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Noticia

Bocas

'Yo soy marica. En este país no es alegre ni divertido ser gay, porque nos asesinan': Manuel Velandia

“Se nos consideró delincuentes en 1932. Los maricas no podían prestar el servicio militar y en la libreta decía: ‘Profesión: homosexual’, afirma el activista Manuel Velandia.

“Se nos consideró delincuentes en 1932. Los maricas no podían prestar el servicio militar y en la libreta decía: ‘Profesión: homosexual’, afirma el activista Manuel Velandia.

Foto:Pablo Salgado / Revista BOCAS

Fue el primer líder de la marcha del orgullo gay y le tiraron una granada. Esta es su historia. 

jorge pinzón salasDirector de revista Bocas y Lecturas. Ed...

Fundador del Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia. Líder de la primera marcha del orgullo gay en el país. Sociólogo, filósofo, sexólogo, “artivista” multifacético, provocador y conferencista consumado, Manuel Antonio Velandia es un referente en la prevención del sida en América Latina, precursor del uso de lenguaje inclusivo y sobreviviente de la violencia homofóbica. Vivió asilado en España más de una década, regresó a Bogotá poco antes de la pandemia y pronto donará parte de su memorabilia al Archivo Queer de la Biblioteca Nacional. Esta es su entrevista en Revista BOCAS.  

El 16 de enero del 2007, Manuel Velandia dejó atrás su intensa vida bogotana y su prestigiosa carrera. Después de esconderse en una finca durante una semana, tomó un vuelo a Madrid para escapar de las amenazas de los paramilitares. Arreciaban los mensajes intimidatorios de este tipo: “Lo tenemos identificado, cómprese un cajón, esta limpieza será profunda, estamos cansados de tanta aparecedera en televisión”.

Velandia nació en El Socorro, Santander, hace 68 años, y se ha pasado la vida estudiando. Tiene cinco maestrías y dos doctorados: uno en Educación y otro en Cultura de los Cuidados. Formó parte del grupo académico que acuñó el concepto “trabajadora sexual”. Fue el primer candidato a la Cámara de Representantes declarado abiertamente homosexual. A finales de los años setenta participó en la fundación de la revista Ventana Gay. Ha escrito dos obras de teatro y publicado 17 libros, entre poesía, sida y derechos sexuales. Actualmente es asesor de la Unidad para las Víctimas del gobierno Petro. En su currículum se presenta como “marica en descolonización, víctima del conflicto, refugiado y retornado”.

Es hiperactivo y habla con hipervínculos. Salta de una idea a otra, se va por las ramas, pero regresa siempre al tronco tras una abstracción larga. Antes de empezar esta entrevista, estaba doblando la ropa y se acordó de que tenía que hacer un video conmemorativo del 47 aniversario del movimiento libertario que fundó con otros activistas. Hizo el video y terminó de doblar la ropa. “Si me quedo quieto entro en crisis”, dice y se ríe como un niño que ha hecho una picardía. Cuando le sobra tiempo, saca la cámara y toma fotos de cuerpos masculinos o ángulos arquitectónicos.   

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Manuel Velandia se presenta como “marica en descolonización, víctima del conflicto, refugiado y retornado”.

Manuel Velandia se presenta como “marica en descolonización, víctima del conflicto, refugiado y retornado”.

Foto:Pablo Salgado / Revista BOCAS

A su exilio obligado llegó sin ropa apropiada para un fuerte invierno vasco. Entre sus pertenencias llevaba la cámara fotográfica y un libro de poemas de Kavafis. En Europa exploró a fondo su filón artístico. Pintó cuadros, esculpió en vidrio y acrílico, hizo grabado, escribió versos como este: “No me mires así / llevo puesta mi bandera blanca”. Se disfrazó de pordiosero para hacer un performance frente a El Corte Inglés en Alicante. No fue fácil abrirse un espacio en España. Llegó con sus ahorros y durante un tiempo dictó una clase virtual para una universidad colombiana. Los ahorros se esfumaron y le quitaron la clase. Dos de sus hermanas le ayudaron con giros solidarios.

