Una de Indios PDF
Una de Indios PDF
Teresa Núñez
UNA DE INDIOS
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EDITORIAL CCS
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Sexta edición: mayo 2013.
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ÍNDICE
Una de indios
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Una de indios
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Obra en 14 cuadros
PRIMER PREMIO
EN EL I CERTAMEN NACIONAL DE TEATRO INFANTIL
CONVOCADO POR LA ASOCIACIÓN
«Érase una vez Lorca» (Lorca, Murcia). 2005
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INTRODUCCIÓN
Una de indios nos habla de la convivencia en armonía, tanto dentro de nuestros grupos,
ciudades o pueblos, como también con las personas vecinas que forman parte de otros
grupos. La historia comienza cuando el Gran Jefe de los indios Patacoja piensa en
retirarse y se da cuenta de que no existe ningún guerrero que pueda sustituirlo.
Los personajes que conforman la obra pasan la vida viéndose los defectos sin
reparar en que pueden tener también virtudes. Pese a ser una tribu muy reducida y a
punto de extinción, los guerreros jóvenes no coinciden con las muchachas casaderas y no
hacen más que discutir continuamente. Sólo el Gran Jefe Puño de Piedra, su esposa Luna
de Mar-En-Calma y la hija de ambos, la princesa Pétalo de Nieve, parecen capaces de
vivir en armonía y amor y atraer el afecto de los demás.
La obra es adecuada para todas las edades. Por una parte, y puesto que se hace
intervenir de forma directa a los espectadores, los más pequeños podrán gritar y dirigir a
los personajes. Y por otra, los mayores encontrarán escenas de lucha y romanticismo y
un héroe con todos los atributos en el valiente cazador Pájaro Risueño, que no dudará en
defender con las armas el bien de su tribu.
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Personajes
• La princesa Pétalo de Nieve: Viste con traje de cuero flexible y flecos. Trenzas y
collares de muchos colores.
• El malvado Lobo Azul: Viste como todos los demás guerreros, camisa o camiseta y
pantalón de flecos. En la vestimenta debe destacar el color azul. En la cabeza lleva
dos plumas, pero puestas al revés.
• La amiga Nube Esponjosa: Igual que la princesa, pero con vestidos más sencillos y
sin adornos.
• La amiga Gacela Saltavientos: Igual que la anterior, cuanto más igual mejor, pero
pueden llevar un detalle que las distinga, una flor, una cinta…
Decorado
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Siempre el mismo. Paisaje con árboles al pie de una cascada. A lo lejos se ven montes y
bosques. A ambos lados de la escena puede haber unos árboles o matorrales más
cercanos.
Atrezzo
Música
Música de intriga y maldad que se oirá cuando aparezcan Ojo de Mochuelo, Lobo Azul y
Zorro Verde.
Sonido de riachuelo.
Canto de pájaros.
Iluminación
Luces en la medida de que se disponga. Iluminación total para el día y luces azuladas y
desvaídas para la noche.
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ESCENA 1
PUÑO DE PIEDRA: (Pasea furioso de un lado a otro del escenario.) Por mis plumas,
que no sé cómo vamos a salir de esta situación.
PUÑO DE PIEDRA: ¿Ojo de Mochuelo? Deja en paz a ese hechicero de tres al cuarto.
¿Es que no te acuerdas de lo que le hizo a mi caballo? (Simula la voz de Ojo de
Mochuelo.) Ese caballo tiene que ser sacrificado al Gran Dios de la Montaña de
Fuego. Está poseído por los demonios del infierno. (Recobra su voz.) Menos mal
que descubrimos a tiempo que el caballo sólo tenía faringitis leve y la maga
Sendero-Que-Conduce-Al-Horizonte pudo aplicarle uno de sus remedios
caseros. A los tres días el caballo daba tales saltos que parecía una cabra
cabreada. Y, si no, lo que pasó con aquel bisonte que cacé para ti, como regalo
de boda. Lo recuerdo como si fuera ayer…
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Cheyennes, apaches, sioux, pies negros, comanches. Cientos de tribus que nos
repartimos estas tierras, estos ríos, estos montes desde tiempo inmemorial.
Todos tenemos problemas superproblemáticos. Sobre todo desde que
aparecieron los rostros pálidos esos del «Do you speak english». Pero tú eres el
Gran Jefe Puño de Piedra, hijo del Gran Jefe Puño de Barro, nieto del Gran Jefe
Puño de Lluvia, biznieto del Gran Jefe Puño de Viento, tataranieto del Gran
Jefe… (Intenta recordar durante unos segundos.) ¿Qué te estaba diciendo? Ah,
sí. Y tienes que mostrarte sereno ante tu pueblo. Como un jefe superdignísimo.
¿Qué van a pensar de ti todos estos señores que han venido a presenciar la obra
teatral? (En alusión al público).
PUÑO DE PIEDRA: ¡Por mis plumas! ¡Creía que estábamos aún en el ensayo! (Finge
voz solemne.) ¡Por supuesto que me importa lo que piense este amable público!
PUÑO DE PIEDRA: Ja. Eso era antes. Ahora todos conspiran para hacerse con el
mando. Ellos se creen que me chupo el dedo. Y el peor de todos es Ojo de
Mochuelo. De ese sí que no me fío ni una pluma.
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PUÑO DE PIEDRA: ¿No te he contado lo que le hizo a mi caballo? Decía que estaba
poseído por los demonios del infierno y que había que sacrificarlo. Pobre animal.
Lo único que le pasaba era que tenía faringitis leve, y cuando nos dimos
cuenta…
PUÑO DE PIEDRA: Quiero dimitir. Estoy cansado de tanta monserga. Deseo que se
oiga la voluntad del pueblo. Si no soy capaz de ser un buen jefe, que el pueblo
elija a otro. Esto es un marrón del catorce.
LUNA DE MAR-EN-CALMA: (Se levanta y deja la costura otra vez.) Vamos a ver si
te entiendo. Tú eres el jefe porque lo fueron tus antepasados. Es la ley de los
Patacoja. Y no hay más que hablar. ¡Déjate de democracias! Ya que no tenemos
hijos, si quieres, podemos buscar un buen marido para tu hija, la hermosa Pétalo
de Nieve. Un guerrero fuerte y feroz que sea capaz de romperle la cabeza a un
búfalo de un puñetazo. El futuro jefe. Luego, si quieres, te jubilas y nos vamos
de viaje a la costa. Ya sabes que no quiero morirme sin ver el mar. Tiene que ser
superinteresantísimo.
PUÑO DE PIEDRA: No sé, no sé. Lo mejor será celebrar una asamblea. Y ya veremos
lo que pasa. ¡Si al menos tuviéramos tabaco!
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ESCENA 2
Los dos se han sentado junto al agua. Puño de Piedra hace sonar un cuerno que lleva
colgado en algún sitio.
PUÑO DE PIEDRA: Bueno, bueno, tampoco hay que ser tan finos. Ya sabes que yo
nunca he ido al Conservatorio y que toco de oído.
Van apareciendo los personajes unos tras otros, saludan y se sientan en el suelo. El
primero es el hechicero Ojo de Mochuelo.
OJO DE MOCHUELO: Saludos, Gran Jefe. Últimamente estoy un poco duro de oído,
pero me parece haber escuchado el sonido del Gran Cuerno Poderoso.
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de los temas que se van a tratar. Para algo soy el hechicero de la tribu. Cada vez
se cuenta menos con mis servicios.
PUÑO DE PIEDRA: Ha sido algo improvisado. No hay ni siquiera orden del día.
OJO DE MOCHUELO: ¡Protesto! Un consejo sin orden del día es como un alcornoque
sin bellotas.
PÉTALO DE NIEVE: (Sentándose.) Estaba cogiendo miel. Pensaba preparar una tarta
de fresas para mañana, que es mi cumplelunas.
OJO DE MOCHUELO: (Se levanta.) Pétalo de Nieve es todo un ángel. ¿Qué digo un
ángel? Es más, mucho más que un ángel. Es una princesa. Joven y hermosa.
¿Pero qué digo joven y hermosa? Es más, mucho más. No encuentro palabras
para describir su sensibilidad, su belleza, su elegancia. ¿Qué digo elegancia?
Más, mucho más… Es como un sol amarillo en mitad de un cielo azul…
PÉTALO DE NIEVE: Corta el rollo, Ojo de Mochuelo. Estás más guapo calladito.
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Ojo de Mochuelo se sienta. Aparecen los malvados Lobo Azul y Zorro Verde.
ZORRO VERDE: Hemos oído el sonido inconfundible del Gran Cuerno Poderoso.
LOBO AZUL: Disculpa, Puño de Piedra, pero estás en un error. Yo soy Lobo Azul y
este es Zorro Verde.
ZORRO VERDE: Gran Jefe, tú has dicho Lobo Verde y Zorro Azul.
PUÑO DE PIEDRA: Está bien, está bien. Sentaos por ahí que me vais a levantar dolor
de cabeza con tanto colorín.
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La misma música alegre, aunque más frenética suena de fondo.
PÉTALO DE NIEVE: Cállate Ojo de Mochuelo. Siempre estás metiendo la pata. Eres
un verdadero lechuzo.
OJO DE MOCHUELO: ¡Protesto, Gran Jefe Puño de Piedra! Tu hija no puede hablarle
así al hechicero de la tribu. Además, no soy un lechuzo, soy un mochuelo.
Quiero decir: un Ojo de Mochuelo.
PUÑO DE PIEDRA: Está bien, está bien. (A Nube Esponjosa y Gacela Salvavientos.)
Vosotras dos, tomad asiento y dejad de revolotear.
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Aparece la maga Sendero-Que-Conduce-Al-Horizonte.
OJO DE MOCHUELO: (Se levanta.) Sí. Tú, con tus malditas hierbas. Todo el mundo
sabe que tus calderos no sirven para nada. ¡Eres una maga de chicha y nabo!
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A lo largo de esta escena, cada vez que uno de los hechiceros se insulta se oye un golpe de
platillo.
SENDERO-QUE-CONDUCE-AL-HORIZONTE: Tutururú.
PUÑO DE PIEDRA: Sentaos cada uno en una esquina y estad callados. Hay cosas más
importantes que resolver.
PUÑO DE PIEDRA: ¡Ah, claro! ¿Estamos todos? ¿Falta alguien? (Pétalo de Nieve
levanta el brazo.) ¿Eh? ¿Qué quieres, hija?
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miembro de nuestra tribu.
ZORRO VERDE: Es cierto. Desapareció una noche y nunca más volvió. Estará muerto.
LUNA DE MAR-EN-CALMA: Fue el único que tuvo valor para salir a cazar al Gran
Oso Superterrible de las Montañas Superlejanas.
LOBO AZUL: Yo estoy con Ojo de Mochuelo. Si Pájaro Risueño lleva tanto tiempo
desaparecido hay que darlo por muerto. Dejémonos de historias. Nadie puede
sobrevivir en las montañas tantas lunas.
LOBO AZUL: Yo no soy un lobo verde y tampoco un cobarde. ¡Soy Lobo Azul! A ver
si os enteráis de una vez. Y si no salí a cazar al Gran Oso aquella noche fue
porque…, porque… me dolía… una… muela.
ZORRO VERDE: Y yo lo mismo. En primer lugar quiero dejar bien claro que mi
nombre es Zorro Verde. Y si no salí detrás del Gran Oso fue porque…, porque…
se me había metido… un mosquito… en… el ojo.
PUÑO DE PIEDRA: Mi hija tiene razón, y sin embargo, hay graves problemas que
resolver. No podemos seguir esperando infinitamente.
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PUÑO DE PIEDRA: ¡Preparémonos para la batalla!
Todos se ponen en actitud de lucha. Cada uno esgrime lo que puede: hachas, puñales,
palos, piedras, una sandalia… Lobo Azul y Zorro Verde se colocan al final; se les nota
que tienen miedo. Momento de máxima tensión. De repente, por detrás de unos arbustos,
aparece Pájaro Risueño. Trae una piel de oso.
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ESCENA 3
(Todos.)
PÁJARO RISUEÑO: El mismo que viste y calza. Saludos, Gran Jefe Puño de Piedra.
Mis respetos, Luna de Mar-En-Calma. Un abrazo cordial a todo el mundo. Y
para ti, Pétalo de Nieve, esta piel de oso, con la que te podrás fabricar un
estupendo cobertor o un abrigo para las frías noches del invierno. Todas mis
fatigas bien valen una sonrisa tuya. (Le entrega la piel de oso con una
reverencia.)
PÁJARO RISUEÑO: Perdonad todos mi larga ausencia. Ya sé que vengo con tres
lunas de retraso, pero no ha sido fácil darle caza al Gran Oso Superterrible de las
Montañas Superlejanas. El Gran Oso no paraba de hacer el oso y a mí me daba la
impresión de estar haciendo el indio todo el rato.
Ojo de Mochuelo, Lobo Azul y Zorro Verde se han amontonado en una esquina,
permanecen huraños y silenciosos; se les nota que no les ha hecho ninguna gracia la
aparición de Pájaro Risueño. Se sientan todos excepto Pájaro Risueño.
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PÁJARO RISUEÑO: Anduve tras el Gran Oso durante todo este tiempo, pero
ciertamente he sorteado infinidad de peligros. No ha sido fácil. El animal me iba
conduciendo hasta su guarida, al otro lado del Río de la Niebla y la Montaña de
Fuego. He tenido que luchar con terribles fieras, atravesar territorios sagrados y
pelear con jefes de otras tribus. He pasado hambre y sed, frío y sueño.
ZORRO VERDE: Yo estoy a favor de Ojo de Mochuelo. Esto no son más que
disparates que se está inventado este tipo para hacerse el importante.
NUBE ESPONJOSA: Ja, ja, ja. Menudo zorro estás tú hecho. Tú sí que eres incapaz de
cazar un renacuajo. ¡Cobardica!
OJO DE MOCHUELO: Cuando un guerrero cuenta tanta historia lo que hay que hacer
es…
PUÑO DE PIEDRA: (Se levanta.) ¡He dicho silencio! ¡¡Silencio!! (Da una patada en el
suelo.) ¡¡¡Por mis plumas!!!
Todos se callan.
PUÑO DE PIEDRA: Seguramente han sido los espíritus del cielo quienes te han
enviado hoy a casa. Precisamente ahora que nos disponíamos a celebrar un
consejo para buscar solución a los graves problemas que afectan a nuestra tribu.
Por favor, sentaos todos y escuchad en silencio.
El Gran Jefe pasea nerviosamente por el escenario durante unos momentos buscando
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las palabras con las que comenzar su discurso; se ha puesto las manos a la espalda y
lleva la cabeza inclinada hacia el suelo.
PUÑO DE PIEDRA: Ah, sí. Claro. Pues como decía. A ninguno se nos escapa que
tenemos ante nosotros una situación desastrosa. Miraos. Somos los últimos
supervivientes de nuestra tribu. Diez indios. Cinco varones y cinco hembras. A
todo esto nos ha conducido una política sobre natalidad lamentable, una suerte
adversa en asuntos de economía, una mala gestión de recursos agrarios, un
permanente conflicto entre nosotros mismos, una climatología desastrosa,
etcétera, etcétera, etcétera. Parece que los dioses nos hayan vuelto la espalda. El
Espíritu de la Oscuridad nos acecha.
LOBO AZUL: Eso no es justo. Estoy con Ojo de Mochuelo. El único causante de esta
situación eres tú. No trates de echarle el muerto a los demás.
LUNA DE MAR-EN-CALMA: Mira quién fue a hablar, el lobo verde de las narices.
LOBO AZUL: ¡No soy un lobo verde, sino azul! ¡Azul! ¿Cómo lo tengo que decir?
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ZORRO VERDE: Yo no me considero hazmerreír de nadie. Eso lo serás tú, vieja bruja.
OJO DE MOCHUELO: ¡Protesto! Hay que encontrar una solución definitiva ahora
mismo. ¡Yo, sin ir más lejos, podría ser un digno sucesor! ¿Qué digo digno?
¡Magnífico sucesor! ¡Elegid como Gran Jefe a Ojo de Mochuelo y todo mejorará
en la tribu de los Patacoja! Prometo para todos educación universitaria,
seguridad social, vacaciones pagadas, dieta equilibrada, transporte público gratis.
Acabaré con el paro, con la inseguridad ciudadana, con la lentitud de la justicia,
con la programación basura. ¡La vida será de color de rosas en la tribu de los
Patacoja si yo gobierno! ¡Creedme! ¡Todo mejorará!
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para ti.
NUBE ESPONJOSA: Hay que pensar las cosas con más tiempo.
PÁJARO RISUEÑO: Después de mi largo viaje estoy cansado, Gran Jefe. Yo prefiero
descansar y recapacitar sobre todo esto. Me da la sensación de que en las
palabras de nuestro hechicero hay mochuelo encerrado.
PUÑO DE PIEDRA: ¡Sea! Que todo el mundo se vaya a su cabaña y lo consulte con su
almohada. Yo pongo mi cargo a disposición de la tribu de los Patacoja. Mañana
al mediodía, tomaremos la mejor solución para todos. ¡Que el Gran Espíritu de la
Luz os ilumine! Y ahora… ¡a la cama!
PUÑO DE PIEDRA: ¿Tú crees que hay algún remedio para nuestros problemas?
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ESCENA 4
El escenario ha quedado vacío, pero a los pocos segundos aparecen Ojo de Mochuelo,
Lobo Azul y Zorro Verde. Se mueven como tres sombras.
OJO DE MOCHUELO: ¡Chissssst! Hablad más bajo. Puede haber orejas indiscretas.
LOBO AZUL: Pues di pronto lo que sea y acabemos. Yo, a estas horas, tengo un sueño
que me caigo.
OJO DE MOCHUELO: ¿Es que no os habéis dado cuenta de que ha llegado nuestra
gran oportunidad?
LOBO AZUL: No, estúpido. Quiere decir aquí, en este territorio. En la tribu de los
Patacoja.
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ZORRO VERDE: ¿Para qué quieres gobernar? ¡Un jefe sólo tiene problemas!
OJO DE MOCHUELO: Pues claro. Para eso os he llamado. Tú, Lobo Azul, quiero que
seas el nuevo hechicero.
OJO DE MOCHUELO: No importa. Tú sólo tienes que decir que sí a todo lo que yo te
diga.
OJO DE MOCHUELO: Mejor que mejor. Los mejores tesoreros son los que no
entienden de matemáticas. Además, el único que debe controlar las riquezas de
la tribu soy yo. Tú te limitarás a sonreír a todo el mundo y a recibir algún tortazo
de vez en cuando.
Lobo Azul y Zorro Verde se van a un rincón a deliberar. El público debe oír su
conversación.
ZORRO VERDE: No me fío nada de Ojo de Mochuelo. Además, eso de recibir tortazos
no me gusta mucho.
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ZORRO VERDE: Ojo de Mochuelo es capaz de cualquier cosa.
Lobo Azul se acerca al oído de Zorro Verde. El público no debe oír lo que se dicen.
Zorro Verde se pone a reír.
LOBO AZUL: Cuando seas el Gran Jefe Ojo de Mochuelo obligarás a Nube Esponjosa
y Gacela Saltavientos a que se casen con nosotros.
LOBO AZUL: Lo mismo digo. Palabra de lobo. Descansa en paz, que tu gran momento
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se acerca.
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ESCENA 5
NUBE ESPONJOSA: ¿Qué te pasa, Pétalo de Nieve? ¿Para qué nos has llamado?
PÉTALO DE NIEVE: Mi padre está cansado. Estos últimos años de su gobierno han
sido desastrosos. ¿No lo habéis oído? ¡Quiere jubilarse!
