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Noticia

Cali

Lo que se ha descubierto en el caso de 65 jóvenes torturados y esposados de pies en Cali

El 13 de junio, cuando se conocieron las presuntas torturas, la Policía cerró la fundación durante 10 días.

El 13 de junio, cuando se conocieron las presuntas torturas, la Policía cerró la fundación durante 10 días.

Foto:Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO

Nuevas pistas sobre una historia que podría ser comparada con una espeluznante película de terror por supuestos tratamientos contra la drogadicción y el alcoholismo.

Carolina Bohórquez RamírezPeriodista
Las últimas horas de vida Jennifer Velasco Vargas transcurrieron en ese cuarto pequeño al que le decían de 'reflexión', pero para jóvenes que eran encerrados en ese lugar era más el cuarto del horror.

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Ese reducida habitación sin luz y de poca ventilación era el infierno mismo y fue de allí donde policías hallaron sin signos vitales a Jennifer, la joven, de 28 años, que horas antes habría recibido baldados de agua y descargas eléctricas con dispositivos similares a los que usan las autoridades para ser dejada a su suerte en aquel hermético recinto.
Pero en ese cuarto, que parecía más una celda, a Jennifer la habrían asesinado. Alguien la habría asfixiado. Esta ha sido una de las más espeluznantes historias que sucedió en una vieja casona, convertida en una fundación con supuestos tratamientos contra la drogadicción y el alcoholismo, pero que habrían empleado la fuerza excesiva con torturas y cadenas por sus arrendatarios, una pareja de creyentes cristianos. 
Fue abierta hace más de un año en la zona baja de la vereda Montañitas, del corregimiento La Castilla, de Cali, donde se llega tomando dirección hacia el empinado barrio Terrón Colorado, de la comuna 1. Allí viven familias vulnerables de la ladera de la capital del Valle del Cauca.
En esta casona fue donde Jennifer fue llevada a un hospital porque no reaccionaba, en aquella mañana del 13 de junio de este 2024. Ese mismo día, 65 jóvenes salieron con cadenas en sus pies, denunciando graves maltratos, golpes, toda clase de torturas con dispositivos eléctricos llamados taser. 
EL TIEMPO conoció, a través del personero del distrito caleño, Gerardo Mendoza, que en efecto la muerte de Jennifer estaría siendo investigada como un homicidio. En un comienzo, el comandante de la Policía Metropolitana de Cali, coronel Carlos Oviedo, había planteado asifixia mecánica, como una de las hipótesis de esta muerte.
Asimismo, hay un sospechoso que es parte de los 65 jóvenes bajo esos tratamientos extremos y con tal grado de crueldad que el personero ha venido rechazando, clamando celeridad a la Fiscalía, pues el funcionario interpuso la denuncia penal contra la pareja que creó dicha fundación en la ladera y que anteriormente funcionaba en el oriente caleño. 
"La investigación sigue e insisto a la Fiscalía en acelerar el proceso. La fundación no puede seguir funcionando", dijo el personero, teniendo en cuenta que el cierre que a partir del 13 de junio, la Policía llevó a cabo era de tipo preventivo y solo duró 10 días. 
“Quizás una celda hubiera mejor que ese cuarto. En menos de un mes viví el infierno en vida”, dijo uno de los jóvenes que permaneció con cadenas. Es Jhonattan, un caleño de 18 años, que se hizo amigo de Jennifer y regresó a su hogar con su mamá y su hermana menor en una humilde vivienda en el oriente de Cali, luego de que en aquel 13 de junio logró escapar con los otros 64 muchachos, entre hombres y mujeres, que tuvieron cadenas en los pies y algunos también en las manos.
La Policía fue en auxilio de estas 65 personas, encontrando a la mayoría encadenada y a Jennifer, de 28 años, inmóvil por lo que fue llevada de inmediato a un hospital. Pero no había nada que hacer. 

'No había camas en ese cuarto y no  se iba al baño; había tarros'

En diálogo con EL TIEMPO, Jhonattan contó que a Jennifer y a tres jóvenes más los metieron en el cuarto oscuro o de 'reflexión' que era el de los castigos, el 11 de junio. “En ese cuarto no había camas, no se iba al baño. Había que aguantar o el baño era un tarro. A veces, en las madrugadas nos mojaban, también mojaban el cuarto y nos volvían a meter. Nos dejaban sin cobijas”, dice quien ha tenido dificultades con la marihuana y la adicción por el clonazepam.
La mayoría de los 65 jóvenes buscando una salida les dijeron a uniformados de la Policía y a delegados de la Personería del distrito que se encontraron con un tormento peor, viviendo la mayor parte del tiempo con cadenas en los pies y cuando los obligaban a permanecer en el cuarto oscuro les ponían otras en las manos.
“Nos esposaban con las manos en la espalda. Pero el día en que Jennifer murió yo no estaba con ella”.
Jhonattan narró que se encontraba en una de las dos habitaciones para los hombres, mientras que otras dos eran para las mujeres. La vivienda, con cierre de 10 días por la Policía que se cumplen este domingo, tiene otro cuarto donde dormían 15 cuidadores que también era personas drogadictas, pero se habían ganado privilegios con el director de la fundación y su esposa.
En la Policía también indicaron que buena parte de estas 65 personas habían señalado como el presunto responsable de sus torturas psicológicas y físicas, al representante legal de la fundación. Por esos maltratos y torturas no hay capturas, a diferencia del caso del homicidio de Jennifer. 
Un joven que estaba con ella en ese cuarto fue señalado como el presunto responsable y fue capturado, según la Personería.  
El investigación sigue adelante, en medio del rechazo de la Personería y también de la alcaldía de Cali. En ese entonces, en la subsecretaría de Seguridad se sumaron a los cuestionamientos de estos tratamientos que en van en contra de los derechos humanos y de toda dignidad. 
En esta fundación había cuidadores que también tienen problemas de drogadicción y se habían ganado el beneficio del director para estar al frente de los muchachos. 
“Los cuidadores utilizaban a veces palos y machetes para golpearnos. Nos pegaban en la espalda o en el trasero y tenían esos taser (un arma de electrochoques) para usarlos con nosotros. Lo hicieron con Jennifer. La habían mojado y le pusieron el taser”.
Jonathan contó que la joven víctima estuvo encerrada desde el martes 11 de junio en el cuarto para los castigados porque trataban de huir o eran renuentes frente a los supuestos tratamientos terapéuticos.
Jhonattan aseguró, además, que su amiga cercana habría tratado de cortarse las muñecas estando en ese cuarto. 
“A Jennifer la metieron allí porque antes había llegado una familia con su hijo. Ellos se pusieron a preguntar y ella les contaba”. Dice que luego, el muchacho habría salido aterrado de la vivienda, por lo que no se quedó. “El director se habría enojado con Jennifer y por eso la mojaban, le daban con el taser y la encerraron con la otra compañera y los otros dos compañeros. A mí me sorprendió que hicieran eso, de meter a hombres y mujeres juntos. Se supone que eso no se hacía”, sigue con la narración.
“Ella se puso a gritar y le dieron un medicamento que la puso dopada. Luego a la 1:00 de la mañana del jueves 13 de junio (dos días después del encierro), Jennifer había muerto”. 
Afirmó que un joven que salió despavorido cuando abrieron el cuarto, cinco horas después, relató que ella tenía la piel morada.
­­Sin embargo, la confusión y el miedo habrían motivado a que muchos de esos cuidadores hubieran abandonado el predio, ese jueves 13 de junio. “Quedaron cuatro cuidadores y nosotros éramos como 60. Fue en ese momento que pedimos ayuda. Gritamos tanto que los vecinos nos oyeron y llamaron a la Policía. Así me pude volar”.
En ese momento, hubo quienes grabaron con sus teléfonos celulares a algunos de los 65 torturados, dejando ver las cadenas en sus pies y mostrando señales de ataduras en sus manos. Estos videos fueron difundidos en redes sociales.
La madre de Jhonattan, una mujer cabeza de hogar que señala tener miedo para decir su nombre, le afirmó por línea telefónica a funcionarios de la Personería desde el distrito de Aguablanca donde ella vive con su hijo mayor: “Cobraban por matrícula 200.000 pesos. Al visitar a mi hijo lo encontraba desnutrido y flaco. Él me expresó que en la noche los encadenaban para que no se volaran. Recibían maltrato psicológico, verbal y físico”.
La señora dijo a EL TIEMPO: “Yo trabajo, sostengo a mi hijo que se me puso difícil este año otra vez y por eso lo dejé en la fundación para que lo ayudaran”.
La mamá de otro muchacho que estuvo en dicha fundación le informó a la Personería: “Lo saqué del sitio porque los levantaban y mojaban a la madrugada, si hacían bulla. Los dopaban y a través de mi hijo supe para esa fecha sobre una violación que había pasado en el lugar. También aguantaban hambre”.
En la denuncia penal, el personero Mendoza declaró, luego de hablar con algunos de los afectados que en el sitio, “al parecer se realizaban actos atentatorios contra la dignidad humana y salud que afectaron gravemente la salud mental y física de todas las personas que se encontraban en esa fundación, puesto que el hecho de encadenar a una persona a un árbol, ya se están realizando acciones contrarias a la locomoción, generando de por sí una tortura y unas lesiones que pueden ser psicológicas o físicas”.
El comandante de la Policía de Cali aseguró, en su momento: “En relación con el reporte de una mujer, de 28 años, aproximadamente, y la cual ingresa sin signos vitales a un centro hospitalario de la ciudad y quien al parecer, sufre asfixia mecánica, se pudo establecer que había sido remitida desde una fundación de rehabilitación del barrio Terrón Colorado, donde permanecía desde hace dos meses”.
Y anotó: “De inmediato, unidades de vigilancia se dirigen a esta fundación donde identifican al presunto agresor por señalamientos de personal de dicha fundación. Esta persona será presentada ante la autoridad judicial correspondiente. Cabe resaltar que se encuentran, aproximadamente, 65 personas en esta fundación, también en tratamiento de rehabilitación y se encuentra material que va a ser aportado como objeto probatorio en el proceso investigativo”.
El oficial añadió que se adelantaron acciones con la Personería de Cali y la secretaría de Salud de la ciudad.
CAROLINA BOHÓRQUEZ 
Corresponsal de EL TIEMPO
Cali
Carolina Bohórquez RamírezPeriodista
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