoy en día luce casi en perfecto estado. Las mismas vistas del horizonte que tenían aquellos señores feudales cada mañana las podéis experimentar desde aquí, mucho más espectaculares cuando el sol es engullido por la tierra al atardecer.

De regreso al casco histórico observaréis en la muralla del castillo que hay como una vivienda excavada en la pared. Se trata de una de las casas cueva que hay en Petrer y que fueron el refugio de los más necesitados de la villa desde finales del siglo XIX. La visita también es gratuita (y en horario de mañana) y forma parte de la ruta del Museo Dámaso Navarro, un recorrido etnográfico por las raíces de esta pequeña ciudad milenaria. Y hay algunas más en Petrer, pero están más escondidas.

El castillo de Petrer es una visita obligatoria.

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Terracitas y los arroces de Mari Carmen

En esta época del año, el calor en Petrer comienza a picar, por lo que es conveniente comenzar esta ruta a primera hora de la mañana y terminar al mediodía, a la hora justa del aperitivo o de la comida. Hay muchos restaurantes con terrazas muy pintonas en los alrededores del casco viejo. Además, de un tiempo a esta parte, los restaurantes de Petrer se han modernizado bastante y han apostado por darle una vuelta a su tradición de arroz e ir un poquito más allá.

Una terraza muy cómoda la podéis encontrar en Sucre (Bassa Perico, s/n), que tiene más de una docena de variedades de arroz distintas y que se pueden maridar con fresquitos caldos de Marina Alta. Además, cuenta con una barra de gintonics con una enorme cantidad de referencias, perfecta para los más tiquismiquis.

Aunque no todo es arroz en Alicante, disfrutar de los arroces de La Sirena (Avda. Madrid, 14) es sin duda la mejor experiencia que se puede vivir en Petrer. Las manos de Mari Carmen hacen verdaderas virguerías con el producto de la huerta y el mejor marisco de la terreta. En su casa son dos arroces los que marcan la diferencia: el que hace con rape y langostinos y el del Señoret con pescados de roca, del cual consigue una textura melosa espectacular. Aunque si el sibarita que lleváis dentro os pide algo más que arroz, preguntad por su menú degustación y sus fuera de carta. No olvida la cocina de siempre, esa en la que Mari Carmen es experta a la hora de preparar un ali oli, las recetas de casa que le han hecho crecer y explotar su creatividad.

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¿Sabías que…?

La primera Asociación de Fabricantes de Calzado a nivel nacional se conformó en 1926 por parte de las localidades de Elda y Petrer. Este es el motivo por el que la ciudad alicantina es tan conocida por la industria del calzado, las pieles y la marroquinería.

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En Petrer se conserva uno de los tesoros del gótico valenciano, el acueducto de San Rafael. Se cree que fue construido entre los siglos XIV y XV en el barrio que lleva su nombre, y su labor como transportador del agua se alargó hasta el siglo XIX. Solo conserva seis de los arcos que tuvo el acueducto originariamente y está considerado como Monumento Histórico Artístico desde el año 1981.

La fiesta de Moros y Cristianos que se celebra en honor de San Bonifacio coloca a Petrer en el mapa. Se trata de una tradición que conmemora las batallas históricas entre moros y cristianos durante la Reconquista. Los eventos principales incluyen desfiles con comparsas vestidas de trajes elaborados, embajadas teatrales y guerrillas con pólvora. La fiesta, reconocida como Fiesta de interés turístico, es un símbolo de identidad local que atrae a numerosos visitantes cada año.

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