Los resultados económicos de este año han sido positivos y alentadores, y dan cuenta de la recuperación sostenida tras la pandemia. El buen ritmo que se ha observado en el consumo privado y la inversión ha llevado a que entidades multilaterales como el FMI, el Banco Mundial y la Ocde hayan venido revisando al alza el crecimiento proyectado para 2022, que hoy supera el 6%, un hecho que destaca a Colombia en la región. A pesar de lo bien que se espera que cierre este año, la economía colombiana está expuesta a riesgos tanto externos como locales que traen consigo importantes desafíos.
En principio, el proceso de normalización monetaria de muchos bancos centrales para controlar la inflación y las señales de moderación en la dinámica del consumo llevarían a que la economía mundial se desacelere drásticamente. Sumado a ello, en el frente local enfrentamos retos asociados a los altos déficits gemelos, que nos hacen vulnerables en esta compleja coyuntura, y a rezagos acentuados por la pandemia como la incidencia de la pobreza y del desempleo, especialmente en segmentos como el de mujeres y jóvenes. En este contexto, los lineamientos de política económica del nuevo gobierno serán fundamentales.
Es precisamente en este retador panorama que la Convención Bancaria, que se lleva a cabo esta semana, le da la bienvenida al nuevo gobierno, abriendo espacios de discusión sobre la coyuntura externa y la agenda económica, con especial énfasis en el análisis de la ineludible reforma tributaria, los retos en materia de financiación de vivienda, rural y las MiPymes, así como en los obstáculos y las acciones para mejorar y habilitar la competitividad del sector productivo. Con el ánimo de establecer puntos de encuentro, este evento cuenta con la participación de representantes de la banca, el Gobierno Nacional, congresistas, el empresariado, el sector académico, y miembros de la sociedad civil.
La nutrida agenda del evento cuenta también con espacios de discusión sobre fenómenos disruptivos como la justicia y equidad climática, la entrada de Neobancos en el país, que contribuye a incrementar más la competencia y eficiencia en el ecosistema financiero, así como la creciente importancia de los criptoactivos. La banca, en su constante proceso de transformación, ha trazado unos caminos que le permitirán enfrentar, de manera articulada con el Gobierno, los retos y oportunidades que suponen estos fenómenos.
Estamos seguros de que este espacio fomentará el diálogo y fortalecerá los lazos entre el sector privado y público, pues solo con el trabajo conjunto del sector productivo (primario, industria y servicios) y el Gobierno se podrán reducir las brechas sociales y territoriales que caracterizan al país. Las demandas sociales y los anhelos de mayores oportunidades de la población así nos lo exigen.
Hernando José Gómez R.
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