En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Reseña

Cultura

Chico Buarque: aquel regalo

Fotografía de archivo fechada el 3 de junio de 2023 del artista brasileño Chico Buarque, presentándose en un concierto en Campo Pequeño, Lisboa (Portugal). El cantautor brasileño Francisco Buarque de Holanda, o simplemente Chico, cumple este miércoles 80 años más volcado a la literatura que a la música y fiel al activismo político que ha guiado su obra durante las últimas seis décadas

Fotografía de archivo fechada el 3 de junio de 2023 del artista brasileño Chico Buarque, presentándose en un concierto en Campo Pequeño, Lisboa (Portugal). El cantautor brasileño Francisco Buarque de Holanda, o simplemente Chico, cumple este miércoles 80 años más volcado a la literatura que a la música y fiel al activismo político que ha guiado su obra durante las últimas seis décadas

Foto:Jose Sena Goulão

Esta leyenda viva de la música brasileña sigue vigente a sus 80 años, tras una fama lograda con talento, honestidad y una gran producción musical. Fue un gran contradictor de la dictadura militar del Brasil. 

Gloria helena rey
El reconocido músico, compositor, poeta y diplomático brasileño Vinicius de Moraes (1913-1980) decía que la música brasileña era como una gran llanura, con varias colinas y muy pocas montañas y que el cantautor Chico Buarque de Hollanda (1944) era una de ellas.

Conforme a los criterios de

No se equivocó. La montaña sigue de pie en el corazón de miles de seguidores en el mundo y continúa existiendo sobre las colinas de lo mejor de la música y la literatura de Brasil: decenas de composiciones musicales, libros, ensayos y obras de teatro lo consagran hoy como uno de los más grandes intelectuales brasileños y latinoamericanos.
El compositor, poeta, dramaturgo y novelista llegó a los 80 años con el mismo brillo, admiración, respeto y reconocimiento de sus seguidores como cuando empezó su carrera musical hace más de medio siglo.
Chico Buarque vive y, desde la cumbre de sus 80 años, muchos le agradecemos su existencia y la festejamos como “aquel” regalo, como dirían en Brasil, o como ese gran y especial presente que nos dio la vida a todos los que lo seguimos, admiramos o tuvimos la fortuna de conocerlo y compartir con él.
La crítica lo considera como uno de los más destacados artistas e intelectuales de la cultura latinoamericana. “Su producción abarca composiciones musicales, bandas sonoras, música para teatro y ballet, piezas teatrales y obras literarias, dotadas de gran desenvoltura”, afirma la Universidad de São Paulo (USP), una de las más prestigiosas del continente.
Se han producido “(…) decenas de publicaciones, entre libros y tesis académicas. Gracias a ellas, pueden comprenderse diversos aspectos de la historia cultural y política de Brasil y de América Latina”, revela.
Hijo del reconocido sociólogo e historiador Sergio Buarque de Hollanda y de la pianista y artista plástica María Amelia Alvim, Chico Buarque se inició en la música con Pedro Pedreiro y Sonho de un carnaval en 1965, cuando cursaba arquitectura, que después abandonó, en la Universidad de São Paulo, motivado, especialmente, por Oscar Niemeyer, constructor de Brasilia y amigo de su padre. En las décadas de los 60 y 70 se convirtió en el cantautor de protesta por excelencia al combatir la dictadura militar que se instaló en Brasil entre 1964 hasta 1985 y como defensor de los derechos humanos.
En las décadas de 1980 y 1990, sus actividades públicas disminuyeron tras la caída de la dictadura, pero aumentó su producción literaria con la publicación de novelas como Estorvo (1991) y Benjamim (1995), que se llevaron al cine.
En 1998, la tradicional Escuela de Samba Estação Primeira de Mangueira, de Río de Janeiro, lo homenajeó y fue triunfadora del carnaval de ese año. Luego, en 2003, Chico publicó la novela Budapest; en 2009, Leite Derramado (Leche derramada), y en 2014, O irmão alemão (El hermano alemán).
En español ha publicado Budapest, Estorbo y Leche derramada y musicalmente, influenciado por grandes como João Gilberto, Tom Jobim y, especialmente, por Vinicius de Moraes, ha compuesto centenas de canciones, que se caracterizan por su refinada armonía y por letras que oscilan entre lo intimista y la situación política, social y económica de su país y América Latina, según sus críticos. 
Hace dos años anunció el lanzamiento de Anos de chumbo e outros contos (Años de plomo y otros cuentos), en el que cuenta ocho historias de ficción que involucran sexo, promiscuidad y desaliento, y en las que emplea elementos cómicos y poéticos afirma su sitio web.

