En el momento en que supe que el ‘No’ había ganado, me entró un profundo dolor por la oportunidad perdida, y me asusté, al pensar en el desenlace, por temor a la reacción del presidente Santos, de la guerrilla, la virulencia de los promotores del ‘Sí’ y el triunfalismo de los del ‘No’. Tanto la campaña del ‘Sí’ como la del ‘No’, usaron la desinformación. Los del ‘Sí se sirvieron del temor a la guerra total en caso de perder el plebiscito, dicho desde Presidente para abajo.
Mis miedos no incluían volver a la guerra, estas declaraciones solo me parecían exageraciones al calor de las campañas. Es que en estas todos exageran (mienten), claro, al parecer, ahora las exageraciones del ‘No’ fueron un exabrupto inaceptable.
La alocución presidencial me hizo sentir, por primera vez en muchos años, que teníamos un presidente de todos los colombianos. Reconoció que habíamos perdido y que los del ‘No’ también querían la paz, pero no les había gustado partes del Acuerdo. Dejaba de lado el manido discurso en el cual repetía que los opositores querían solo la guerra.
Pensé que se abría una oportunidad única para lograr un acuerdo entre todos los colombianos para negociar de forma unida con la guerrilla. Este optimismo duró poco, puesto que casi inmediatamente surgió una elite ‘moralmente superior’ que decidió que ellos y solo ellos, así hubieran perdido en las urnas, tenían la razón y pareciera que el Presidente se dejó seducir por estas voces.
Si votaste por el ‘Sí tienes la razón, porque la mayoría que votó por el ‘No’, no tiene ni ‘puñetera’ idea de lo que hicieron, y votaron engañados. Qué cansancio esta reacción tan generalizada, pero tan contradictoria, de estar a favor de la paz y desconocer el resultado en las urnas. ¿Cómo se atreve un congresista, un demócrata, a decir que hubo abstención y que ellos saben que la abstención hubiera votado por el ‘Sí? Caramba, y ¿cuándo la abstención les permite ser elegidos con un pírrico número de votos, eso sí es el ejercicio de la voluntad popular?
Este desconocimiento de las reglas de juego no le hacen ningún favor a la democracia, a Colombia o a la guerrilla, que ahora en La Habana decide, arrogante como siempre, qué es lo que los colombianos podemos o no decidir sobre el Acuerdo por medio de un plebiscito.
Mi Presidente, el de la Colombia mía, estaría recordándole, de forma firme, pero cordial, a la guerrilla, a los del ‘Sí’, a los ‘líderes’ autoungidos con la ‘verdad’, y a los manifestantes en general, que el acuerdo, tal como quedó, perdió en las urnas, y que lo que tenemos que hacer es trabajar en conjunto, TODOS, para sacar adelante la paz en Colombia, sin trampas ni triquiñuelas para evitar el resultado del 2 de octubre.
Sí la Corte Constitucional se atreve a dejar sin efecto, bajo cualquier elucubración mental, el ejercicio democrático, que tanto alabaron los del ‘Sí’, nunca se podrá, en todo caso, olvidar que ganó el ‘No’. Me pregunto: ¿cómo será una paz si desconocemos a la mayoría? Claramente, una paz frágil y no duradera. ¿Es eso lo que queremos? ¿De verdad los del ‘Sí’ son los dueños de la razón?
Creo que la soberbia, en lugar de la generosidad, es lo que nos está guiando.
Lucas Echeverri Robledo
Empresario
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Una paz frágil y poco duradera
Si votaste por el ‘Sí tienes la razón, porque la mayoría que votó por el ‘No’, no tiene ni ‘puñetera’ idea de lo que hicieron, y votaron engañados
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