En los últimos treinta años, Velandia se ha pintado el pelo de todos los colores. Cuando lo tuvo verde fluorescente, un niño le preguntó: “¿Usted es un loro?”, y a una mujer que lo miró espantada le dijo: “Tranquila, señora, lo tengo así porque hasta ahora me está retoñando”. Dice ser un señor común y corriente y no haber necesitado nunca sustancia alguna para ser feliz. Se toma un vino, pero no dos. Aunque prefiere el triple sec.

Manny. Así lo llaman quienes en la intimidad se desternillan de risa ante sus comentarios de doble sentido o lo han visto llorar sin freno al evocar el duelo irresuelto por Ricardo, no tanto por el amor que se tuvieron como por la violencia de la que fueron víctimas siendo pareja hace veinte años. Este hombre de pelo azul turquesa y metro sesenta de estatura también llora fácilmente al escuchar el testimonio de una víctima de la guerra o cuando su novio actual, Juan Pablo, relata pormenores de las “terapias de conversión” a las que fue sometido en la adolescencia.   
Naciones Unidas equipara las terapias de conversión con formas de tortura…
Las iglesias cristianas hablan del demonio de la homosexualidad y por eso algunas ofrecen esas terapias. A comienzos del siglo XX se hacía terapia radical. Le metían un punzón al enfermo por el ojo hasta golpearle el cerebro. Dejabas de ser homosexual para volverte tonto. Mandaban a los homosexuales a clínicas psiquiátricas. En Colombia dejamos de ser enfermos y se nos consideró delincuentes en 1932. Los maricas no podían prestar el servicio militar y en la libreta decía: “Profesión: homosexual”. A Juanpa le hicieron terapias de reconvención. Un pastor y un seudopsicólogo le metían en un balde con agua, le daban cachetadas, le ponían choques eléctricos en las tetillas. El centro de reconvención donde estuvo lo cerraron. A dos compañeras lesbianas las violaron correctivamente. Mi novio intentó suicidarse tres veces. Lo acompañé a exponer su caso en el Senado, donde se ha estado discutiendo el tema. Al presidente de la Comisión Primera se le salieron las lágrimas al escucharlo.

Usted salió del clóset muy joven, en una época represiva y más consevadora que la actual.
Y muy jovencito salí por televisión hablando de mi militancia. Una vez, iba por la calle y vi pasar al famoso presentador José Fernández Gómez. Lo abordé para contarle que acabábamos de fundar el Movimiento Homosexual Colombiano. “Eso es noticia”, me dijo, “¿quieres ir conmigo al noticiero y convencemos a la directora de hacer una nota”. Me fui con él y me entrevistaron. Mi hermana me contó luego que mi mami estaba viendo el noticiero y se le salieron las lágrimas al verme. “¿Por qué Manuelito está diciendo eso?”, preguntó. Mi hermana le contestó: “Pues porque en esta casa nos enseñaron a luchar por lo que creemos, mamá”.

¿O sea que su familia era menos machista que la sociedad en la que creció?

Mis padres eran muy particulares. Cuando empecé a estudiar temas de sexualidad, caí en la cuenta de que mi mami había influido mucho en mi manera de ver el mundo. Vivíamos en Bucaramanga y en nuestra cuadra montaron una casa de citas muy elegante. Las vecinas estaban escandalizadas. Yo tenía como ocho años y le pregunté a mi mami por qué las señoras no querían que otras señoras estuvieran ahí. Me dijo: “Es que a unas mujeres les molesta lo que otras mujeres tienen que hacer para darles de comer a sus hijos. Hacen cosas que no les gusta, y los hombres se aprovechan”. Fue una explicación genial y respetuosa sobre el puteo. 
'A dos compañeras lesbianas las violaron correctivamente. Mi novio intentó suicidarse tres veces', cuenta Manuel Velandia.

'A dos compañeras lesbianas las violaron correctivamente. Mi novio intentó suicidarse tres veces', cuenta Manuel Velandia.