Reconocimientos de Chico Buarque

Como novelista y dramaturgo ha escrito más de una docena de libros y ensayos y sido reconocido en Brasil, con el Premio Jabutí (1992), uno de los galardones literarios más importantes desde hace 65 años. Internacionalmente fue galardonado con el Premio Camoes en 2019, pero solo lo recibió el año pasado porque el expresidente derechista Jair Bolsonaro se negó a entregárselo.
El Premio Camoes fue creado por los gobiernos de Brasil y Portugal a finales de la década de los 80 del siglo XX para reconocer la obra conjunta de un autor que haya aportado al patrimonio literario y cultural de la lengua portuguesa, que hablan más de 200 millones de personas en el mundo. El Camoes es equivalente al Cervantes, considerado como el galardón más importante en la lengua castellana desde hace casi medio siglo.
“Chico ha sido el cronista de una nación y el alma de una generación”, escribió al conmemorar sus 80 años Paloma Muñoz en El Nuevo Liberal de Popayán. En la red, la emisora cultural HJCK le rindió un homenaje bajo el título de: ‘Chico Buarque, 80 años y un legado de poesía, resistencia y música’.
“Para entender su obra, activismo político y el mensaje de libertad que habita en sus letras tenemos que remontarnos al 31 de marzo 1964, cuando un golpe de Estado derrocó al gobierno del presidente João Goulart e instauró una dictadura militar, con Humberto de Alencar Castelo Branco”, recordó la HJCK. Resaltó que en su obra escrita, al igual que en sus canciones, Chico “también habla sobre la lucha por la libertad y los derechos humanos” y que, además, “rinde homenaje a la música, la literatura, y las tradiciones de Brasil, a menudo infundiendo sus obras con referencias culturales y folclóricas”.
Su resistencia contra el autoritarismo y a favor de los derechos humanos lo obligaron a exiliarse en Roma en 1969, pero regresó 14 meses después para “seguir haciendo ruido”, como le recomendó su maestro y amigo Vinicius de Moraes.
El compositor cubano Silvio Rodríguez lo mencionó, al lado de Lenon y McCartney en su canción Quién fuera (Corazón); y el músico, compositor y pianista argentino Fito Páez, en Carabelas Nada: “Chico Buarque tiene puestos los anteojos que dejé / Sobre un cuaderno con su rostro…”, dice la letra.

Aquel regalo

La vida de Chico Buarque ha sido admirable, intensa y rica y por eso es difícil encontrar un hombre que hable mal de él, pero descubrir a una mujer que no lo ame es más complicado,como escribió el periodista Antonio Jiménez Barca en el diario El País de Madrid hace casi una década. “Sus fascinantes ojos de un color extraño entre el verde, azul y gris son una leyenda nacional”, puntualizó y, debo confesar que, personalmente, lo pude constatar.
Cuando llegué a Brasil como corresponsal del servicio latinoamericano de The Associated Press (AP), el 17 de agosto de 1980, gobernaba el general João Baptista Figueiredo (1979-1985), quinto y último presidente de la dictadura militar, y Chico Buarque de Hollanda ya era muy famoso.
A Banda (1966), A pesar de você (1970), Construcão (1971) y Calice (1978), algunas de sus más importantes composiciones, ya lo habían catapultado como uno de los más grandes nombres de la Música Popular Brasileña (MPB) y Chico, como lo llamaba todo el mundo, era toda una leyenda a sus 36 años, al lado de gigantes como Vinicius de Morais, que acababa de morir, de Tom Jobim, entre otros.
A banda (La banda), que aún despunta la alegría de un desfile y que Chico grabó a principios de su carrera, ya había ganado el Festival de Música Brasileña de 1966, lo había catapultado a la fama nacional y sido traducida a varios idiomas.
A pesar de você (A pesar de usted), a ritmo de samba, escrita al regreso de su exilio italiano, lo había convertido en uno de los mayores y más respetados cantautores de protesta de la época.
La canción, una dura crítica, contra el férreo régimen del general Emilio Garrastazu Médici, tercer presidente de la dictadura y que gobernó el país entre 1969 y 1974, comenzaba diciendo: “A pesar de usted, mañana será otro día”, y preguntaba al dictador, “¿dónde se esconderá de la enorme alegría de la gente cuando llegue el momento y todo el sufrimiento que ha causado lo pague con creces, lo mismo que “…todo ese amor reprimido, el grito contenido y esta samba compuesta en la oscuridad”.
“Usted que inventó la tristeza / tenga la bondad de desinventarla/ Va a pagar y doblado / cada lágrima rodada por mi dolor”, dice la letra.
A pesar de você pasó originalmente desapercibida a la censura, se convirtió en un himno del movimiento democrático y después de vender más de 100.000 copias, el sencillo fue retirado del mercado por los militares. Construção (Construcción), de 1971, tal vez su obra más emblemática, considerada como el gran himno suramericano, con una bella melodía y lírica, compuesta en versos dodecasílabos, también había vivido sus momentos de gloria cuando yo llegué a Brasil.