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ESCENA 6
PÁJARO RISUEÑO: Desde luego. Estad seguras de que no me voy a dejar sorprender.
PÉTALO DE NIEVE: ¿Cómo que nada? ¿Es que acaso ignoras que mi padre ha
presentado su dimisión porque está desesperado? Ojo de Mochuelo es un
conspirador que lleva años haciéndole la vida imposible. Lobo Azul y Zorro
Verde son dos inútiles que no sirven para nada. Sólo tú puedes salvar a la tribu
de los Patacoja de su definitiva extinción. Eres nuestra única oportunidad.
PÁJARO RISUEÑO: (Sentándose sonriente.) ¿Habéis visto qué noche más bonita?
Mirad las estrellas. Cada una es un sueño. Por eso hay tantas en el cielo, porque
los sueños de los hombres son infinitos.
PÉTALO DE NIEVE: Pero, ¿qué estás diciendo? ¡Te estamos hablando de que nuestro
pueblo te necesita! ¡Y tú te pones a hablar de estrellas!
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estoy hablando de estrellas sino de sueños. No es lo mismo.
PÉTALO DE NIEVE: Tal vez hubiera sido mejor que no regresaras nunca.
PÁJARO RISUEÑO: Creo que Gacela Saltavientos y Nube Esponjosa tienen que
madrugar mañana.
NUBE ESPONJOSA: Nosotras somos sus amigas y podemos oír lo que tengas que
decirle a ella. ¡Faltaría más!
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Pájaro Risueño suelta una pequeña risa.
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ESCENA 7
PÁJARO RISUEÑO: (Riendo.) ¿Sabes? Durante todo este tiempo he dormido al raso,
mirando las estrellas, y he aprendido muchas cosas. He descubierto que cada
estrella es un sueño. Y que los sueños son como pequeñas luciérnagas que
alumbran la oscuridad que a veces existe en el corazón de los seres vivos…
PÁJARO RISUEÑO: No te rías. Si no hubiera sido por ti, jamás habría cazado al Gran
Oso, y nunca hubiera regresado.
PÁJARO RISUEÑO: Muchas veces sentía que las fuerzas me abandonaban. Una noche
fui atacado por una pantera que me hizo una herida profunda. Estuve varios días
con fiebre. Creía que me moría. Otro día caí por un barranco y quedé
inconsciente un montón de tiempo. Cuando me desperté estaba rodeado por una
manada de lobos. Me lancé al vacío y caí al río. Prefería morir ahogado que
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devorado por las alimañas. Sin embargo, sobreviví a esas y otras muchas
peripecias. Aún no sé cómo. Por las noches, herido y magullado, trataba de
dormir en vano. Miraba el cielo y en cada estrella veía tus ojos, tu sonrisa, tu
cara. Y el viento que bajaba desde lo alto me traía tu voz, dulce y serena como
un bálsamo. Y tu voz me decía que no desfalleciera, que siguiera luchando. Que
tuviera fe.
PÉTALO DE NIEVE: Pero has dicho que no pensabas hacer nada por nuestra tribu.
PÁJARO RISUEÑO: De los espíritus del bosque. Seguro que están por aquí. (Señala al
público.)
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PÉTALO DE NIEVE: ¿Qué quieres decir?
PÁJARO RISUEÑO: Mira cuántas personas hay en esta sala. Observa sus rostros. Son
espíritus del bien. Se les nota en la cara. Seguro que quieren ayudarnos.
PÉTALO DE NIEVE: (Riendo.) Estás como una cabra. Esos de ahí son espectadores
que han venido al teatro a presenciar nuestra representación.
PÁJARO RISUEÑO: Eso es lo que tú te crees. Míralos bien. Mira aquel niño de allí, el
de rojo; o aquella niña de allá, la que tiene un lazo azul en el pelo; y qué me
dices de esa otra muchacha, sí, esa, la que se está hurgando la nariz. No me digas
que no tienen todos ellos pinta de querer ayudarnos.
PÁJARO RISUEÑO: Es muy fácil. Sólo tienen que convertirse durante unos instantes
en indios Patacoja.
PÉTALO DE NIEVE: (Al público.) ¿De acuerdo? (El público dice que sí.)
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Pájaro Risueño y Pétalo de Nieve se ponen a cantar y a bailar ayudándose con
palmadas en las manos y los muslos. Tienen que conseguir que el público se ponga a
dar palmas también.
PÉTALO DE NIEVE: (Animando a todo el público a que cante con ella.) ¡Patacoja!
PÉTALO DE NIEVE: (Animando a todo el público a que cante con ella.) ¡Patacoja!
PÉTALO DE NIEVE: (Animando a todo el público a que cante con ella.) ¡Patacoja!
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ruido de la lluvia.
PÉTALO DE NIEVE: ¡Es verdad! ¡Hay que ver cómo ha crecido la tribu de los indios
Patacoja esta noche!
El público responde. Ellos salen corriendo bajo la lluvia. Los relámpagos y los truenos
se suceden durante unos breves instantes; poco a poco, la tempestad va dejando paso a
una música alegre y a la luz de un nuevo día. (Es incluso posible que cruce el escenario
uno de los personajes con un cartel que diga «diez horas más tarde».)
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ESCENA 8
OJO DE MOCHUELO: Es usted muy amable conmigo. ¿Por qué no se tira al río?
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SENDERO-QUE-CONDUCE-AL-HORIZONTE: ¿Qué andas tramando? Seguro que
nada bueno. Te conozco bacalao, aunque vengas «disfrazao».
OJO DE MOCHUELO: Hoy será un día especial. El día en que todo cambiará. Mi
suerte y la tuya. Jo, jo, jo. Para mí será buena y para ti será mala. (Sendero-Que-
Conduce-Al-Horizonte no hace ningún caso. Ojo de Mochuelo se queda unos
momentos indeciso y desaparece.) ¡Esta bruja me pone de los nervios!
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ESCENA 9
LUNA DE MAR-EN-CALMA: Ya era hora de que lloviera. ¡Qué fresco y húmedo está
todo!
PÉTALO DE NIEVE: Sólo hay una persona adecuada en nuestra tribu. (Breve silencio.
Pétalo de Nieve se pone frente al público y exclama.) ¡Pájaro Risueño!
LUNA DE MAR-EN-CALMA: No te has fijado, no te has fijado. Hay que ver qué mal
disimuláis las jovencitas de hoy en día. (Pausa.) Lo que no entiendo es qué tiene
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que ver la astronomía en todo esto.
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ESCENA 10
PUÑO DE PIEDRA: ¡Buenos días al público del teatro en general y a mis queridas
esposa e hija en particular!
PUÑO DE PIEDRA: Quiero decir que he dormido como un tronco. De un tirón. Como
voy a dejar de ser el jefe, se me han ido los problemas de conciencia.
PÉTALO DE NIEVE: Padre, ¿has pensado en proponer a alguien como nuevo jefe?
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PUÑO DE PIEDRA: ¿Sí? ¿De qué se trata?
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ESCENA 11
NUBE ESPONJOSA: Pero hoy es un día estupendo para coger flores en la pradera.
Música trepidante, como siempre, acompaña a los bailoteos de las dos amigas
GACELA SALTAVIENTOS: Para saltar como ranas por la orillita del río.
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NUBE ESPONJOSA: Tralarí.
NUBE ESPONJOSA: (Con intención.) Debió de ser alguna parejita de liebres que no
tenían sueño.
NUBE ESPONJOSA: O muy mala memoria. Deberías comer rabitos de uvas pasas.
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ESCENA 12
PUÑO DE PIEDRA: Muy bien, Zorro Azul. Eso está muy bien.
ZORRO VERDE: Gran Jefe, no soy azul. Soy verde. ¡Zorro Verde! El azul es este, el
Lobo. ¿De acuerdo?
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LOBO AZUL: Ahora el que protesta soy yo. Esto es intolerable. Insultar a nuestro
hechicero es una gran falta de respeto. ¡Adónde vamos a llegar!
PUÑO DE PIEDRA: ¡Silencio! (Da una patada.) ¡Silencio! (Pausa.) ¿Es posible que
estemos un rato sin discutir? ¿Qué va a pensar el público que ha venido al teatro?
LUNA DE MAR-EN-CALMA: ¡Es verdad! ¡Qué vergüenza! Van a pensar que estamos
todo el rato haciendo el indio.
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ESCENA 13
OJO DE MOCHUELO: Pues si no está, no contaremos con él. Siempre estamos con la
misma historia.
Ojo de Mochuelo, Lobo Azul y Zorro Verde se han apiñado a un lado. Las tres
muchachas están situadas al otro lado. Puño de Piedra y Luna de Mar-En-Calma están
en el centro junto con Sendero-Que-Conduce-Al-Horizonte.
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empezaremos.
OJO DE MOCHUELO: ¿Por qué tanto interés por ese pobre diablo, pequeño Pétalo?
Tal vez te convenga saber que yo voy a ser el nuevo jefe. (Los malvados hacen
gestos de aprobación.) Deberías mirarme con ojos de tierna cabritilla.
OJO DE MOCHUELO: Exacto. Nuestras leyes siempre han sido muy estrictas. ¡Puño
de Piedra, en nombre de la tribu de los Patacoja exijo que des la señal de iniciar
la sesión con el Gran Cuerno Poderoso!
ZORRO VERDE: Señora, un respeto. Que nosotros también llevamos sangre Patacoja
en las venas.
LOBO AZUL: Eso será ahora mismo. ¡Empecemos! ¡Gran Jefe, toque ya el cuerno de
una vez!
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sonar el cuerno.)
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ESCENA 14
(Todos.)
PÁJARO RISUEÑO: Buenos días, Gran Jefe Puño de Piedra. A su disposición, Luna
de Mar-En-Calma. Queridos compañeros de tribu: buenos días a todos. A ti,
Pétalo de Nieve, un saludo especialmente cariñoso. En primer lugar, quiero pedir
disculpas por mi tardanza. En segundo lugar, quiero anunciar públicamente mi
deseo de suceder al Gran Jefe Puño de Piedra en el caso de que nuestro soberano
insista en lo de su jubilación anticipada. En tercer lugar… Bueno, lo tercero lo
dejo para después.
PUÑO DE PIEDRA: Un momento. Menos protestar y más entenderse. Las leyes de los
indios Patacoja son las mismas para todos. ¡Sentaos! (Se sientan todos. Puño de
Piedra hace sonar el Gran Cuerno Poderoso. Mientras lo hace, todos se tapan
con ademanes exagerados los oídos.)
PUÑO DE PIEDRA: Bueno, bueno, que siempre tenéis que protestar por algo.
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Están todos sentados menos el Gran Jefe. Pasa lista mientras pasea por el escenario. A
medida que los personajes dicen «presente», se levantan y se vuelven a sentar.
SENDERO-QUE-CONDUCE-AL-HORIZONTE: Presente.
PUÑO DE PIEDRA: Bien. Por lo que veo y oigo estamos todos. Queridos amigos,
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estamos aquí reunidos para, para… (Mira a su esposa.) ¿Para qué nos hemos
reunido?
PUÑO DE PIEDRA: Ah, sí. Con tanto pasar lista se me ha ido el santo al cielo. En
efecto, como ha dicho mi amada esposa, quiero dejar de ser el jefe. No tengo
más que problemas. Quiero jubilarme. Y como persona honrada, quiero poner a
disposición de la tribu el cargo. El que quiera gobernar que gobierne. ¿Hay algún
voluntario?
OJO DE MOCHUELO: (Levantándose.) Por supuesto que sí. Yo, el gran Ojo de
Mochuelo, estoy dispuesto a sacrificarme por vosotros. Seré vuestro nuevo jefe,
aunque ello me llene de preocupaciones y sinsabores…
OJO DE MOCHUELO: ¿Y cómo piensas competir conmigo? ¿Acaso no sabes que soy
un hechicero?
OJO DE MOCHUELO: Puño de Piedra, el único que puede sucederte soy yo, tu
hechicero, soy el más indicado.
PUÑO DE PIEDRA: Está bien. Sea. Ojo de Mochuelo, explica ante todos lo que harías
si llegaras a gobernar.
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cosechas de hortalizas. Lo haremos por la noche y dejaremos rastros falsos para
que echen la culpa a otros. Todos los niños que podamos secuestrar se pondrán a
trabajar en el bosque. Desde la mañana hasta la noche. Sin descanso. Les
obligaremos a talar todos los árboles y montaremos una industria maderera.
También los podemos poner a trabajar en las minas o en las canteras. Si hay
derrumbamientos y se mueren aplastados, secuestraremos más niños. Instauraré
la pena de muerte para todo aquel que se oponga a mis deseos. Por supuesto, yo,
como Gran Jefe, y mis ayudantes viviremos a cuerpo de rey. Lobo Azul y Zorro
Verde, a quienes desde ahora mismo nombro mi guardia personal, llevarán
grandes látigos para que los usen en caso de que alguien proteste lo más mínimo.
Mi lema será «aquí mando yo». Por descontado, se acabarán los consejos, las
reuniones, las asambleas y todas esas monsergas que no sirven para nada.
Tiranía absoluta. Eso es lo que un pueblo necesita. ¿Qué tal?
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que yo resumiría mi manera de gobernar un pueblo.
Se levantan y aplauden todos excepto Ojo de Mochuelo, Lobo Azul y Zorro Verde.
Pasados unos instantes, Ojo de Mochuelo y los dos compinches se levantan airados.
OJO DE MOCHUELO: Bla, bla, bla. Todo eso no son más que palabras.
PÁJARO RISUEÑO: No, Ojo de Mochuelo. Eso son promesas que convertiré en
hechos si la tribu me elige.
OJO DE MOCHUELO: La tribu no sabe lo que quiere. El pueblo nunca sabe lo que le
conviene. El pueblo no quiere pensar. Un gran dictador como yo. Eso es lo
mejor. Y se acabaron los problemas.
PÁJARO RISUEÑO: Al contrario. Con un gran dictador como tú no habría más que
problemas.
PUÑO DE PIEDRA: ¡Está bien de discusiones inútiles! Lo mejor será que el pueblo
decida. Después de haber oído los discursos de los dos no nos queda más que
votar.
PÉTALO DE NIEVE: Un momento, padre. Yo creo que los espíritus del bosque
también deben votar.
SENDERO-QUE-CONDUCE-AL-HORIZONTE: Claro.
PUÑO DE PIEDRA: Está bien. Procedamos a la votación. Los que deseen que el nuevo
jefe de los Patacoja sea Ojo de Mochuelo, que levanten un brazo.
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Ojo de Mochuelo, Lobo Azul y Zorro Verde levantan los dos brazos.
PUÑO DE PIEDRA: Tres votos. (Breve pausa.) Quienes quieran que el nuevo jefe de
los Patacoja sea Pájaro Risueño, que levanten un brazo.
PUÑO DE PIEDRA: Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… muchísimos votos.
Se abalanza sobre Pájaro Risueño con intención de matarlo, pero el joven esquiva el
primer golpe y saca su puñal. Ambos quedan frente a frente en mitad del escenario.
Todos los demás se apartan.
Música de tambores.
Los dos contendientes se enzarzan en una lucha a muerte. Después de varios golpes, Ojo
de Mochuelo pierde el puñal. Lobo Azul le alarga un hacha. Dos golpes más tarde,
Pájaro Risueño pierde también el suyo y es Pétalo de Nieve quien le arroja un hacha.
Tras varios empujones, caen al suelo. Ojo de Mochuelo pierde el arma y queda a
merced de Pájaro Risueño. Éste levanta la suya para matar a Ojo de Mochuelo en el
momento en que los tambores suenan más fuerte.
De repente, la música cesa y queda Pájaro Risueño con el brazo levantado y a punto de
descargar el hachazo final sobre Ojo de Mochuelo, que está totalmente vencido. Pero
Pájaro Risueño arroja lejos el hacha y perdona la vida a su rival.
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PÁJARO RISUEÑO: Levanta.
PUÑO DE PIEDRA: Está bien. Creo que todo puede acabar aquí. Tenemos un nuevo
jefe y los malos de la película han sido vencidos.
PÁJARO RISUEÑO: Deberéis elegir vuestro destino. Sin trampas. Podéis quedaros si
aceptáis las leyes. Si no es así, podéis ir en paz. (Breve pausa.) Pero sin llevaros
la pipa.
LOBO AZUL: (En el mismo tono de voz.) ¿Eh? ¿Cómo sabes tú que a mí me gusta
Gacela Saltavientos?
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color de tu apellido.
OJO DE MOCHUELO: ¿Y yo? ¿Qué podría hacer para ser una buena persona?
PÉTALO DE NIEVE: Al contrario. Es la cosa más fácil del mundo. Imagina si todas
las personas actuaran así. Imagina un lugar donde las personas sólo hicieran
cosas buenas.
PUÑO DE PIEDRA: Un momento. Pájaro Risueño dijo al principio que tenía una
tercera cosa que decirnos. Soy viejo, pero tengo buena memoria.
PÁJARO RISUEÑO: Es cierto, Puño de Piedra. Tengo una última cosa que decir.
Bueno, en realidad es una petición.
PUÑO DE PIEDRA: Está bien. Ahora que eres el nuevo Gran Jefe puedes pedir todo lo
que quieras.
PÁJARO RISUEÑO: En realidad, es una cosa muy sencilla. (Toma a Pétalo de Nieve
de la mano y ambos se colocan en primer término.) Quiero pedirte la mano de tu
hija, Pétalo de Nieve. Es decir, siempre que ella acepte ser mi esposa.
PÉTALO DE NIEVE: Claro que quiero. (Se abrazan.) Además, precisamente hoy que
es mi cumplelunas.
PUÑO DE PIEDRA: Querida esposa, ¿qué te parece cómo acaba esta historia?
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LUNA DE MAR-EN-CALMA: Estoy supercontentísima. Por fin podremos tener unas
vacaciones como todo el mundo. Ya sabes lo que me has prometido.
PUÑO DE PIEDRA: Sí, cariño. No te preocupes. Iremos a alguna playa del Caribe.
PÁJARO RISUEÑO: Queridos amigos. ¿Qué tal si cantamos la Canción del Retumbo?
GACELA SALTAVIENTOS: Sí. Es una idea genial. Será la mejor forma de poner
punto final a esta representación.
Los personajes forman una hilera. Pájaro Risueño y Pétalo de Nieve se sitúan en el
centro. Para marcar el ritmo, todos se dan palmas en las manos y en los muslos. El
público, a instancias de Pájaro Risueño y Pétalo de Nieve, tiene que cantar también. Los
dos jóvenes cantan y el resto de personajes con el público hace de eco.
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sobre la faz de la tierra.
TODOS: ¡Patacoja!
TODOS: ¡Patacoja!
TODOS ¡Patacoja!
PÁJARO RISUEÑO: ¡Queridos amigos! Queremos daros las gracias por vuestra
inestimable colaboración.
Pájaro Risueño, de pronto, se pone a hablar al oído de Pétalo de Nieve, que suelta unas
risitas.
PÉTALO DE NIEVE: Pájaro Risueño acaba de tener una idea descabellada. ¡Quiere
que os invitemos a nuestra boda!
PÉTALO DE NIEVE: Pero, ¿cómo van a saber estos amigos dónde está nuestra tribu?
Nosotros vivimos en un país muy lejano.
PÁJARO RISUEÑO: Sólo tienen que mirar las estrellas. A fin de cuentas nosotros no
somos más que un sueño. Un sueño tal vez maravilloso. ¿Quién no ha vivido
alguna vez en un sueño?
PÉTALO DE NIEVE: Está bien. En ese caso, amigos, os esperamos para nuestra boda.
Dentro de dos lunas.
