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Paul Weiss Salas

La intrusa convivencia

No añoro volver a esos trajines, pero si añoro el ambiente de amistad que teníamos en el trabajo.

Paul Weiss Salas
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Paul Weiss Salas

Durante mis años de corredor de bolsa, valoré de manera importante, la experiencia de trabajar en una mesa de negociaciones.

Al pasar de la oficina privada a la mesa perdí la intimidad que tenía y el silencio que me permitía reflexionar acerca de mis labores diarias y analizar personalmente las alternativas de inversión que podía sugerir a mis clientes. Quedé ahí incluido en el bullicio de los teléfonos repicando, de los corredores hablando con sus clientes, de las manifestaciones de felicidad o de tristeza por un negocio realizado o perdido. Inevitablemente todos nos enterábamos de las conversaciones de los demás porque la privacidad ya no existía. Perdí la posibilidad de mantener una conversación confidencial con mis clientes desde mi puesto de trabajo y debía salir a buscar otro sitio para ello. Ya no tenía el privilegio de tener una oficina propia. Fue un cambio importante en mi forma de trabajar.

Pero, como existe la ley de las compensaciones, gané mucho más de lo que perdí. Gané el poder discutir en grupo las ideas de muchos acerca de las oportunidades que podía estar presentando el mercado bursátil para nuestros clientes. Cada uno de nosotros, en la mesa de negociación, interactuaba con sus clientes aportándoles nuestras opiniones y recibiendo de ellos las suyas. Todo eso enriquecía el informal análisis que permanentemente hacíamos de las cambiantes condiciones del mercado financiero.

En estas conversaciones se podía aprender de los demás pues la misma diversidad que había entre nosotros generaba diferentes puntos. El solo hecho de trabajar con personas de diferentes edades, nutría la conversación con otras miradas.

Naturalmente, no todos estos intercambios resultaban en ideas brillantes, es más, pienso que eran pocas las instancias en las que generábamos alguna idea novedosa y beneficiosa para todos, pero como dice el dicho que de eso tan bueno no dan tanto, algunas veces salíamos todos ganando.

Pero lo que realmente gané en la mesa fueron amistades. El espíritu de grupo que se generaba, el ambiente de colaboración, la disciplina que se autoimponía, el compromiso, el interés por lo bueno y lo malo que les sucedía a los compañeros de trabajo, las reuniones extracurriculares con todas esas otras facetas de las personas que los distinguen y los hace diferentes y especiales, la solidaridad y el apoyo que se recibe y se da, el poder conocer mejor a las demás personas hacían de la experiencia de trabajar en grupo una gran ganancia para mi vida personal.

Y ahora, con a esta peste de covid-19, me pregunto si se habrá perdido todo eso tan bueno. Con cada corredor trabajando solitariamente desde su hogar, con una que otra reunión virtual, no podrán disfrutar de la interacción que generaba la intrusa convivencia que se vive en una mesa de negociaciones.

No añoro volver a esos trajines, pero si añoro el ambiente de amistad que teníamos en el trabajo. Afortunadamente mantengo contacto con algunos de mis compañeros de oficina y siguen siendo importantes para esta etapa de la vida que me ha tocado correr en solitario.

PAUL WEISS SALAS
Experto en operaciones bursátiles
[email protected]

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