'No recordaba su cara'

Lo mismo había sucedido con Cálice (Cáliz) (1978), una poderosa protesta contra la dictadura que alude al sufrimiento de Cristo en el huerto de Getsemaní, para expresar su rechazo a la opresión y a la censura.
Entonces, yo sabía de la existencia de Chico Buarque, pero no recordaba su cara con precisión porque, junto con mi esposo, el asesinado periodista español José Fajardo, habíamos dejado Colombia, presionados por amenazas de muerte, y el trabajo en AP fue la tabla de salvación que Dios nos envió en aquel momento.
Por eso, en 1982 cuando AP me envió a cubrir la detención del cantautor portugués Sergio Godinho, amigo de Chico, por supuesta posesión de marihuana en el aeropuerto Galeao de Rio, no pude reconocer al hombre que se quedó a mi lado después de que los caballos del ejército dispersaran a la prensa internacional y tendieran un lazo a nuestro alrededor.
“Oi” (Hola), me dijo, y yo me volví para saludarlo y entonces me encontré con la mirada y la sonrisa más hermosas del planeta.
Chico me preguntó mi nombre, de dónde era y empezamos a hablar. Hablamos de todo. Me contó que su papá había trabajado en la AP en el mismo cargo que yo desempeñaba; me habló de sus tiempos de “moleque” (sardino) en São Paulo, de sus pilatunas y sobre muchas otras cosas más. Nos reímos y, por momentos, hasta se nos escaparon lágrimas.
Estábamos en las afueras de las oficinas del Doi Codi, el temido servicio secreto brasileño en Rio de Janeiro y en el centro de un país con dictadura militar pero, ese día, no nos importó.
Yo fui la peor periodista del planeta, como le confesé entonces a todos mis colegas corresponsales extranjeros que se me acercaron para preguntarme sobre lo que Chico me había dicho y que estaban ávidos de información. “Me perdí en sus ojos”, les expliqué. No le pregunté a Chico nada sobre Sergio Godinho ni sobre su detención. Tampoco sobre su amistad con él, sus miedos ni sobre lo que opinaba respecto al arresto de su amigo.
Después de que el ejército retiró los caballos y el lazo a nuestro alrededor, yo me desperté de un hermoso y agradable sueño y Chico se despidió diciendo: “Nos vemos Glorinha da Colombia”. Y, nos vimos: nos reencontramos y hablamos muchas veces en el Bar AntonioS, de la calle Bartolomeu Mitre en el barrio Leblón y en el restaurante Plataforma, en Rio, donde me presentó a Tom Jobim.
También nos reencontramos en Brasilia, antes de la fallida posesión y muerte de Tancredo Neves como primer presidente civil, después de 21 años de dictadura militar en 1985 y, en muchos otros “carnavales” de la vida que hoy atesora mi memoria de “Glorinha da Colombia”, como si fuera oro en polvo.
A lo mejor, Chico ya no se acuerda de esa joven reportera que vestía tenis, bluyines, camiseta y llevaba un tocado de hilos alrededor de la cabeza como si fuera una corona, pero yo jamás lo olvidaré. ¡Parabens, amigo!
Chico fue aquel regalo, el regalo especial, de los muchos que me dio Brasil, mi segunda patria, durante los más de 20 años que me dio cobijo.
PUBLICADO EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL DOMINGO 
Gloria helena rey
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO