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Opinión

Columnistas

Hay acuerdo nacional

Ellos tienen que ser nuestros héroes de verdad. Los que hacen patria, no los que la han herido y luego sale a sentirse figuras.

Luis Noé OchoaSubeditor
No lo neguemos. Este país, esta Colombia sufridora, corajuda y bravía hoy está pendiente de lo que haga la izquierda, una izquierda que nos une y nos convoca. No la política, ni más faltaba, que más bien polariza, sino la izquierda maravillosa de James Rodríguez. De la que esperamos no el fast track, sino el pase de crack, como los que ha hecho el mejor jugador de la Copa América.

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Ya sabemos que la derecha tiene un gran reto, pues el paisa que se venía luciendo, pero que a veces sale cargado de tigre y no aguanta un pellizco, está inhabilitado. Tirar codo también es algo colombiano en la sociedad, y así algunos llegan lejos. Pero fue un grave error el de Daniel Muñoz, magnífico jugador, el haberle metido un codazo al provocador uruguayo Manuel Ugarte. Hurgate la nariz, pero a mí no me pellizcás, papá, debió decir... antes que ripostar cuando ya tenía amarilla. Él debía saber que provocar a los tarjeteados es una estrategia. A algunos les agarran las golty y el vertical.
Pero por lo hecho por este defensor, que aporta goles, se le perdona, y que le quede como lección, pues él se pierde la final soñada. Y los otros diez fueron leones heridos, héroes, colombianos puros, orgullo nacional. Nos sacaron tal cual palabra impublicable cuando botaron goles, pero al final nos sacaron lágrimas de júbilo, que son las que nos deberían rodar más a menudo.

Aparte del ejemplo de unión, de jugar todos sin egoísmo por un fin común, esta copa ha dejado ver esa otra Colombia regada por el mundo, que es mancha amarilla.

De James, el volante que está volando, y que este viernes cumplió sus 33, unos dijeron que ya estaba acabado. Me sale a ritmo de pasodoble: unos dijeron que sí, muchos decían que no, y para ya desmentir, el volante más jugó. Y demostró que vistiendo la camiseta de Colombia es uno de los más grandes de nuestra historia futbolera. Que tiene una zurda de oro, enfrentada mañana a la de Leo Messi, uno de los mejores de la historia.
Lo alcanzado por la Selección, el haber llegado a la final después de 23 años, en la Copa América más completa y ante Argentina, el campeón del mundo, es ya un hecho extraordinario.
Pan y circo, dicen unos. Pero no se mide bien lo que significa para un país una selección de fútbol triunfadora y querida en todos los rincones nacionales. Más un país como este de tantos desencuentros y tristezas, de impunidad al 90 %, de feminicidios diarios, de reclutamiento de menores, de odios políticos. El que haya algo que nos identifique y nos una en torno a un símbolo nacional es necesario.
Que haya un grupo de colombianos, de distintas regiones, que triunfan en el mundo, que se juegan la vida y cada gota de sudor defendiendo su bandera es un ejemplo que se tiene que resaltar y emular. Ellos tienen que ser nuestros héroes de verdad. Los que hacen patria, no los que la han herido y luego sale a sentirse figuras. Figuras del mal. ¿No pensarán los violentos que reclutan en que es hora de que miles de niños –como los que rezan bajo los pupitres en balaceras cerca de las escuelas– sepan más de balones que de balazos? Luises Díaz, Lermas, Minas, Jhones Arias, Camilos Vargas debe haber más por ahí. Déjenlos en paz, déjenlos soñar.
Aparte del ejemplo de unión, de jugar todos sin egoísmo por un fin común, esta copa ha dejado ver esa otra Colombia regada por el mundo, que es mancha amarilla. Idos por ilusión, por voluntad, legal o ilegalmente, en busca de sueños o para salvar sus vidas, todos llevan la camiseta con orgullo. La patria pesa. Por ellos en las graderías, en todos los países, por 50 millones, nuestros muchachos mañana van a salir a romperse el alma, con buen juego, con inteligencia, con fútbol, con respeto pero sin miedo a los campeones del mundo, pues en coraje y entrega lo somos nosotros. Vamos, Selección Colombia, ustedes son el acuerdo nacional.
Luis Noé OchoaSubeditor
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