Foto:Pablo Salgado / Revista BOCAS

¿Y su padre?
Yo creo que él tampoco era machista. Trabajaba como arquitecto empírico y dejaba que una de mis hermanas cargara balde y cemento igual que los hombres. Una vez, alguien habló de un conocido que supuestamente era homosexual y mi papá preguntó: “¿Qué es exactamente ser homosexual?”. El otro respondió: “Amar a otro hombre”. Y mi papá soltó esta perla: “Entonces, todos los hombres podemos ser homosexuales, porque yo lloré cuando murió mi mejor amigo, a quien quería muchísimo”. Después, recordando esa anécdota, pensé que quizá si le hubiera contado a mi padre que yo era homosexual, lo hubiera entendido y aceptado.

¿Cómo asumió emocionalmente el abuso sexual que sufrió por parte de un sacerdote?
(Suelta una risotada). No, no, yo no desarrollé ningún trauma. La anécdota me ha servido para hablar de la mala educación. Recuerdo que un día llego del colegio y le cuento a mi mami que el padre Pedro me desarrolló. “¿Cómo así?”, me pregunta. “Me llevó a la oficina y me abrió la cremallera, me lo sacó, me lo movió con la mano varias veces y me salió una cosa blanca, y me dijo que estaba desarrollado”. La siguiente frase de mi mami fue: “¿Quiere más sopa?”. Ni una palabra más. Al otro día veo al cura con el ojo morado. El papá de otro chico lo había golpeado. El cura me coge de una oreja, me lleva a su oficina y me dice: “Las cosas íntimas no se cuentan en casa”. Yo era un niño superinocente. Como era tan católico, en mi mente no cabía la posibilidad de que un cura pudiera hacerme algo malo. Yo he oído decir a la gente que alguien se volvió gay porque lo violaron. Pero creo que ese no es un origen de la homosexualidad.

¿Qué hizo su madre después de semejante confesión?
Nada, porque en esos tiempos se ocultaba lo que hacían los curas. Lo importante era la iglesia, no la gente. Yo creo que a ella ese tipo de comportamientos le generaba mucha contradicción, porque se suponía que un cura no hacía eso, pero se perdonaba. Nunca tuve una conversación con ella al respecto, así que no supe si sufrió. No sé si cuando lloraba al verme por televisión hablando de sexualidad hizo clic y pensó que lo que el padre Pedro me había hecho hubiera podido afectarme y ella no hizo nada.

Pero, aunque dice que no fue una experiencia traumática, sintió la necesidad de enfrentar al cura pederasta, ¿verdad?
Pues sí, y fue una especie de exorcismo. Lo enfrenté en unas vacaciones que pasé en Bucaramanga. Yo tenía 18 años, vivía en Bogotá y ya era militante marica. Busqué al cura y le dije: “Lo que usted hizo conmigo no es correcto, y sé que no fui el único, porque usted se bañaba desnudo con otros niños y los enjabonaba”.
Busqué al cura y le dije: “Lo que usted hizo conmigo no es correcto, y sé que no fui el único".

Busqué al cura y le dije: “Lo que usted hizo conmigo no es correcto, y sé que no fui el único".

Foto:Pablo Salgado / Revista BOCAS

¿Es cierto que usted fue predicador a los 12 años?
Sí, sí. Llevaba dos años en el Movimiento de Renovación Cristiana, aunque no fui rezandero. No le encontraba sentido a rezar diez avemarías. Me parecía más importante la reflexión sobre el texto bíblico. Desde los diez años mi Biblia estaba llena de colores, porque me gustaba subrayar lo que leía. Me escogieron para ser misionero de la Palabra. Viajé en tren a Santa Marta para predicar en un encuentro de monjas y sacerdotes. Iba emocionado de conocer el mar. Tengo el recuerdo de una monja negra hermosa bañándose en la orilla. Mi misión era compartir reflexiones sobre la Biblia. Así comencé a desarrollar mi capacidad de comunicar.

¿Cómo empezó a gestarse su militancia y activismo sexual?
Me hice militante marica a los 16 años. Antes había tenido dos novias, porque todavía no me pensaba homosexual. Tuve un novio francés, Jean, un profesor de la Universidad Nacional, y solo hasta ese momento supe que me gustaban los hombres. Él pertenecía a Arcadie, un movimiento gay vergonzante de derecha. A sus miembros les recomendaban vivir lejos de la familia para no hacerla sufrir. Yo no entendía por qué había que esconder lo que uno era. Jean era muy culto. Fue la primera persona con doctorado que conocí. Le conté de nuestro romance a una compañera de la universidad que me propuso fundar un movimiento político sexual. Me pareció interesante la idea. Un profesor nos habló del movimiento de liberación Sex-Pol. Le comenté que quería fundar un movimiento y se encarretó con la idea. Me hizo leer El deseo homosexual, de Hocquenghem, un francés al que echaron del Partido Comunista por marica.

¿Pero cómo es eso de que el movimiento empezó con una fake news?
A mediados de los años setenta, leí una entrevista que un periódico trotskista le hizo a León Zuleta, en la que aseguró que había un movimiento homosexual con 10.000 miembros. “Wow!”, pensé, “se nos adelantaron”. Nosotros hablando de fundar un movimiento y ya había un grupo grandísimo. Me comuniqué con los troskos del periódico para pedirles el teléfono de León, que vivía en Medellín. Lo llamé y me dijo: “Lamento informarte que es falso que exista ese movimiento. Pero ahora somos dos”. Y me propuso organizar unas reuniones en Bogotá.

¿Quién era León Zuleta?
Un personaje rarísimo, profesor de la Universidad de Antioquia. Era incapaz de hablar sin nombrar a un montón de teóricos. Era un transgresor del deber ser. Tenía catalepsia. Dos veces lo llevaron a la morgue creyendo que estaba muerto. Éramos muy distintos. Yo era formal, él totalmente salido de cuadro. Le encantaba la marihuana, a mí no. Hacía una poesía muy hermética. Fue un gran inspirador del movimiento homosexual. A comienzos de los noventa me enteré por el periódico de su muerte. Me dolió mucho. No hubo investigación. Los asesinatos de maricas casi nunca se han investigado en este país.

¿Cuándo empezó a consolidarse el movimiento?
El 9 de abril pasado cumplimos 47 años de militancia marica. Un sábado de 1977 le pusimos nombre al movimiento: Grupo de Encuentro por la Liberación Homosexual. Escogimos esa fecha a propósito, por ser un hito en la historia colombiana: un 9 de abril mataron a Gaitán.

¿En qué consistía la agitación político-sexual del grupo?
Empezamos a reunirnos en una biblioteca cristiana en Teusaquillo. Nos prestaron el espacio porque éramos un grupo de filósofos y sociólogos que querían intercambiar conocimiento. Pero lo que no sabían los administradores de la biblioteca era que íbamos a filosofar sobre nuestra maricada. La policía no nos molestaba porque estábamos en una biblioteca, no en un centro de mariqueo. Nos reuníamos unas setenta personas los sábados y los miércoles. Hacíamos análisis del Código Penal, discusiones sobre Iglesia y homosexualidad, relaciones de pareja, familia o sexualidad y partidos políticos. Ah, y repartíamos volantes sobre el movimiento en los bares de gais. En algunos apagaban la música cinco minutos y yo echaba un discurso.
"Los asesinatos de maricas casi nunca se han investigado en este país".

"Los asesinatos de maricas casi nunca se han investigado en este país".

Foto:Pablo Salgado / Revista BOCAS

Dentro de su “artivismo” ha hecho muchos performances. ¿Cuál fue el primero?
‘El beso’, en 1982. Me besaba con Jaime, mi amigo y cómplice, en la 19 con Séptima y frente al edificio de Avianca. Hacer eso en público hace cuarenta años era muy provocador. Había una intención política y una puesta en escena. Yo había estudiado teatro, pero no sabía que eso se llamaba performance. Queríamos decirle al mundo que la homosexualidad ya no era delito en Colombia y que las expresiones afectivas en público no estaban prohibidas.

Aparte de la homofobia general de siempre, ¿qué recuerda de la persecución del Estado en la Bogotá de los años setenta?
La policía llegaba a los bares y nos montaba al camión. El dueño del bar ponía a titilar un bombillo rojo para avisar que había llegado la policía. Entonces la clientela se portaba heterosexual. Si nos agarraban, nos llevaban a una comisaría o nos subían hasta la entrada de Monserrate. Nos hacían desnudar y bañarnos con agua helada a las tres de la mañana. Botaban la ropa y se nos perdían los documentos. Quedaba uno desnudo en plena calle. Era tenaz.

¿Cuál fue su papel para que la homosexualidad dejara de ser delito?
Veníamos hablando de la despenalización en la revista Ventana Gay y nos pusimos en contacto con algunos congresistas gais. Aceptaron reunirse con nosotros, pero nos pidieron que no reveláramos sus nombres, y yo por respeto nunca lo he hecho. Les presentamos un análisis del Código Penal y de lo que decía la psicología al respecto. Hice entonces una pregunta con doble intención: si el Código Penal se discute artículo por artículo, ¿no se puede esconder un artículo para no discutirlo? Dijeron que no, pero luego, cuando nos mostraron el borrador del nuevo Código Penal, el artículo sobre homosexualidad ya no estaba. Antes de la firma presidencial supimos que ya no éramos delincuentes.

¿Entonces se dieron las condiciones para hacer la primera marcha del orgullo gay?
La primera en Colombia. Mi hermana, que estudiaba en Europa, había pasado por Barcelona en 1977 y presenció la primera marcha española LGBT. Me mandó una carta con fotos del evento. Eso dispara mis ganas de hacer una marcha en Bogotá, pero todavía no se podía, porque seguíamos siendo considerados delincuentes. Eliminado el artículo en el Código Penal y caído el Estatuto de Seguridad de Turbay, pudimos organizar la marcha. Le pedimos permiso a la Policía para marchar a las cinco de la tarde, pero nos autorizó la manifestación a las 11 de la mañana. Marchamos el martes 28 de junio del 83, desde la Plaza de Toros hasta la Plazuela de Las Nieves, escoltados por la policía y con carteles que decían: “Ser marica es cosa seria, es cuestión de hombres”, “Madre, si tú amas a tu hombre, deja que yo ame al mío”. Algunos se pintaron la cara de blanco con un triángulo rosa como el que usaron los nazis para marcar a los homosexuales. El primer discurso lo dio León Zuleta y el de cierre lo di yo, sobre una tarima que nos prestó el sindicato de la ETB. Marchamos 31 hombres y una chica trans que repartió claveles. Solo cubrieron la marcha El Heraldo, de Barranquilla; Vanguardia Liberal, de Bucaramanga, y una televisión extranjera.    
Marchamos el martes 28 de junio del 83, desde la Plaza de Toros hasta la Plazuela de Las Nieves, escoltados por la policía y con carteles que decían: “Ser marica es cosa seria, es cuestión de hombres”.

Marchamos el martes 28 de junio del 83, desde la Plaza de Toros hasta la Plazuela de Las Nieves, escoltados por la policía y con carteles que decían: “Ser marica es cosa seria, es cuestión de hombres”.

Foto:Pablo Salgado / Revista BOCAS

¿Cuándo comienza a recibir amenazas de muerte?
Entre el 83 y el 84, un periodo terrible para mí. La primera amenaza fue por investigar asesinatos de gais que habían quedado impunes. Se empezaba a conocer acerca de los primeros grupos de limpieza social: ‘La Mano Negra’, ‘Muerte a homosexuales’, ‘Amor a Medellín’.

Otro de sus temas de investigación y activismo fue el de la prevención del sida.
Así es. Fundé la organización GAI: Grupo de Ayuda e Información. En el 81 investigué muchísimo sobre la inmunodeficiencia relacionada con los gais. Los primeros casos oficiales en Estados Unidos fueron en gais. La Universidad Nacional estaba haciendo una investigación sobre enfermedades de transmisión sexual, necesitaban un sociólogo y me llamaron. En ese momento murió, a causa del sida, la primera persona en Colombia, una mujer que había sido trabajadora sexual en Holanda. Empecé a revisar sintomatología y registros clínicos y descubrí que esa no era la primera muerte. Los dos primeros pacientes, muertos en el hospital Simón Bolívar, eran amigos míos y venían de Nueva York. La investigación iba bien hasta que el Ministerio de Salud retiró la financiación dizque porque el estudio hacía apología de la homosexualidad. 
Entre el 83 y el 84, un periodo terrible para mí.Se empezaba a conocer acerca de los primeros grupos de limpieza social: ‘La Mano Negra’, ‘Muerte a homosexuales’, ‘Amor a Medellín’.

Entre el 83 y el 84, un periodo terrible para mí.Se empezaba a conocer acerca de los primeros grupos de limpieza social: ‘La Mano Negra’, ‘Muerte a homosexuales’, ‘Amor a Medellín’.

Foto:Pablo Salgado / Revista BOCAS

¿La apología era entrevistar homosexuales sobre enfermedades de transmisión sexual?
¡Cómo le parece! Pero no me quedé quieto. Empecé a buscar maricas en los bares, en los saunas, en las peluquerías, para darles charlas sobre el sida. En la Conferencia Mundial de Sida de 1985 hice un taller para enseñar a poner el condón con la boca. La OMS me compró tres penes de latex divinos para mis charlas. Formé a 300 profesionales de la salud en prevención y apoyo emocional.

¿Vio a muchos amigos y conocidos enfermar y morir?
El 80 por ciento de mis amigos murieron de sida. En el 84 hospitalizaron a un amigo. Cuando confirmaron que tenía VIH, los médicos ordenaron sacarlo a la calle con todo y cama. Llamaron a la mamá para que lo recogiera y quemaron el colchón.

Con el tiempo se pasó de la paranoia a una especie de relajamiento con el tema.
El sida dejó de ser noticia. Ya ni siquiera en el Día Mundial del Sida se hacen campañas de prevención. La gente se olvida de que el sida existe. Entonces hemos vuelto a tener una cantidad enorme de jóvenes que se están infectando. Hay una moda de sexo a pelo. La gente no piensa en el riesgo, sino en el placer. El trabajo intenso de prevención que hacíamos antes ayudó mucho a que la curva no subiera tan rápido como se preveía. Y en los últimos dos años la curva ha crecido.

¿Fue Piedad Córdoba quien lo convenció de lanzarse al Congreso en el 2002?
Piedad me dijo que quería que el Partido Liberal tuviera gente que trabajara temas de diversidad y sexualidad. Yo no estaba muy convencido de querer llegar a la Cámara de Representantes. Lo que me interesaba era sentar un precedente de que homosexuales o trans podían ser candidatos por un partido. Tuve un buen número de votos, pero no me alcanzó para ganar. Ganó Gina Parody, que no se presentó como lesbiana, pero hizo campaña en bares lésbicos y de maricas.

¿Cómo fue el atentado que le hicieron durante la campaña?
A la medianoche del primero de marzo del 2002, apenas apagué las luces para acostarme, sonó una explosión. Pensé que era una granada contra Transmilenio y que el impacto había llegado hasta mi casa. Pero era una granada contra mí. Por las amenazas había instalado una malla protectora en la ventana. Eso tal vez me salvó, porque la granada se estrelló contra el vidrio y rebotó y cayó al primer piso. Cuando bajé vi el hueco que dejó en el piso. Por la mañana salí y un vecino me gritó por su ventana: “Marica, por su culpa se nos rompieron todos los vidrios. Me los tiene que pagar”. Yo le respondí: “Respete, señor, que usted no es mi amigo, guarde las distancias. Dígame ‘don Marica’”.   
La entrevista con Tyler Schwab está en la nueva edición de BOCAS.

La entrevista con Manuel Velandia está en la nueva edición de BOCAS.

Foto:Hernán Puentes / Revista BOCAS

¿Cuál fue la gota que derramó el vaso para decidir irse del país?
Una cosa es que lo amenacen a uno y otra que amenacen con matarle a la familia. Hubo una amenaza en el 2006 después de un comentario que hice sobre un político paramilitar. Piedad Córdoba me aconsejó salir del país. Me escondí en una finca mientras podía viajar.

¿Por qué volvió a Colombia?
Por un lado, me quedé sin recursos, y por otro, pensé que la paz podía ser posible y que contribuiría más aquí que en España. El regreso fue dificilísimo. Me ayudó mucho mi ex, Ricardo (rompe a llorar y después de varios segundos sigue)… me dijo: “No te preocupes por la comida, el arriendo, el internet. Solo págate tu transporte”. Duré un año en su casa y empezó la pandemia. Pensé que sería fácil encontrar trabajo con semejante formación académica que tengo. Pero no. Me ayudó mucho mi familia. Me pagaron el arriendo hasta que encontré trabajo en la alcaldía de Claudia López.

¿Qué le va a donar a la Biblioteca Nacional?

Le ofrecí colecciones de publicaciones LGBTI, desde revistas de ligue hasta revistas serias y de contenido académico. También ediciones de libros de poesía que he publicado con editoriales europeas. Me pareció divino que la Biblioteca me invitara a donar parte de mi colección de documentos para su Archivo Queer.   
'Fui la primera persona que usó el les. Empecé a joder con la idea de que en el lenguaje cupiéramos todos en los noventa'.

'Fui la primera persona que usó el les. Empecé a joder con la idea de que en el lenguaje cupiéramos todos en los noventa'.

Foto:Pablo Salgado / Revista BOCAS

¿Es cierto que usted se inventó ciertos usos del lenguaje inclusivo?
Fui la primera persona que usó el les. Empecé a joder con la idea de que en el lenguaje cupiéramos todos en los noventa. En el 98 escribí todos mis textos con las y los. Luego usé la arroba y los asteriscos. Acababa de conocer a Brigitte Baptiste, que todavía se llamaba Luis Guillermo, pero se vestía en femenino. Eso era rarísimo y genial: un trans con esposa e hijos. Le dije que me encantaba su carreta y lo invité a un congreso de bioética. Se presentó como Brigitte. Yo presenté una conferencia titulada ‘Las identidades móviles de los, las, les seres’, que se publicó en una revista en el 2005. Luego escribí una ponencia para un seminario en España sobre inclusión y mencioné el uso de les, nosotres, vosotres. No te imaginas mi emoción cuando, mucho después, me invitan a dar una charla y el moderador me pregunta: “¿Con qué pronombre te nombro?”. Se me salieron las lágrimas. Todavía me emociono.

A pesar de haber sido víctima de la homofobia y sobreviviente de la violencia paramilitar, usted no parece una persona resentida.
La homofobia tiene que ver más con el homofóbico que con la víctima. Si la práctica o emoción del otro me molesta, yo tendría que preguntarme qué pasa dentro de mí para que me moleste. Trato de entender cuál es la lógica detrás de lo que dice la gente. Lo importante no es sacarle los ojos al otro, sino construir a partir de los aspectos en los que estamos de acuerdo. Tú puedes enseñarle al otro sin tener que matarlo. Cuando decidí ser marica oficialmente, un señor me dijo en la calle: “Adiós, mariquita”, y yo le respondí: “Adiós, heterosexual”. “Ese no es un insulto”, me dijo. “Es que marica tampoco es un insulto, es lo que soy y soy feliz”, le contesté. Al día siguiente, iba entrando a un congreso de sexología y oí a un hombre decir: “Este es el marica que va a hablar”. Empecé mi conferencia diciendo: “Tiene razón el señor de la última fila: yo soy el marica que va a hablar. Y digo ‘marica’ porque el término gay alude a lo alegre y divertido, y en este país no es alegre ni divertido ser gay, porque nos asesinan. Yo soy marica, porque reivindico lo femenino en las masculinidades”.      
jorge pinzón salasDirector de revista Bocas y Lecturas. Ed...
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