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Música y Libros

Lo que se hereda no se hurta: Catalina Castro Blanche presenta su libro en homenaje a su padre Germán Castro Caycedo

El periodista Germán Castro Caycedo junto a su hija, Catalina Castro, en Alsacia

El periodista Germán Castro Caycedo junto a su hija, Catalina Castro, en Alsacia

Foto:Catalina Castro

Casi tres años después de la muerte de Germán Castro Caycedo, su hija, Catalina Castro Blanchet, lanza un libro en el que une lo público y lo íntimo de su padre en un relato tan interesante como las historias del cronista.

MYRIAM BAUTISTA
Parecía improbable que esta arquitecta, afincada en París desde hace más de 20 años y en apariencia alejada del acontecer nacional, tuviera entre sus planes hacerle un homenaje de cariño a su padre, por si hiciera falta, con un libro en el que se reitera su enjundia de escritor hecho a pulso, que ella admiró y admirará por siempre.

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Le agrega a ese relato muchas situaciones de la vida familiar en las que priman el amor, la comprensión y la complicidad, cualidades envidiables en las relaciones filiales y paternales, tan escasas en estos tiempos y en los pasados. 
Catalina a los 14 años les dijo a sus padres que quería ser arquitecta. Con esa resolución quiso apartarse de la vida de dos periodistas muy comprometidos y ligados estrechamente con el devenir del país. A Germán y a Gloria les pareció una magnífica decisión que alejaría a su hija de problemas.
Una vez graduada, Catalina se especializó en restauración de monumentos y al comenzar el siglo XXI se fue a vivir París, allí se casó, tuvo dos hijas y se dedicó a su profesión en un taller independiente. Sin embargo, nunca dejó de interesarse por el país tal y como fue criada, en medio de reuniones sociales y políticas, con personas importantes. Y siempre estuvo al tanto de los proyectos periodísticos y literarios de su padre. Tanto así que hace unos años lo convenció de crear un sitio en internet con sus publicaciones, en los que ella y su madre contribuyeron todo el tiempo. Así, tal vez, nacía la Catalina Castro escritora.

Proyecto añejo

El libro nació hace más de diez años, por iniciativa de mi esposo, Renaud Blanchet, quien le propuso a mi papá, en el 2012, escribir algo así como sus memorias

Catalina en el libro 'Mi padre, Germán Castro Caycedo', editado por Planeta y que ya está en librerías, se refiere a los antecedentes de este proyecto y lo reitera así: “El libro nació hace más de diez años, por iniciativa de mi esposo, Renaud Blanchet, quien le propuso a mi papá, en el 2012, escribir algo así como sus memorias. Ellos tuvieron una relación llena de afinidades. Renaud lo entrevistó durante varios días en 2015, pero el trabajo se dilataba. En 2019 decidí tomar las riendas y proponerle a mi papá escribirlo a cuatro manos. Él aceptó, y con la ayuda y el estímulo de Gloria, mi mamá, durante dos años trabajé de la mano de Germán en la investigación. Pero en 2021, cuando se me fue, el trabajo quedó trunco, y no habíamos terminado la revisión de archivo ni comenzado la escritura. El apoyo de Gloria fue crucial en la investigación, pero también en la lectura. Como con mi padre, fue mi correctora, el alma tras bambalinas de este hijo que hoy nace”.
También contó con la ayuda de muchos amigos y conocidos de Castro Caycedo que se sumaron con más datos y narraciones.
Uno de ellos fue Julio Sánchez Cristo, ‘Julito no me cuelgues’ que desempolvó anécdotas de cuando trabajaron los dos, por allá en 1976, cuando fue asistente de Castro Caycedo en el programa de televisión Enviado especial, de RTI. 
Libro 'Mi padre, Germán Castro Caycedo', editado por Planeta

