El tigre se asoma. Guarda las garras, inclina la cabeza y se pone panza arriba. Casi maúlla. Nunca antes estuvo tan cerca de cumplir el sueño que viaja con él desde que era un cachorro. Y mueve sus fichas para eso.
Y es una escena seguida por millones. No solo los directamente involucrados (los hinchas del equipo albiazul a los que se les hace agua el corazón), sino también por los de los de otras escuadras que reconocen, entre susurros, que un movimiento así sería bueno para todo el Fútbol Profesional Colombiano, tan necesitado de figuras por estos tiempos.
Una partida que se juega en los micrófonos. A principio de semana, Falcao -más explícito que nunca y con la libertad que le da el sentir que su carrera empieza a acercarse a las últimas curvas- descargó toda la responsabilidad en los directivos de Millonarios: “Uno no puede contratarse solo” y “depende de Gustavo Serpa”, fueron algunas de las frases que acompañaron su insistente declaración de amor por Millonarios, el equipo del cual es hincha y donde quisiera cerrar su carrera.
Inmediatamente Serpa, representante de los máximos accionistas del club, contratacó: a sus amigos más cercanos en medios de comunicación les dijo en sus chats privados que la operación es básicamente imposible por costos, que la descartaran. Pero mientras ellos se inmolaban calmando la furiosa ilusión de los hinchas, los directivos concretaban también el siguiente encuentro personal con Falcao para intentar avanzar en la negociación.
Poner a los medios de comunicación a decir que no habría negocio, les daba margen de maniobra respecto a las expectativas del futbolista (probando su genuino deseo de venir a jugar en el club, resignando muchas cosas) y lavándose las manos antes de mover el primer peón. Si al final no se gana la partida, sería porque siempre estuvo destinada a perderse.
Juegan también las emociones. Aunque no se había acordado así, en la reunión también apareció Alberto Gamero, director técnico de Millonarios y quien en su época de futbolista coincidió en Unión Magdalena con su paisano Radamel García (el papá de Falcao). El tema principal de la conversación fue el recuerdo de aquel hombre que seguramente estaría animando a su hijo a cumplir ese sueño.
En tableros vecinos hay buenos ejemplos de lo bien que podría salir: Carlos Bacca, Hugo Rodallega, Adrián Ramos. Todos ellos vinieron en el tiempo reciente a rematar sus exitosas carreras y elevaron, indiscutiblemente, el nivel de la liga. Buenos precedentes para el que sería el fichaje del siglo en Colombia. Hace muchos años no aterriza en nuestra liga un jugador de la trascendencia internacional de Falcao García: el mejor nueve del mundo en su momento, el goleador histórico de la Selección Colombia, doblemente campeón de Europa League; y con títulos en Argentina, España, Portugal y Francia ¡Ojalá que se corone con Tigre!
