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Opinión

Gastronomía

Música a la mesa / El Condimentario

Guajira dulce y amarga / El Condimentario

Margarita Bernal.

Foto:Cortesía

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Un repertorio musical bien pensado puede hacer que los clientes se sientan más relajados, felices y dispuestos a disfrutar.

Margarita Bernal
Un buen restaurante es mucho más que venta de comida preparada. Son varios los ingredientes adicionales que requiere: ubicación, decoración, iluminación, servicio, entre otros. Por supuesto que la música también juega un papel significativo en el éxito de la experiencia gastronómica.

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Acompaña, estimula, divierte, relaja, enamora, acerca, rememora. Produce un sinnúmero de emociones, al igual que la comida, ya que actúan en el cerebro produciendo oxitocina, la hormona del placer y del amor. Las dos tienen la capacidad de sanar, de nutrir y de alimentar el alma y el cuerpo.
(Lea también: El legado de la cocina familiar)
No solo establece el tono y el ambiente del lugar, sino que también influye en el estado de ánimo de los comensales, afectando el goce y el gusto. Un repertorio musical bien pensado puede hacer que los clientes se sientan más relajados, felices y dispuestos a disfrutar. De la misma manera que los cocineros escogen con cuidado los ingredientes, debe hacerse lo mismo con las canciones, con el fin de ofrecer un maridaje perfecto.
La música hace parte fundamental de las decisiones de mercadeo. En varios restaurantes me han dicho que las canciones que ponen son para alegrar a los cocineros y/o meseros o que son las que les gustan a los dueños. Gran error, no están pensando en su principal razón de ser: los clientes.
(Le puede interesar: El atún en lata no es pecado)
Muchos lugares no le dan el valor y la importancia que merece más allá de que sea un sonido para ambientar y llenar el espacio. Una mala selección arruina por completo la vivencia. Ya hay suficiente bulla con las licuadoras, la cocina, los cubiertos, los platos y la conversación de los comensales como para sumarle además música ruidosa que no coincide con el estilo y ambiente del restaurante. Distrae y perturba, dificultando las conversaciones. Además, si el volumen es alto puede impedir que los clientes se comuniquen fácilmente, lo que afecta negativamente su experiencia social y personal.
A un restaurante se va a comer, a conversar, a departir, a negociar, a enamorar, a trabajar, a reunir y a celebrar, no a bailar ni a rumbear. Cosa muy distinta a un bar o a una discoteca. No en vano, el origen de la palabra viene de restaurar, es decir que repara, que sana, que recupera y alivia.
La música inapropiada también puede influir en la percepción de la calidad de la comida. Estudios han demostrado que ciertos tipos de música pueden alterar la apreciación de los sabores, haciendo que los platos sepan menos agradables de lo que realmente son. Si la música es estresante o irritante, los comensales pueden sentirse indispuestos y apresurados, lo que les impide disfrutar plenamente de su comida.
(Lea además: La cocina de la nostalgia)
Reconozco que me he salido de restaurantes debido al alto volumen y al tipo de música que ponen, a pesar de que me guste su comida. Pilas queridos cocineros, empresarios y restauranteros: una buena selección musical puede transformar la energía y ambiente del lugar, manteniendo a los comensales en sintonía y elevando su opinión sobre la comida, asegurando así una experiencia gastronómica memorable y placentera que seguro querrán repetir.
Buen provecho.
MARGARITA BERNAL 
Para EL TIEMPO
X: @MargaritaBernal
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