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TELÓN
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Historia de Piquito,
el indio pequeñito
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Obra en tres actos
TERESA NÚÑEZ
SEGUNDO PREMIO
EN EL I CERTAMEN NACIONAL DE TEATRO INFANTIL
CONVOCADO POR LA ASOCIACIÓN
«Érase una vez Lorca» (Lorca, Murcia). 2005
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INTRODUCCIÓN
La obra comienza con la elección de jefe a la muerte del que lo ha sido hasta ese
momento. Para el nuevo líder será también la mano de Selva Dorada, la hija del jefe
difunto de la que Piquito está enamorado. Ayudado por la Luna, Piquito propone un
sistema de elección completamente nuevo en la tribu. Al final asistimos a una imprevista
revelación acerca de Piquito, llamado así por su corta estatura, pero cuyo nombre de
origen es Pico de Águila.
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Personajes
• Pico de Águila (Piquito): A la cabeza lleva una diadema que le rodea la frente y una
sola pluma de color rojo vivo. Calza mocasines de piel y viste pantalones con
flecos, pañuelo en el cuello y chaleco de cuero sin camisa. En la espalda porta un
carcaj con flechas y al hombro derecho un zurrón de cazador. En la mano lleva un
arco.
• El Puma: Puede utilizarse para este personaje cualquier disfraz de gato o león con
un pelele color beige. Para identificarlo, bastará un gorro con orejas y unos bigotes
de felino pintados en la cara del actor.
• Selva Dorada: Viste con traje de ante o cuero con flecos. Se peina con dos trenzas a
ambos lados del rostro, puede llevar en ellas lazos de colores, cintas o flores
artificiales. Muchos collares de cuentas y mocasines flexibles.
• Nube de Octubre: Exactamente igual que la anterior, conviene que sus vestidos sean
de diferente color para distinguirlas. También que no lleve tantos collares, teniendo
en cuenta que la categoría social de la anterior es más elevada.
• Ojo que Todo lo Ve: Viste con una camisola de color tierra, pero debe lucir multitud
de plumas y adornos tratándose del hechicero de la tribu. En la mano derecha
aparece una especie de cetro con tiras de cuero y tela de diversos colores, que el
mago mueve constantemente sobre los demás o cuando lleva a cabo sus conjuros.
• Pantera Tuerta: El guerrero rival de Piquito y el guapo del poblado. Es muy creído.
Luce plumas de colores vivos y una bonita chaqueta de ante ribeteada de flecos.
Mocasines y pantalones también con flecos. Pañuelo al cuello, arco y carcaj con
flechas.
• Indios sioux: Van todos como ya se ha descrito para Piquito y Pantera Tuerta:
mocasines, pantalones de flecos, camisas a discreción. Incluso pueden usarse
camisetas de manga larga. Collares de cuentas de colores y plumas.
Decorado
En el telón de fondo pueden pintarse montañas nevadas, árboles y algunas tiendas indias.
A ambos lados de la escena habrá matorrales.
Para el segundo acto se necesitará un par de tipis: pueden servir tiendas de campaña
recubiertas con papel decorado.
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Atrezzo
Música
Acordes de música macabra para las apariciones de Ojo Que Todo lo Ve.
Sonidos de tambor.
Música de rap.
Iluminación
Ráfagas rojas para imitar los resplandores de las hogueras en el poblado indio.
Las luces de que se disponga atenuadas o no, según la hora del día.
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ACTO PRIMERO
(Pradera con poblado indio al fondo. A medida que transcurre la escena va cayendo la
tarde.)
Entra Pico de Águila, joven sioux al que todos llaman Piquito dada su baja estatura.
PIQUITO: (Se asoma a escena varias veces para observar si hay alguien por los
alrededores, luego entra tomando mil precauciones. Suspira y se sienta en una
piedra.) Uff, menos mal que he despistado a ese Puma.
Deja el arco, se desprende del carcaj y las flechas y se dedica a perseguir supuestas
mariposas que van de un sitio a otro
PIQUITO: ¡Uy, qué mariposa más bonita, es amarilla! (La coge de un manotazo y se la
guarda en el zurrón, pero luego lo piensa mejor y la suelta de nuevo, diciéndole
adiós con la mano.) ¿Y ese pájaro? ¡Parece un colibrí! (Se oye un canto de
pájaro y Piquito persigue al ave haciendo revoloteos por toda la escena.) ¡Qué
gozada es la naturaleza en primavera! (Se inclina y toma unas flores que guarda
también en el zurrón.)
Ráfagas de música que recuerdan el vuelo de un insecto y que siguen los movimientos de
Piquito.
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Pero soy bajito.
Me llaman Piquito.
Mientras Piquito recita y se entretiene con el vuelo de los animales, entra en escena el
Puma con ademanes de cazador. Se acerca por la espalda de Piquito, parece que va a
atacarle pero luego desiste, como si le diera pena, y lanza un rugido terrible.
PUMA: ¡No pensarías que ibas a despistarme! ¡Este es mi territorio, nadie pasa por aquí
sin que yo lo sepa!
PUMA: ¡Anda éste!, porque todos los indios cazan pumas, y bisontes, y hasta conejos.
Menudo hambre se pasa en la pradera si no cazas.
PUMA: Vamos, no me hagas reír. A todos los sioux les entusiasma cazar. Eso, cuando
no se pegan de mamporros con los rostros pálidos.
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PIQUITO: A mí me parece una tontería pegarse. A mí, lo que me gusta es mirar a los
animales. (Se adelanta oteando a lo lejos.) ¡Y es que los animales son preciosos!
¡Mira, mira! ¡Por ahí va un coyote! ¡Tiene el pelo como de fuego! ¿Y has visto
al águila? (Mira al cielo. El Puma mira al cielo con atención y hace un gesto
como dando a entender que está demasiado lejos.) ¡Cuánta majestuosidad!
¡Cómo se nota que es la reina de las aves! (Suspira con tristeza.) Claro que,
como todavía no se ha inventado la máquina de fotos, ni el vídeo, ni nada de eso,
me aburro muchísimo.
PUMA: No entiendo lo que dices. Me pareces un poco ñoño, me cansas, chico. No voy a
tener más remedio que atacarte.
Piquito se arroja en tierra protegiéndose la cabeza con las manos mientras el Puma
salta sobre él.
PIQUITO: ¡No, no! ¡Ten piedad! ¡Sé bueno! ¿Para qué quieres atacarme? ¿Qué
ganarías con eso?
PIQUITO: ¡Fíjate bien en mí! ¿No te parezco demasiado flaco? ¡Ni un mal desayuno
tendrías conmigo!
PUMA: Mirándolo así, tienes razón. (Le palpa los brazos.) Estás tan enclenque que el
mismo viento te derribaría sin esfuerzo.
PIQUITO: (Alegremente.) ¿A que sí? Fíjate si seré birria y chiquitín, que cuando nací
me pusieron de nombre Pico de Águila. Entonces les pareció que no merecía
llamarme como un ave tan imponente (la señala) y todo el mundo me llama
Piquito. ¡Será mejor que te busques a otro si quieres darte el banquete!
PUMA: Una tradición, algo que se hace por costumbre porque lo han hecho tus padres,
y los padres de tus padres, y los padres de tus padres de tus padres, y los…
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PUMA: (Lanza un rugido de impaciencia.) ¡Muchacho, me estás poniendo furioso! ¡Si
no huyes, te morderé la garganta!
El Puma se lanza en persecución de Piquito y éste no tiene más remedio que salir
corriendo. Dan varias vueltas por el escenario. El Puma queda acechando el paso de
Piquito. Cuando va a saltar sobre el, Piquito se vuelve, abre los brazos y cae al suelo de
rodillas.
PIQUITO: (Indignado.) ¡Pero cómo es posible! ¡Todo queréis arreglarlo así! ¿Es que la
gente está loca? ¿No podemos vivir sin pegarnos con alguien? ¡A mí no me
gusta pegar!
PUMA: (Hace ademán de no entender pero desiste de pedir explicaciones.) Mira, chico,
no estoy para filosofías. Me voy a buscar un conejo para la cena. ¡Adiós!
Sale.
PIQUITO: ¡Qué mundo este! Todo quieren arreglarlo a tastarascazos. En fin, un día
más se burlarán de mí los guerreros de la tribu por no haber dado caza al Puma.
Mientras Piquito se halla sumido en su pesadumbre, entran por el fondo Selva Dorada y
Nube de Octubre. Llevan cantaros que van llenando en el manantial. Ríen, bromean y se
empujan una a otra. Piquito se oculta tras un matorral para observarlas bien.
PIQUITO: Ahí están Selva Dorada y su amiga Nube de Octubre. ¡Qué altas y qué
bonitas son! (Suspira.) ¡Si yo me atreviese…! Pero Selva Dorada es la hija del
difunto Gran Jefe.
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Música muy alegre. Luz de atardecer muy oscuro.
SELVA DORADA: No debería estar tan alegre. NUBE DE OCTUBRE: ¿Por qué no?
NUBE DE OCTUBRE: ¡Claro! Hace ya todo un año. Justo es que vuelvas a sonreír.
SELVA DORADA: Pero el hechicero Ojo que Todo lo Ve convocará hoy a los
guerreros más jóvenes. Ya sabes que durante un año no hemos tenido jefe.
NUBE DE OCTUBRE: Sí, lo sé. Pero eso, ¿qué tiene que ver contigo?
SELVA DORADA: Ojo que Todo lo Ve, como jefe en funciones, ha decidido que habrá
un gran combate.
SELVA DORADA: Sí. Los guerreros más jóvenes lucharán entre sí para decidir quién
será el jefe.
SELVA DORADA: Sí, sí que tiene que ver. (Se pone a llorar a grito pelado.) ¡Tiene
tanto que ver como que soy la chica más desgraciada del poblado sioux!
Nube de Octubre consuela a Selva Dorada pero sólo consigue que su llanto sea más
fuerte.
SELVA DORADA: ¡No es eso, Nube de Octubre, no es eso! (Sigue llorando a todo
tren.)
NUBE DE OCTUBRE: (Impaciente.) ¡Ay, pues dime de una vez lo que pasa, Selva
Dorada, que me estás asustando!
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NUBE DE OCTUBRE: ¡Ah, qué estupendo! ¡Te casarás con un valiente!
SELVA DORADA: ¡Con nadie! ¡Soy demasiado joven para casarme! ¡Yo sólo quiero
correr por la pradera, oler las flores, mirar los animales que pasan, aspirar el
perfume de la noche…!
SELVA DORADA: ¡No conoces a Ojo que Todo lo Ve! Desde que mi padre murió, es
quien cuida de mi familia. No puedo negarme a cumplir su voluntad. Me llevaría
al Cañón de los Buitres y me abandonaría allí para que me muriera de sed y de
hambre.
NUBE DE OCTUBRE: ¿Y si escaparas del poblado disfrazada de… de algo raro… ¡De
bombero, por ejemplo!
NUBE DE OCTUBRE: ¡Eso, tu madre! ¡Convéncela para que hable con Ojo que Todo
lo Ve! Las madres, cuando se ponen pesadas, pueden conseguir muchas cosas.
SELVA DORADA: (Llorando otra vez.) ¡Ahí está lo malo! ¡Que también a mi madre le
parece estupendo lo de la boda!
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Selva Dorada, se dirige a ella y la abraza.) Bueno, bueno, ya vale. Que te va a
dar un patatús de tanto llorar. Seguro, seguro que hay una solución. ¡Para todo la
hay!
Aparecen al fondo de la escena numerosos guerreros que danzan alrededor del fuego.
Van entrando por todas partes, incluso pueden subir al escenario por el patio de
butacas.
Al llegar a este punto, los tres personajes se detienen y escuchan atentamente. Luego se
van volviendo uno a uno hacia el fondo de la escena, en donde ya se han congregado
muchos guerreros que danzan.
Se dirigen hacia un lateral del escenario. Piquito, que también va hacia el mismo sitio,
acaba tropezando con ellas y se da un coscorrón. Piquito queda sentado en el suelo de
forma ridícula.
PIQUITO: (Muy nervioso y tímido) Sí, yo… esto… me ocultaba del Puma. Lleva todo
el día persiguiéndome.
PIQUITO: ¡Y dale! ¡Qué manía la de los sioux! ¡Cazar, pelear, combatir! ¿Sabéis lo
que os digo, niñas? ¡Que no pienso pasar por ahí! ¡No estoy dispuesto!
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NUBE DE OCTUBRE: Pero… tú eres un guerrero.
PIQUITO: En esta vida hay muchas más cosas que ser guerrero. Y lo que yo quisiera
ser de verdad es… es…
Nube de Octubre y Selva Dorada se quedan muy atentas a lo que va a decir, pero
Piquito desiste.
SELVA DORADA: Sí. El brujo de animales es la persona que cuida de ellos y los cura
cuando están enfermos.
NUBE DE OCTUBRE: ¡Ah, ya! ¡Veterinario! (Se echa a reír.) Pues ya te puedes dar
prisa, porque si los sioux siguen matando animales… dentro de poco no te
quedará ni un cliente.
SELVA DORADA: No te metas con él. Piquito hará muy bien todo lo que se proponga.
Entra Pantera Tuerta. Es el guapo del poblado. Es muy creído. Camina orgulloso,
luciendo varias plumas de colores vivos en la cabeza y una bonita chaqueta de ante
ribeteada de flecos. Se detiene a mirarse en el riachuelo, se arregla el pañuelo del
cuello, se alisa el cabello con las manos y luego se dirige a las chicas que no han salido
todavía.
PANTERA TUERTA: De cazar al Puma, ya que ese inútil (por Piquito) no ha podido.
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PIQUITO: ¡Serás bruto! ¿Qué daño te ha hecho el Puma?
PIQUITO: ¡Mientes! ¡Nunca bajó hasta el poblado! ¡Lo cazaste para divertirte!
PANTERA TUERTA: (Altivo.) Bueno, también por eso. Para qué negarlo. La caza es el
mejor deporte que existe.
PANTERA TUERTA: Sí, es magnífico. (Señala sus biceps.) Toca, toca. Desde que me
dedico a perseguir a los pumas y a los bisontes y debo tensar el arco tantas veces,
mis brazos parecen de hierro. Pero no te preocupes por el animal. Escapó herido,
nos lo encontraremos muerto en cualquier sitio.
PIQUITO: (Aparte.) Pobre Puma. Era un animal noble y me perdonó la vida. ¿Dónde
habrá caído?
Música renqueante.
En este momento, por el extremo de la escena asoma una pata del Puma como si
estuviera caído en el suelo. Piquito corre allí y trata de esconder la pata para que nadie
descubra al animal. La pata no da señales de vida.
NUBE DE OCTUBRE: (Con retintín.) Todo lo que suponga un peligro, una cacería,
una batalla… Porque Piquito, vamos a decirlo de una vez, es un poquito… o un
Piquito… cobarde…
NUBE DE OCTUBRE: ¡Ella es una cabezota! ¡Como su padre era Gran Jefe se cree
que siempre tiene razón!
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SELVA DORADA: No se molesta a las personas de esa forma.
PIQUITO: ¡Basta! Si cada vez que opinéis de distinta manera os vais a poner así, nunca
podréis ser buenas amigas.
SELVA DORADA: Porque somos amigos desde pequeños, te conozco bien. Y sé que
no es por cobardía por lo que no cazas, sino por buen corazón.
NUBE DE OCTUBRE: Pero a veces, no se puede evitar la caza. Tenemos que comer.
PIQUITO: Bueno, a veces me parece lógico. No como lo hace Pantera Tuerta, por
divertirse.
PANTERA TUERTA: (Pavoneándose.) ¡Te reto a que me digas algo más divertido que
cazar!
PIQUITO: ¡Anda este!, pues claro que te lo digo. ¿Alguna vez le has jugado una carrera
a las gacelas? ¡Pues yo sí, para que veas!
PIQUITO: ¿Qué no? ¡Es mucho más divertido bailar que desfilar!
Música de rap.
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Danzar, danzar y sonreír.
Dos cosas y un mismo compás.
Si bailas serás más feliz.
No dejes nunca de bailar.
Se pone a bailar por el escenario como un loco. Primero solo, bailando una danza india.
Luego coge a Selva Dorada y baila el vals. Después se les une Nube de Octubre y se
ponen a bailar rock o rap o cualquier otra cosa movida y moderna.
PANTERA TUERTA: ¡Es mucho más gallardo el que pisa a sus enemigos!
PIQUITO: Mira por donde, a mí me parece todo un señor el que los perdona.
Piquito y Pantera Tuerta han acabado con las frentes una contra otra mirándose a los
ojos como energúmenos. Pantera Tuerta parece a punto de emplearse a golpes con
Piquito. Éste, en cambio, está muy sereno y se ríe de él. Selva Dorada y Nube de
Octubre dan vueltas alrededor de ellos muy asustadas, intentando separarlos sin
conseguirlo. En esto, se escucha más fuerte el ruido de los tambores.
Mientras ocurre la acción, la pata del Puma sigue asomando por el extremo de la
escena y llega a moverse un poco. Piquito hace de nuevo ademán de taparla y quiere
impedir que los demás salgan por aquella parte, empujándolos hacia el extremo
contrario.
PANTERA TUERTA: Sí, vayamos. Estoy impaciente por entrar en combate con los
otros guerreros. ¡Ninguno tiene mi fuerza y mi valor!
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SELVA DORADA: (A Piquito.) ¿Tú no vienes?
PIQUITO: Sí, ahora mismo. Tengo que hacer algunas cosillas por aquí.
Se vuelve hacia la pata que poco a poco entra en escena. Aparece arrastrándose el
Puma, herido y jadeante. Llega hasta Piquito entre gemidos.
PUMA: Ay, ay, qué dolor. Qué tío más bestia, madre mía, vaya flechazo que me ha
arreado.
Música renqueante.
PIQUITO: ¡Puma, amigo mío! ¡Creí que iban a descubrirte! ¡Cuánto me alegra verte
vivo!
PUMA: ¿Vivo? No sé qué decirte. Siento que todo mi cuerpo se va quedando por ahí
deshilachado.
PIQUITO: (Con cara de ignorancia supina.) ¿El omóplato? ¿Y dónde está eso?
PUMA: ¡Menudo brujo de animales vas a ser tú! (Mueve el hombro como si lo fuera a
dislocar.) ¡Esto es el omóplato, ignorante! Lo que en vulgar se llama paletilla!
(La señala.) ¡Esto de aquí! (Al moverla se queda dolorido.) Ay, ay, qué dolor,
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madre mía.
PIQUITO: Calma, calma. No es grave. Tendrás que estar unos días en reposo. Te sacaré
la punta de la flecha y limpiaré la herida.
Piquito se dirige al riachuelo y moja su pañuelo en él para limpiar la herida del Puma.
Éste va calmándose poco a poco
PUMA: Ay, qué alivio. Cuánto te lo agradezco. Alguna vez podré pagártelo.
PIQUITO: No lo hago para que me lo pagues. Me basta con que seas mi amigo.
PUMA: (Le tiende la pata.) Eso está hecho. (Piquito le estrecha la zarpa con tanto
entusiasmo que le hace daño.) ¡Ay, ay, no te entusiasmes, bruto, que es la pata
herida!
PIQUITO: Uy, lo siento, tienes razón. Ahora descansa. Yo debo regresar al poblado.
(Le prepara un escondite entre la maleza.) Ven, ocúltate aquí. Esta noche nadie
saldrá a cazar, pero mañana deberás huir a la montaña. ¡O mucho me equivoco, o
mañana la pradera va a ser un sitio más peligroso que la autopista Madrid-
Barajas!
Luz completamente nocturna. Sonidos de la pradera (búhos, aullidos de coyote, grillos, etc.).
PIQUITO: Mañana, sí. Ojo que Todo lo Ve propondrá sus pruebas y los guerreros se
armarán hasta los dientes. Llevarán arco y flechas, machete, tomawak… Y yo
todavía sin saber qué hacer. (Mira la luna.) Mis antepasados rogaban al Gran
Espíritu Manitú. O a la Esencia de la Pradera. O a la Luna. (Alza los brazos
hacia el cielo.) Oh, la Luna. Qué maravilla. En fin, Luna, si es verdad lo que mi
abuela decía, ayúdame tú. Pero con la mala suerte que tengo últimamente, lo
mismo me mandas un rayo y me partes por la mitad.
De pronto surge de la oscuridad el hechicero Ojo que Todo lo Ve. Piquito, que ha ido
tanteando el camino, tropieza con él; al principio debe pensar que es un árbol o algo
así, pero después, al irlo tanteando y llegar a la nariz, se lleva un susto terrible.
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PIQUITO: ¡Ojo que Todo lo Ve! Creí que estabais en la asamblea.
OJO QUE TODO LO VE: Estábamos. Pero no podemos votar si no hay pleno. Hemos
venido en tu busca. Pantera Tuerta me dijo que andabas por aquí.
OJO QUE TODO LO VE: (Lo coge por el pescuezo.) ¡Que te has creído tú eso!
¡Tienes un deber con tu tribu, y vas a cumplirlo!
PIQUITO: Te haría caso si se tratase de una competición digna. Pero no quiero pelear a
muerte con los demás guerreros. No tiene sentido, ni siquiera para demostrar que
eres más fuerte.
PIQUITO: ¡Claro que sí! (Entusiasmado.) ¡Verás! Primero hacemos una carrera. Luego,
una competición de arco. Después, lanzamiento de tomawak, o sea, de hacha
india. ¡Una olimpiada sioux!
Aparecen Selva Dorada, Nube de Octubre y Pantera Tuerta, que al oír lo que Piquito
dice, suelta una carcajada.
PANTERA TUERTA: Pero qué cretinez, si no se han inventado todavía las olimpiadas.
PIQUITO: (Le hace burla.) ¡Tururú, que lo dices tú! Las olimpiadas se inventaron hace
muchííííííísimos años, en un sitio muy lejano que se llama Grecia. Se lo contó a
mi abuelo un misionero viejííííííísimo.
OJO QUE TODO LO VE: Someteremos todo eso a votación. (Con sorna.) Y luego,
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haremos un concurso de punto de cruz.
PANTERA TUERTA: Lo decidimos en la asamblea. Habrá una pelea con las manos.
Luego, los guerreros vencedores lucharán a tomawak y cuchillo. La suerte
decidirá las armas para cada uno. Y el que venza, será el jefe.
PANTERA TUERTA: Los heridos, deberán abandonar la tribu. Y los demás, estarán
muertos.
De pronto aparece la luz blanca y potente de la luna que se proyecta sobre Piquito. Ojo
que Todo lo Ve cae a tierra inmovilizado y lleno de pavor. Todos se aterrorizan.
OJO QUE TODO LO VE: (Temblando.) ¿Qui… qui… quién eres tú?
VOZ DE LA LUNA: Piquito ha demostrado tener mas corazón y más coraje que todos
vosotros. Escuchadle.
PIQUITO: (Temeroso y queriendo salir de allí como sea.) No, oiga, si por mí no se
preocupe. Yo pasaba por aquí, pero me he dado cuenta de que me dejé abiertos
los grifos de mi casa. ¡Me voy!
OJO QUE TODO LO VE: (Vuelve a agarrarlo por el cogote.) ¡De eso, nada! Te
quedas y a ver si aclaramos esto.
PANTERA TUERTA: ¡No estarás pensando en complacer a este iluso, oh, gran
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hechicero!
OJO QUE TODO LO VE: Bueno, mirándolo bien… Quizá sea una tontería.
Ojo que Todo lo Ve pega un bote y empieza a correr por la escena perseguido por el
rayo.
Trueno espeluznante. Chispa rojiza que va a posarse en el trasero de Ojo que Todo lo Ve
OJO QUE TODO LO VE: ¡Basta, basta, Espíritu de la Luna, Esencia de la Pradera,
Noche o quien diablos seas! Se hará como Piquito diga, pero deja mi trasero en
paz, que como sigas así no me voy a poder sentar en un año.
Se van todos.
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ACTO SEGUNDO
Aparece por un extremo un gran grupo de indios corriendo a todo trapo entre los que va
Piquito el primero, seguido del pelotón general. Pasan rápidamente. Los guerreros van
gritando como si se enfrentaran en una batalla.
El escenario se enciende poco a poco como si saliera el sol. Se oye de pronto un gran
estruendo de voces y carreras.
Sale Piquito jadeante, pero muy feliz. Lleva a la cintura un hacha azul.
Los gritos siguen sonando en off. Ambiente de estadio olímpico o campo de fútbol en off.
PIQUITO: ¡Luna, Luna! ¿Dónde estás? ¡Tengo que decirte que he vencido! ¡Soy el
guerrero más veloz de todos! ¡Ahora viene el lanzamiento de hacha india! ¡Vas a
ver lo que es bueno! ¡Pero Luna! ¿Acaso no te importa lo que digo?
PIQUITO: ¡Qué mal educada eres! ¿No te han enseñado a responder cuando se te
llama?
VOZ DE LA LUNA: Si serás bruto. ¿No comprendes que es de día? ¡Deberás esperar a
la noche para poderme hablar!
Se va aprisa.
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Aparece Pantera Tuerta seguido de Ojo que Todo lo Ve. Pantera Tuerta lleva un hacha
azul en la mano y un hacha roja a la cintura.
Marcha triunfal.
OJO QUE TODO LO VE: Sí. Con esta hacha trucada, que no pesa, no podrá llegar tan
lejos como tú.
Pantera Tuerta se quita su propia hacha del cinturón y sopesa las dos hachas. La roja
pesa mucho más y hace que Pantera Tuerta se incline del lado en que la sostiene.
Pantera Tuerta ríe malvadamente.
OJO QUE TODO LO VE: No olvides que has prometido nombrarme consejero único
cuando seas Gran Jefe.
PANTERA TUERTA: Descuida. Mandaremos los dos. (Le pone una mano en el
hombro.)
OJO QUE TODO LO VE: (Aparte.) Bobalicón. Te estoy usando para seguir mandando
yo solo. Cuando no me sirvas, te llevaré al Cañón de los Buitres, so memo.
Pantera Tuerta se pone tan nervioso que se hace un lío con las hachas. No se da cuenta
de que se ha dejado su hacha roja y se ha llevado la azul trucada.
Al momento aparece Piquito buscando por todas partes y coge el hacha que es en
realidad la de Pantera Tuerta.
PIQUITO: He perdido mi hacha, pero esta me servirá. ¡Debo darme prisa para entrar en
la competición!
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Sale por un extremo mientras por el contrario entra Ojo que Todo lo Ve seguido de
Pantera Tuerta. Se ponen a buscar angustiadamente por todos los rincones.
OJO QUE TODO LO VE: ¡Se la han llevado! ¡Ya te dije que no era buena idea!
PANTERA TUERTA: ¿Y qué hago ahora, qué hago, qué, qué, qué? (Zarandea a Ojo
que Todo lo Ve.)
OJO QUE TODO LO VE: (Dándole un sopapo.) ¡Pues qué vas a hacer, panoli!
Competir con el hacha de Piquito o se darán cuenta de lo que hemos hecho y nos
veremos en un apuro. Los indios serán todo lo bestias que quieras, pero tiene a
gala competir honradamente. ¡Andando, tira p’alante!
Rumor de público, gritos de ánimo. Voces en off que jalean a Piquito (Pi-qui-to, Pi-qui-to).
Luego se prepara Pantera Tuerta, que intenta por todos los medios eludir la
competición, pero Ojo que Todo lo Ve lo empuja hasta colocarlo en el sitio y le hace
tirar. Otean los demás la trayectoria que se queda a dos pasos de donde está Pantera
Tuerta.
OJO QUE TODO LO VE: (Al publico.) Es que como no prepare un embrujo, este no
es Gran Jefe en su vida. (A Pantera Tuerta.) Esta misma tarde, Piquito estará
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fuera de combate. (Sale tras Piquito.) ¡Eh, Pico de Águila! ¡Queremos hablarte!
OJO QUE TODO LO VE: No nos parece bien que sigamos siempre las normas
dictadas por ti. Lo diga o no lo diga la Luna…
OJO QUE TODO LO VE: Ah, con que la Luna no puede ayudarte hasta que sea de
noche, ¿eh? ¡Pronto, Pantera Tuerta, sujétalo!
Entre Ojo que Todo lo Ve y Pantera Tuerta sujetan a Piquito. Ojo que Todo lo Ve saca
un pequeño frasco y le hace abrir la boca, vertiendo en ella el contenido del recipiente.
Piquito lucha, se atraganta, tose.
Música de acción.
OJO QUE TODO LO VE: ¡Esta pócima te ayudará a vencer! ¡Verás lo que es bueno!
PIQUITO: ¡A mí no tiene que ayudarme nadie a vencer! (Se queda sentado en el suelo
y mueve la cabeza de un lado a otro. Luego se levanta completamente atontado
y como si estuviera borracho.) ¡Anda, qué pasada, cómo me siento de bien!
¡Hip! ¿Y qué dices que me has dado? ¡Hip!
PANTERA TUERTA: Eso, ¿qué le has dado, gran hechicero? ¡Se ha quedado fuera de
combate!
OJO QUE TODO LO VE: Dopado, se dice ahora. Pues sí, está fuera de combate. No
volverá a ganar ninguna prueba más.
PIQUITO: (Los mira sin comprender y hace una cantidad tremenda de tonterías por
todo el escenario.) ¡Ganar, ganar, siempre ganar! ¡Pues sí, sí, sí, voy a ganar, ya
ves, tararí, que voy a ganar. (Se cae, se levanta otra vez y vuelve a caerse. Los
mira desde el suelo.) ¡Vaya, si hay dos Pantera Tuerta! ¿Tenías un hermano
gemelo?
OJO QUE TODO LO VE: (Lo sujeta y le habla mirándole a los ojos.) Ahora escucha.
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La próxima prueba no va a ser ninguna competición deportiva. Los guerreros
iréis a la pradera y trataréis de sobrevivir dos días en ella. Tendréis que
alimentaros por vosotros mismos, lo cual quiere decir…
OJO QUE TODO LO VE: Cazar, buscar agua y sobrevivir a los peligros de la pradera.
OJO QUE TODO LO VE: Luego volveréis al poblado y los que hayan logrado salir de
la prueba, lucharán con las manos.
PIQUITO: (Sin entender, mira estúpidamente de uno a otro, luego se ríe y se pone a
cantar «Asturias patria querida».) ¡Qué divertido! ¡Vivir dos días en la pradera!
¡Hip! (Ríe, quiere levantarse y no puede. entonces Pantera Tuerta y Ojo que
Todo lo Ve se lo llevan arrastrándolo por las piernas.)
Vencer en la pradera,
y que me quiera
mi amada
Selva Dorada.
Dominar la pradera.
Por algo soy Pantera…
(Tuerta)
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Pantera Tuerta después de decir esto queda pensativo y algo mosqueado al ver lo mal
que rima su nombre. Luego se dirige al público en ademán de disculparse.
PANTERA TUERTA: Ya sé, ya sé, no pega ni con cola, pero no siempre le ponen a
uno un nombre que se preste. ¡Los sioux somos guerreros, no poetas!
Salen todos dejando a Piquito en el extremo del escenario y se van. Piquito queda en el
suelo roncando.
Llega el Puma, que intenta reanimar a Piquito inútilmente. Los ronquidos de Piquito
son cada vez más fuertes.
PUMA: ¡Piquito, amigo mío! ¡Despierta! ¡Debes vencer también en esta prueba!
PUMA: ¡Te digo que levantes! ¿No te das cuenta de que te han dado un brebaje para que
no puedas competir? ¡Si no reaccionas ahora mismo, tu vida correrá peligro!
PIQUITO: (En un asomo de cordura se mira las manos y sacude la cabeza.) Tienes
razón. ¡Hip! ¡No puedo moverme! ¡Estoy… estoy… drogado, buen Puma!
PUMA: ¡Cómo drogado! Lo que tienes es una melopea de campeonato. Pero ven aquí
ahora mismo.
El Puma coge a Piquito y a rastras le sumerge la cabeza en el río una y otra vez. Luego
lo deja sentado en una esquina de la escena y busca unos hierbajos. Se los hace oler.
PIQUITO: ¿Qué es? ¡Puaf, qué porquería! (Vuelve a sacudir la cabeza.) ¡Pero oye, da
resultado! Estoy mucho mejor.
PUMA: Pues ahora ven conmigo. He cazado para hoy. Podrás comer conejo.
PUMA: Menudo cabezota. Está bien, en previsión de que dijeras eso he traído también
almendras, frutos silvestres y raíces. Venga, come.
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El Puma saca almendras y frutas y las pone ante Piquito. Se sientan los dos en el suelo y
Piquito come.
PUMA: Te lo diré. (Se inclina en su oído y le susurra algo que no se escucha. Piquito
va cambiando de expresión y suelta una risa de alegría.)
PUMA: Pues ahora, duerme. Debes estar descansado para el día que te espera.
PUMA: Y tú, Luna, si de veras quieres ayudar a Piquito, apágate un poco, caramba, que
así no se puede dormir.
PIQUITO: (Como en sueños repite lo que ha dicho antes Pantera Tuerta.) Oh, qué
placer, Gran Jefe puedo ser. Conseguir que me quiera… mi… amada… Selva
Dorada… (Se le va apagando la voz hasta que cae rendido.)
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ACTO TERCERO
Aparece primero Ojo que Todo lo Ve con sus atributos de fiesta y un gran penacho de
plumas que le llega a las rodillas. Luego llegan Nube de Octubre y Selva Dorada.
Aparece por fin Pantera Tuerta doblado por la mitad, sujetándose los riñones.
PANTERA TUERTA: Ay, ay, qué desastre, nunca me había encontrado tan mal. Tengo
granos por todo el cuerpo y me duelen los músculos.
OJO QUE TODO LO VE: Naturalmente. Como que te has comido tú solo medio
bisonte y, para colmo de males, ahora resulta que la carne de bisonte te da
alergia.
PANTERA TUERTA: Pero es que todos los guerreros del poblado están igual, hechos
polvo. Nadie ha sido capaz de sobrevivir el tiempo estipulado. (Señala a ambos
lados.)
Van apareciendo el resto de los guerreros en tan malas condiciones como Pantera
Tuerta. Unos se sujetan la cabeza, otros la tripa. Se oyen lamentos por todas partes.
«Ay, mi tripa, qué malito estoy, un médico, quiero que venga mi mamá», etc.
OJO QUE TODO LO VE: Qué embrujados ni qué pamplinas. No estáis acostumbrados
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a comer tanto. Os habéis dado un atracón. Os duele el estómago y tenéis colitis.
¡Sois unos bestias!
OJO QUE TODO LO VE: Sí, pero ha sido una competición en tonto. ¿Cómo
decidiremos ahora quién manda? ¡Deberé seguir mandando yo! (Se da cuenta de
lo que ha dicho y se pone contentísimo.) ¡Eso es! ¡Chachi piruli! ¡Seré jefe
vitalicio! ¡Voy a proclamarlo!
OJO QUE TODO LO VE: Atención todos los guerreros. ¡Voy a hacer la proclamación
final de los triunfadores! Y es una pena porque debo concluir que…
Redobles de tambor.
Aparece Piquito sin armas y con los brazos en alto con el gesto del que llega el primero
a una meta.
PIQUITO: Que soy yo, Pico de Águila, el triunfador de la prueba, y por tanto, el Gran
Jefe de este poblado.
Todos los presentes lanzan una exclamación de asombro que coincide con la del
público.
PIQUITO: Anoche era anoche, y hoy es hoy. (Se acerca a Pantera Tuerta y con ironía
le hace palpar sus brazos.) Toca, toca. Desde que me dedico a recolectar frutos,
a recoger hierbas y a beber las aguas puras de los manantiales, mis brazos
parecen de hierro.
OJO QUE TODO LO VE: No tan aprisa. Falta la lucha con las manos.
PIQUITO: (Señalando alrededor.) ¿Y con quién podría competir en esa lucha? ¿No ves
que no pueden tenerse en pie?
Los guerreros vuelven a gemir: «me muero, socorro, quiero que venga mi mamá», y
cosas parecidas
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OJO QUE TODO LO VE: Siento decirte que ha sido una victoria legal. Todo el
poblado lo ha visto. No podemos negarnos. (Se arrodilla ante Piquito.) Oh, Gran
Jefe, los guerreros están dispuestos a sufrir su castigo.
PIQUITO: (Riendo.) ¿De qué castigo hablas? Bastante gordo me parece encontrarme
con un poblado en el que todos están enfermos por haber comido bisonte
contaminado.
PIQUITO: Serás ignorante. Los animales comen a veces lo que no deben. Y vosotros
cazasteis un bisonte que estaba enfermo por haber comido hierbas venenosas. No
ha sido culpa mía sino de la casualidad. Yo, en cambio, conozco las hierbas y
plantas que debo comer. Por eso me he conservado fuerte y he sobrevivido en la
pradera el tiempo estipulado.
PANTERA TUERTA: (Lo medita lleno de rabia, pero al fin se postra ante Piquito.)
¡Me has vencido!
PIQUITO: (Ríe y se acerca a él para levantarlo.) Ya te dije que me parecía más señor
un guerrero que perdona. Vamos, Pantera Tuerta. Eres de mi tribu. Eres uno de
los míos. Un auténtico jefe nunca abandona a los suyos.
OJO QUE TODO LO VE: (Levantándose.) Muy bien, pues confirmo que desde ahora
el Gran Jefe de nuestro poblado será Piquito, y ordeno que se le llame a partir de
hoy Gran Jefe Pico de Águila.
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SELVA DORADA: (Adelantándose.) ¿No te olvidas de algo, hechicero?
OJO QUE TODO LO VE: Ah, sí. Ejem… Y declaro que en breve se celebrará la boda
de Pico de Águila con la bella Selva Dorada, hija del anterior jefe.
Ojo que Todo lo Ve coge a ambos jóvenes de las manos y los une simbólicamente.
OJO QUE TODO LO VE: ¡Y ahora, voy a visitar a esos valientes guerreros que
comieron búfalo en malas condiciones!
VOZ DE LA LUNA: Me parece un deseo justo. Pero yo no haré nada para eso.
VOZ DE LA LUNA: No. Tu deseo se cumplirá con el paso del tiempo. Observa.
VOZ DE LA LUNA: (Riendo.) No, hombre, no. Esa es tu futura imagen. Tú no eres
bajo, Piquito. Eres, simplemente, un muchacho de dieciséis años que ha tardado
en dar el estirón. Pero serás tan alto como el más alto de los guerreros.
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PIQUITO: ¡Atiza! ¡Pues es verdad! ¡Sólo soy un muchacho! ¡Y en mi familia, todos los
hombres crecemos muy tarde! Así que era eso. ¡Todavía tengo que crecer!
¡Verás tú cuando se lo cuente a Selva Dorada!
Se apaga la luna.
Aparece Selva Dorada y se cogen de la mano. Poco a poco vuelven a aparecer todos los
personajes y se sitúan en el fondo.
PIQUITO:
SELVA DORADA: (Con arrobamiento.) Eso, a solas. Los dos juntitos. Después de
celebrar nuestros esponsales.
Se dan un beso.
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Poco a poco cae el
TELÓN
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Índice
Portada 2
Créditos 4
ÍNDICE 5
Una de indios 6
Historia de Piquito, el indio pequeñito 64
98