Japón, con los cinco sentidos (como mínimo)

Japón invita a iniciar un viaje para recalibrar los sentidos e, incluso, hallar otros nuevos.
Descubre tu ‘ikigai .
JNTO

Los cerezos forman nubes rosas que se confunden con la cumbre del monte Fuji. Las notas de yuzu en el paladar, el aroma del sándalo en los templos. La textura de un tatami y la certeza de sentir que en nuestro interior también brotan flores nuevas. Tantas sensaciones que no conocías y te descubren al pisar Kioto, Tokio, bosques de bambú y santuarios sintoístas donde volver a renacer.

Las personas que viajan saben que en Japón despiertan los sentidos y encontramos otros nuevos, tan intrínsecos a su filosofía y lugares como sus místicos rincones a lo largo de todo el país. Llámalo destino o, simplemente, el viaje que no sabías que necesitabas.

VIAJE A JAPÓN: ¿CUÁNTOS SENTIDOS BUSCAS?

Nuevos sentidos te esperan en Japón.© Oficina Nacional de Turismo de Japón (JNTO)

Desde Tokio, te diriges hacia el monte Takao, o quizás viajes al oeste para seguir la ruta de peregrinación a través de los montes Kii, en las prefecturas de Nara, Wakayama y Mie. No importa el momento: en primavera te sorprenderán las flores rosas de los cerezos en flor, el verde de los prados en verano, las acuarelas doradas del otoño y el blanco invierno.

Los colores de las estaciones se cuelan en los lugares y regalan postales de ensueño para el sentido de la vista: desde el Estanque Azul que ejerce de espejo del cielo en Biei (Hokkaido), hasta los acantilados de Shiodawara, en Nagasaki; pasando por los mil verdes de la exuberante garganta de Takachiho, en la prefectura de Miyazaki; y la aventura de cruzar el hielo en barco en Abashiri durante el invierno al norte de Japón.

Una grieta en la nieve, la naturaleza también es imperfecta, por eso existe el ‘wabi-sabi’, o la filosofía que recoge que la imperfección es bella y la belleza es temporal. Una forma de vida que también envuelve la arquitectura y diseño de Japón.

Garganta de Takachiho, todo un espectáculo natural en Japón.© Oficina Nacional de Turismo de Japón (JNTO)

Hay rascacielos que tocan el cielo y colores en el Puente Arcoíris de Tokio; y el vibrante naranja casi interminable al cruzar el arco de puertas torii en el Santuario Fushimi Inari Taisha de Kioto. Perderse por las calles de Osaka; sucumbir al blanco puro del Castillo de Himeji o el dorado que se refleja en el lago del Templo de Kinkaku-ji, en Kioto; designado Patrimonio de la UNESCO. El arquitecto Kengo Kuma y su magia para jugar con la madera en la isla de Shikoku, la escalera de caracol doble de la pagoda Aizu Sazaedo, o la relajante atmósfera de Hinjitsukan, en Mie; antiguo refugio de verano de la familia imperial.

Todos y cada uno de los lugares que se pueden ver en Japón tienen algo que se quedará grabado en tu mente.

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La vista satisfecha y el paladar preparado: Japón también es “nuchi gusui” o “que tu alimentación sea tu medicina”, como dicen en las islas de Okinawa, donde no puedes perderte la versión “tropical” del ramen, llamado soki soba. Los sabores y la tradición se funden en Nagoya, la capital del miso-katsu y los fideos miso-nikomi. La gastronomía en la prefectura de Shizuoka, en el centro de Japón, evoca la anguila del lago Hamana, el marisco fresco sobre un humeante cuenco de arroz en los mercados de la ciudad de Kanazawa, el aroma cítrico de los fideos somen de Shikoku, o el pescado fresco picado jakoten de Ehime.

De lado a lado, la gastronomía de Japón es una oda al paladar.© Oficina Nacional de Turismo de Japón (JNTO)

Tus papilas gustativas también dejarán sitio para los sabores del norte de Japón, como el guiso kiritanpo de Tohoku, la cuna del arroz. Y viajar a Tokio para sucumbir al fukagawadon, un cuenco de almejas asari cocidas en salsa de soja, pasta de miso y azúcar servidas con arroz, o el mítico monjayaki que nació en el centro de la capital y que podrás mezclar con numerosos ingredientes en una sartén. Tampoco te olvides de sucumbir a la gastronomía de Hokkaido, su erizo de mar, el melón rojo, la sopa de curry o sushi.

Japón es sabor y también aroma: el de las flores de cerezo, o sakura (durante la primavera); el té verde en mitad de una ceremonia, el olor a mar y a sándalo, el calor de la Tierra que huele a onsen, o baños de aguas termales como los que encontrarás por Hakone; madera en los templos budistas y notas de incienso en la ceremonia Kōdō. Aromas que despiertan tu ‘ikigai’, o “razón de ser”, porque en Japón siempre obtienes respuestas, nuevas sensaciones.

El tacto de la tradición en Japón.© Oficina Nacional de Turismo de Japón (JNTO)

Suena el taiko, el tambor tradicional de Japón. Tantos sonidos: el del aire colándose por los bambúes del bosque de Arashiyama, en Kioto; la flauta Shakuhachi en el templo budista Kennin-ji - en el barrio de Gion, en esta misma ciudad -; el de las cigarras en verano, o el sonido del silencio que inunda los santuarios en el Parque Natural de Nara.

Por último (o no) tenemos el tacto. Las manos que se funden con los caprichos de la memoria a través de la alfarería de Shigaraki en la prefectura de Shiga, en la región de Kansai; y el uso de la arcilla, tan ancestral en la fabricación de utensilios de té. Los motivos geométricos de la cerámica Ontayaki, en la prefectura de Oita; la Feria de Cerámica de Arita, en la prefectura de Saga; o descubrir el kintsugi, el arte de reparar cerámica rota con una combinación de oro y plata para volverla más bella. Siente la suavidad de la seda de un kimono o la delicadeza del washi, un papel tradicional japonés. Experiencias únicas que te esperan en Japón.

Cruce de Shibuya, en Tokio.© Oficina Nacional de Turismo de Japón (JNTO)

Solo al volver, descubres que viajaste a Japón para recalibrar tus cinco sentidos y encontrar otros nuevos: volver más resiliente, en armonía con la naturaleza y consciente del momento presente.

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