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Roberto Angulo

Las grandes ciudades aliadas

La carta de las grandes ciudades es su espacio productivo y su principal arma es la potencia de sus negocios y empresas.

Roberto Angulo
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Roberto Angulo

En los últimos días, en el marco del congreso de la Cámara Colombiana de la Infraestructura que se realizó en Cartagena y en el foro Visión 2024 organizado por Prisa Media, se encontraron los alcaldes de Bogotá, Medellín y Cali, quienes se vieron alineados en prioridades, cohesionados y chanceando entre ellos como un grupo de viejos amigos. Algunos medios interpretaron esta puesta en escena como la conformación de una primera línea de centro derecha para oponerse al gobierno de izquierda de Petro. “Los alcaldes de las 3 grandes ciudades se van contra Petro”, tituló El País.

Esta interpretación, aunque no es del todo falsa, corre el riesgo de ser simplista e incluso nociva, pues presupone que se trata de un frente de resistencia política al Gobierno Nacional que, de ser así, corre el riesgo de sumarle inacción a la inacción.

Una interpretación alternativa que quiero proponer, menos de barra brava y más posibilista -el posibilismo es de tibios dirán algunos, pero nunca me verán gritando “¡fuera Petro!”-, es que la alineación ideológica, la confianza y la cohesión de estos tres alcaldes tiene un gran potencial para impulsar una transformación económica y social soportada en el tejido productivo, en contraste con la ruta de talante estatista que se ha trazado del Gobierno.

Esta disparidad no proviene exclusivamente de la esfera política o ideológica sino también de las diferencias que hay entre una estrategia de desarrollo de escala nacional y una de escala ciudad.

Las grandes ciudades cuentan con una fuerza económica que no se consigue con la misma potencia en todo el territorio nacional: la aglomeración económica. Las ciudades, como dice el economista Edward Glaeser, se pueden definir como la ausencia de distancia entre personas y empresas.

En la ciudad tanto las personas como las empresas estamos muy cerca y si nos aguantamos esta situación es porque los beneficios que obtenemos son mayores que los costos.

El triunfo de las ciudades se consigue, por un lado, gestionando el costo de la aglomeración (tráfico vehicular, inseguridad, contaminación y segregación residencial), y de otro lado, liberando su potencial productivo.

La principal ventaja de los alcaldes aliados de grandes ciudades no es política, es económica; el gran valor de la proximidad son los aumentos en productividad.

Donde se aprovecha el potencial de las economías de aglomeración se reducen los costos de transporte de personas, bienes e ideas, se abre espacio para la innovación, la diversificación y se obtienen lo que los economistas llamamos rendimientos crecientes a escala, que ocurren cuando somos capaces de aumentar lo que producimos a una tasa mayor que la que requerimos en los factores que usamos para ello.

Más interesante que una tribuna de confrontación política de centro derecha versus izquierda, mucho mejor que un duelo de piquería, es la posibilidad de contraponer acción a la inacción. La carta de las grandes ciudades es su espacio productivo y su principal arma es la potencia de sus negocios y empresas.

ROBERTO ANGULO
​Socio fundador de Inclusión SAS
[email protected]

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