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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

El gabinete del segundo tiempo

Los ministros de la segunda mitad de un gobierno deben orientarse más a la ejecución y a brindar resultados tangibles.

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

Todo parece indicar que, por ahora, el anunciado remezón ministerial del Gobierno Nacional ha llegado a su fin. Aunque esto podría cambiar en cualquier momento de ahora al próximo 7 de agosto, a corte de hoy el presidente de la República, Gustavo Petro, arrancará el segundo tiempo de su cuatrienio con seis caras nuevas en Justicia, Interior, Agricultura, Transporte, Vivienda y Educación.

Es cierto además que, en estos dos primeros años del mandato, el primer mandatario ha realizado al menos 38 cambios en su gabinete de ministros y muchos más en la segunda línea de la administración. Teniendo en cuenta la cantidad de carteras, el gobierno Petro es de los que más rotación ministerial ha efectuado en los últimos 34 años, desde la promulgación de la Constitución Política de 1991. Solo tres ministros- Defensa, Trabajo y Ambiente- permanecen en titularidad de ese gabinete inaugural.

Una excesiva inestabilidad en las cabezas de las entidades -y eso aplica tanto el sector público como en las empresas- suele desencadenar en problemas para el avance de los programas y la entrega de resultados. Si bien los ministros son ‘fichas’ dentro de un juego de corte político y responden a los deseos y las necesidades del jefe del Estado, demasiada rotación -en especial en carteras económicas, de corte técnico o muy especializadas y sectoriales- termina por impactar en la capacidad de cumplir las iniciativas del Ejecutivo.

Otro aspecto adicional cubre la idoneidad o la preparación del futuro jefe de cartera en los temas que le serán encargados. En esa línea, la mayoría de cambios ministeriales recientes han recaído -como se ha afirmado en editoriales de días previos- en personas de trayectoria y experiencia, con probado recorrido en sus distintos sectores, desde el manejo del Congreso de la República hasta la infraestructura. Una excepción, que ya despertó controversia, fue la selección del nuevo Ministro de Educación, quien no cuenta con un reconocimiento similar en el mundo educativo que el que gozan el resto de las nuevas caras del gabinete.

En tercer lugar, cabe resaltar un hecho que es obvio, pero que es frecuentemente ignorado: un gabinete en la primera fase del gobierno no es igual a uno en el segundo tiempo. Los arranques de las administraciones requieren unos perfiles ministeriales distintos a los necesarios para los momentos de consolidación y cierre de la gestión. Por ejemplo, los momentos iniciales de un gobierno ameritan jefes de carteras que se sincronicen con esas promesas de campaña, se alineen con las prioridades iniciales y comiencen a brindar las victorias iniciales y a marcar la senda.

Al contrario, la segunda mitad de un gobierno demanda otro tipo de actitud y énfasis en los ministros o ministras. El segundo tiempo implica la orientación a la entrega de resultados tangibles, la corrección de rumbos incompletos o enredados, la selección inteligente de prioridades y el abandono de metas inicialmente propuestas. Asimismo, el olfato político de estos ministros de tercer y cuarto año debe tener un objetivo diferente: minimizar las crisis, concentrarse en los logros alcanzables e ir afinando la narrativa del legado final en sus respectivas carteras.

En el caso específico de esta segunda mitad de la administración Petro, los ministros -entrantes y veteranos- tienen que aprovechar la ventana de oportunidad para reconstruir espacios de cooperación con el sector privado y las empresas. Es decir, más ejecución y resultados, menos activismo y lucha ideológica. 

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
[email protected]
​X: @pachomiranda

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