Libro 'Mi padre, Germán Castro Caycedo', editado por Planeta

Foto:Suministrada

“Julio es un amigo entrañable, una bella herencia de mis padres. Somos muy cercanos y ha estado presente en este proceso desde su génesis, hace diez años, y guardó el secreto todo este tiempo. Me ha apoyado en todo, me ha contado anécdotas, me ha leído por fragmentos, me ha levantado en los momentos de dudas. Lo llamo mi mecenas, Julius Medicis, porque ha sido fundamental en mi proceso de duelo y de escritura, y, repito, un amigo sin igual”, cuenta Catalina, siempre interesada en darle a cada uno el crédito por sus aportes con elegancia y de manera equitativa, como corresponde, así diría su padre, o eso creo.
Y fue Julio, director de la emisora W, en el informativo mañanero, de alta audiencia, quien comenzó a poner en su espacio radial desde el pasado martes 25 de junio la voz de Germán Castro Caycedo con apartes de entrevistas, comentarios y reflexiones que extrañaron no solo a los oyentes sino a sus compañeros de mesa, quienes lo indagaban el por qué estábamos oyendo al periodista que cumplirá el próximo 15 de julio tres años de muerto. Con el secretismo que lo caracteriza, como buen publicista y autor de muchas campañas de expectativa comercial, no soltó prenda hasta el viernes 28 de junio, cuando contó que el libro de Catalina Castro ya estaba en las librerías en Bogotá y el fin de semana se repartiría por todo el país. La incógnita quedaba resuelta.  
En el libro, además de los 52 capítulos dedicados a esa vida tan activa intelectualmente, se reproducen algunas de las cartas cruzadas entre el padre y la hija, así como fotos de Germán con personajes diversos, en plena actividad periodística, y claro, muchas familiares que permiten al lector adentrarse en la intimidad de este hogar que vibró con las crónicas de un periodista que se negó a permanecer en su escritorio y con mochila al hombro fue el encargado de descubrir la Colombia profunda no solo en sus artículos, sino en dos decenas de libros con ventas abundantes y traducidos a varios idiomas.
También sufrió, cómo no, amenazas en varias oportunidades y por actores distintos, no solo armados sino desarmados, y fue objeto de injurias y calumnias, como la acusación de que su casa de Pacho (Cundinamarca) había sido “regalada” por el extinto narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, apodado el ‘Mexicano’, acusación que desmintió con escrituras amarillentas que paseó por las redacciones de los principales medios escritos, radiales y televisivos. 
Castro Caycedo narró más de medio siglo de la historia desalmada de este país y en el libro de Catalina sobresale la tragedia de la toma y contratoma del Palacio de Justicia, tal vez porque sus padres y ella fueron víctimas directas.
De estos hechos dio cuenta Castro Caycedo no solo en artículos de prensa sino en el libro que tituló: El Palacio sin máscara.
Uno de los grupos sociales de amistad entrañable de la pareja Castro Moreno era el conformado por Fernando Gómez Agudelo, de RTI, y su esposa, Teresita, museóloga e historiadora; Ana María Bidegain, historiadora, y Carlos Horacio Urán, abogado, auxiliar de Magistrado, quien fue sacado vivo del Palacio, torturado y asesinado. Ellos, más la médica Luz Helena Sánchez, se apersonaron de la búsqueda de Carlos Horacio y cobijaron a Ana María y a sus cuatro hijas. 
La descripción de Germán revisando las emisiones de televisión de la salida de rehenes es tan vívida que el lector termina llorando con el periodista al identificar que ese amigo salió vivo, para luego aparecer su cadáver en Medicina Legal con el grupo de guerrilleros abatidos en la contratoma.

Muchas lágrimas

Germán Castro Caycedo, quién lo creyera, era muy sensible, aunque posaba de hombre inconmovible. Son muchos los episodios de lágrimas rodando por su rostro que Catalina retrata con la ternura que la caracteriza. Su padre se permitía llorar ante la belleza, la indolencia, la injusticia o situaciones de la vida diaria que le llegaban al corazón.
Se derretía, en público y en privado, por su esposa, durante 45 años, Gloria Moreno, a quien conoció en la redacción de EL TIEMPO, periodista antioqueña, comprometida con los derechos humanos y la ética periodística, fundadora de la librería Enviado Especial y de la ONG Medios para la Paz que recorrió medios de comunicación del país llevando un mensaje con prácticas de buena comunicación para morigerar el lenguaje belicoso y recomponer el discurso periodístico viciado.
Y, claro, hacía lo propio con su hija Catalina, a quien sobreprotegió, consintió y amó, convirtiéndola en su mejor alumna. Prueba de ello, su libro, trabajo de investigación y escritura que comenzó hace una década y al que se dedicó en los últimos tres años de tiempo completo. 

La relación con mi papá fue extraordinaria, con muchos matices y maneras de comunicarnos

“La relación con mi papá fue extraordinaria, con muchos matices y maneras de comunicarnos. El día en que nací, él comenzó una relación epistolar que perduró toda la vida. Luego hablábamos mucho, pero también nos comunicábamos en silencio y hasta por telepatía. Sentíamos en el pecho cuando algo andaba mal, hasta el punto de que estando lejos sabíamos cuando el uno o el otro estaba triste o, incluso, cuando teníamos pesadillas. Esto ha sido fundamental en este duelo, porque esa comunicación continúa, y seguirá latente hasta el día en que yo me vaya de este mundo. El libro me permitió hacer perdurar a mi padre tres años más”. 

Otras facetas de Castro

Castro Caycedo fue excelente bailador –más que nada como su parejo–, acota Catalina. Disciplinado y estricto en seguir las recomendaciones médicas, querendón también de su yerno, de sus nietas Maïa y Nina, infatigable investigador que no dejó rincón geográfico por habitar para documentar sus trabajos, y decenas de cualidades, así como uno que otro defecto, hacen parte de este material que Catalina expone sin autocensura alguna. 
Tal vez por ello describe la afición taurina de Germán, tan denostada en esta época, que fue la que le ofreció la oportunidad de su primer trabajo periodístico y que no dudó en transmitir a su hija.
La de los toros fue una pasión compartida con mi padre, quien desde muy niña me llevó a la plaza o a las tientas en los pueblos, y me trasmitió sus conocimientos. Era un espacio que nos pertenecía a ambos, exclusivo, que mi mamá respetó, por un lado, porque no le gustan los toros, pero ante todo entendió que era uno de nuestros puntos íntimos de comunicación. En el libro le dedico un capítulo al tema, pues Germán comenzó como cronista taurino primero en radio, luego para la revista española El Ruedo, pero también por lo que representó en nuestra relación. La tauromaquia es una alegoría de la muerte, o por lo menos así lo entendí durante mi duelo y escritura”. 
Y si Castro Caycedo en la vida social cuando hablaba difícilmente cedía su turno, cuando el tema era taurino ahí sí que adormecía a sus contertulios.
Para Catalina Castro Blanchet, su debut como escritora la tiene feliz, más que nada porque logra su cometido de expandir las luces de uno de los periodistas y escritores que se salieron del molde para imponerse en las redacciones como cronista que llegaba a donde fuera para contar lo que pasaba y como autor de libros que investigaba a fondo, sin liviandades.
Tal vez tendremos Catalina Castro Blanchet escritora para rato, después de este ejercicio. 
MYRIAM BAUTISTA - PARA EL TIEMPO
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